Varones violentados por su pareja: una primera aproximación a la experiencia de estudiantes duranguenses mexicanos1

Men as Victims of Intimate Partner Violence: A First Approach to the Experience of Students in Durango, México

Homens violentados por suas parceiras: uma primeira abordagem à experiência de estudantes mexicanos de Durango

María de la Luz Sánchez-Soto
Universidad Juárez del Estado de Durango, México
Angélica María Lechuga-Quiñones
Universidad Juárez del Estado de Durango, México
Martina Patricia Flores-Saucedo *
Universidad Juárez del Estado de Durango, México
Sergio Estrada-Martínez
Universidad Juárez del Estado de Durango, México

Varones violentados por su pareja: una primera aproximación a la experiencia de estudiantes duranguenses mexicanos1

Avances en Psicología Latinoamericana, vol. 40, núm. 1, 2022

Universidad del Rosario

Recibido: junio 18, 2018

Aceptado: febrero 02, 2022

Información adicional

Para citar este artículo: Sánchez-Soto, M., Lechuga-Quiñones, A., Flores-Saucedo, M., & Estrada-Martínez, S. (2022). Varones violentados por su pareja: una primera aproximación a la experiencia de estudiantes duranguenses mexicanos. Avances en Psicología Latinoamericana, 40(1), 1-16. https://doi.org/10.12804/revistas.urosario.edu.co/apl/a.6851

Resumen: La violencia de pareja ha sido explorada en menor medida desde la perspectiva de los hombres como víctimas. Poco se conoce sobre las características y las circunstancias en que los varones experimentan este fenómeno. El presente estudio tuvo como propósito estimar la presencia y recurrencia de violencia emocional, física, sexual y económica en el papel de receptor, en varones estudiantes universitarios duranguenses, así como su comparación respecto a algunas variables sociodemográficas. Para ello, se aplicó un cuestionario a 232 hombres estudiantes de una universidad pública en Durango, México, a través de un muestreo aleatorio, estratificado y por conglomerados. El 95 % de los varones reportó haber sido víctima de algún tipo de violencia de pareja al menos una vez y el 69 %, de forma recurrente. El 6.7 % de los estudiantes reportó tener hijos, condición que se encontró relacionada con la presencia de violencia económica (razón de prevalencia, rp= 2.30 [1.35-3.94] y su recurrencia rp= 3.31 [1.8-5.55]); asimismo, presencia de violencia sexual (rp= 2.60 [1.60-4.21] y su recurrencia rp= 3.53 [1.90-5.92]). La proporción de hombres víctimas de violencia es alta en comparación con otros estudios. Para finalizar, los datos permiten respaldar la necesidad de contar con programas de sensibilización, prevención y atención a los varones víctimas de violencia.

Palabras clave: violencia, hombres, estudiantes universitarios, violencia de pareja.

Abstract: The experience of men as victims of intimate partner violence has been explored to a lesser degree. Little is known about the characteristics and circumstances in which they experience this phenomenon. This study aimed at estimating the presence (at least once) and recurrence (twice or more) of psychological, physical, sexual, and economic violence against men. In addition, it includes comparisons in terms of some sociodemographic variables. We addressed this subject by ausing random, stratified, and cluster sampling. We designed a survey and applied it to 232 men who studied at a public university in Durango, Mexico. Of these men, 95% had suffered intimate partner violence at least once, and 69% in a recurrent pattern. Some of them (6.7%) were fathers, which was related to economic violence (presence: prevalence ratio, pr=2.30 [1.35-3.94]; recurrence pr=3.31 [1.8-5.55]) and sexual violence (presence pr= 2.60 [1.60-4.21]; recurrence pr=3.53 [1.90-5.92]). The proportion of harmed men reported in this work is higher than in other studies. The results support the idea of the need for awareness, prevention, and attention programs focused on abused men.

Keywords: Violence, men, university students, intimate partner violence.

Resumo: A violência por parceiro íntimo tem sido menos explorada na perspectiva dos homens como vítimas. Pouco se sabe sobre as características e circunstâncias em que os homens vivenciam esse fenômeno. O objetivo deste estudo foi estimar a presença e recorrência de violência emocional, física, sexual e econômica, no papel de receptor, em universitários do sexo masculino de Durango; bem como sua comparação com algumas variáveis sociodemográficas. Um questionário foi aplicado a 232 estudantes do sexo masculino de uma universidade pública de Durango, no México; por amostragem aleatória, estratificada e por conglomerados. 95 % dos homens relataram ter sido vítimas de algum tipo de violência conjugal pelo menos uma vez e 69% recorrentemente. 6.7% dos alunos relataram ter filhos; e essa condição mostrou-se relacionada à presença de violência econômica (razão de prevalência, rp=2.30 [1.35-3.94] e sua recorrência rp=3.31 [1.8-5.55]), bem como à presença de violência sexual (rp= 2.60 [1.60 -4.21]); e sua recorrência rp=3.53 [1.90-5.92]). A proporção de homens que sofreram violência é alta em comparação com outros estudos. Os dados corroboram a necessidade de programas de conscientização, prevenção e atendimento a homens vítimas de violência.

Palavras-chave: violência, homens, estudantes universitários.

La Organización Mundial de la Salud (oms, 2009) ha identificado que la problemática de la violencia contra las mujeres dentro del contexto de pareja es un asunto prioritario de salud en cuanto a su prevención y atención, ya que se trata de un fenómeno con devastadoras consecuencias en la vida de las mujeres. Sin embargo, en el ámbito internacional, poco se conoce sobre las dimensiones y circunstancias en que los varones reciben violencia dentro de sus relaciones de pareja.

La violencia de pareja (en adelante vp), no debe interpretarse como un fenómeno simplista en el cual todos los hombres o todas las mujeres actúan de manera uniforme, más bien, es importante que su estudio describa las diferentes conductas y posiciones que asumen ambos, como receptores(as) y ejecutores(as), así como las características que se encuentran relacionadas con los distintos matices en que aparece, reconociendo además la conformación de parejas no heterosexuales. Este análisis —se podría decir de amplio espectro— es fundamental porque en gran medida de acuerdo con Cienfuegos (2014), puede fungir como directriz para evaluar y reorientar políticas públicas, sociales y de salud.

En palabras de López-Rosales et al. (2013) se puede definir a la vp como “un ejercicio de poder [...] a través de acciones u omisiones [...] contra su voluntad [...] a aquella persona con que se tiene un vínculo íntimo, ya sea de noviazgo [...] con o sin intención de casarse y sin convivir [...] matrimonio [...] o cohabitación” (p. 6). De hecho, un aspecto fundamental que debe tenerse en cuenta para contextualizar el estudio de la vp, es la complejidad de formas de vinculación entre ambos miembros de la pareja, tales como relaciones de noviazgo, relaciones informales o parejas meramente sexuales (Blandón-Hincapié & López-Serna, 2016; Flores-Hernández et al., 2021); debiendo considerar que la violencia puede presentarse en esa multiplicidad de acuerdos. De la misma manera, la presencia de hijos —ya sea en común o no— tampoco está delimitada a un solo tipo de relación.

En este sentido, las relaciones de pareja de los jóvenes tienden a ser diversas, ya que se encuentran en función de los cambios en las condiciones sociales, económicas y demográficas de los países. En México, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (inegi, 2017), el porcentaje de adolescentes y jóvenes (15-29 años) en soltería disminuyó en el periodo del 2009 (65 %) al 2014 (63.5%), prefiriendo entre quienes tienen relaciones de cohabitación, la unión libre (que aumentó en 3.6%) antes que el matrimonio (el cual disminuyó en 2.8 %). Así mismo incrementó la proporción de jóvenes separados(as), divorciados(as) y en viudez (de 2.7 a 3.4 %). Además, el incremento en el nivel educativo, la entrada de las mujeres al mundo laboral y el desempleo de los varones, ha propiciado posponer el inicio de las relaciones de pareja con cohabitación.

La población de estudiantes universitarios, dentro del estudio de la vp, ha sido un sector poblacional incluido (Carranza & Galicia, 2020; Gracia-Leiva et al., 2019; Guillén et al., 2021; Pulido et al., 2012), no solo por la accesabilidad de las y los investigadores a la información, sino porque representan un importante potencial de cambio en los países. Por lo tanto, el perfil de hombres y mujeres con grado universitario se distingue presente en algunos estudios que han retomado el tema de vp ejercida contra los varones.

Se dispone de información desde la voz de algunas mujeres heterosexuales europeas universitarias (Balabukha et al., 2016) y africanas (Godfrey, 2015) que han ejercido violencia sobre sus parejas, encontrando que aquellas con mayor nivel educativo, presión financiera, antecedentes de violencia entre sus padres durante su infancia y cuyas parejas (varones) consumían alcohol, fueron las más propensas a violentarlos. En el caso de mujeres norteamericanas residentes de refugios para mujeres violentadas (Holmes et al., 2019), se identificó que el 93% había perpetrado vp, solo en el caso del 5% dichos actos no habían sido de forma mutua.

Desde la perspectiva de los hombres con perfil mayormente universitario, en Europa se ha descrito cualitativamente la experiencia de vp en su contra, destacando el uso de los hijos como medio para violentarlos (Nybergh et al., 2016). Mientras tanto, en Chile han narrado (Rojas-Andrade et al., 2012) que sus parejas (mujeres) paradójicamente los culpan por no cumplir con los papeles tradicionales de un hombre, por lo que utilizan la violencia para corregirlos.

Otra forma de estudiar la vp ejercida contra los hombres, ha sido la revisión de la denominada violencia bidireccional o mutua, misma que se ha retomado dentro del contexto norteamericano en adultos cohabitantes con sus parejas (Renner et al., 2015), encontrando hallazgos como que los varones reportan recibir más violencia física de la que sus parejas mujeres aceptan haber infligido sobre ellos; por otra parte, en adolescentes procedentes de comunidades indígenas norteamericanas (Hautala et al., 2017), tuvieron mayor tendencia a identificarse exclusivamente en el papel de víctimas de violencia física. En Latinoamérica, específicamente en jóvenes colombianos (Pérez-Ruiz et al., 2020), se encontraron proporciones sin diferencias significativas entre hombres y mujeres respecto a la vp recibida.

En Suecia (Nybergh et al., 2013), al trabajar con adultos de diferentes estatus civiles, se destacó que los varones más jóvenes, solteros o divorciados y con mayor escolaridad, tenían más riesgo de recibir o mayores posibilidades de reconocer —según se lea— la violencia de la cual eran víctimas.

El análisis de la vp contra los varones estudiantes universitarios en sus relaciones de noviazgo, se ha documentado en Norteamérica (Strauss & Gozjolko, 2014), distinguiendo la violencia que tiene elementos coercitivos y de control —denominada terrorismo íntimo—, de la violencia situacional, la cual refiere una situación que no implica altos niveles de control, reportando porcentajes similares de hombres y mujeres involucrados en dinámicas de violencia bidireccional de ambas categorías. En México, el trabajo con los datos de la Encuesta de Salud Reproductiva en la Adolescencia de Baja California (González & Fernández, 2014), permitió conocer que más del 40% de los hombres jóvenes encuestados reconocían haber vivido algún tipo de violencia por parte de su pareja, siendo la edad menor un factor de riesgo. En hombres de la Ciudad de México (Trujano et al., 2010), se pudo distinguir que quienes estaban casados presentaban mayores puntuaciones en la escala de violencia aplicada, respecto a quienes estaban solteros; y al comparar la violencia reportada por los varones respecto a su nivel de escolaridad, fueron los universitarios quienes lograron percibir más la violencia de la cual eran objeto (Trujano et al., 2013). En varones mexicanos no heterosexuales (Romero-Méndez et al., 2020) se ha documentado la presencia de vp tanto en el papel de agresores como víctimas.

En los estudios citados puede distinguirse que el mayor nivel educativo y la menor edad de los varones en comparación con otros hombres participantes, coinciden como características de quienes más reportan haber recibibo violencia de pareja. En tanto, existen discrepancias en los hallazgos sobre el estado civil. De ese modo, se vislumbran como áreas de oportunidad el explorar la diferencia de edad y escolaridad respecto a sus parejas, así como otros aspectos de la relación que abonen a la identificación de factores de riesgo para los hombres de convertirse en víctimas de vp, y avanzar no solo en el aporte de datos empíricos sino en la formulación de teorías al respecto.

En el contexto de Durango, México, no se han identificado trabajos reportados que revisen la perspectiva de los varones universitarios como víctimas de vp ni las características relacionadas con el perfil de los mismos, lo cual sería deseable, dado que es importante conocer este aspecto del fenómeno de la violencia para visibilizar las necesidades de su atención y prevención. La presente investigación se llevó a cabo con el propósito de estimar la presencia y recurrencia de violencia emocional, física, sexual y económica en el contexto de pareja, ejercida contra varones estudiantes universitarios de una universidad pública de la Ciudad de Durango, México; así como la comparación de ambos indicadores respecto a algunas características sociodemográficas de interés, tales como tiempo de relación de pareja, cohabitación y presencia de hijos.

Método

Se llevó a cabo un estudio de tipo descriptivo transversal con una muestra de 232 varones estudiantes inscritos en el periodo de enero-junio del 2016, en los programas de licenciatura ofertados por una universidad pública en la ciudad de Durango, México. La muestra procede de un estudio más grande en el que también participaban mujeres, en este se empleó un muestreo probabilístico, aleatorio, estratificado (por sexo) y por conglomerados (por escuelas o facultades). El tamaño de muestra mínimo se calculó con base en la fórmula para estudios descriptivos de Aguilar-Barojas (2005), con el número de estudiantes inscritos en 15 escuelas y facultades durante el ciclo escolar 2016-A.

En el presente estudio se aplicó un cuestionario auto-administrado a los estudiantes varones que hubieran tenido o tuvieran, al momento de realizar la encuesta, una relación de pareja —independientemente de su orientación sexual y estado civil—, y que aceptara participar voluntariamente una vez se les había explicado el propósito del estudio, la garantía de confidencialidad de sus datos, y la libertad de retirarse del estudio o abstenerse de participar si así lo preferían.

Características de los participantes

Los estudiantes encuestados tuvieron una media de edad de 21 años (de= 2.76), mayormente reportaron tiempos de duración cortos (menores a un año) en sus relaciones de pareja, y una fracción apenas superior al 5 % vivía con su pareja o tenía hijos (véase tabla 1). Se encontró una media de edad mayor en los varones con hijos (25.20, de= 4.45) y que vivían con la pareja (24.60, de= 4.17). El 73.3 % de los varones con hijos y el 66.7 % de quienes vivían con sus parejas, contaban con un empleo además de estudiar; y no todos los varones con hijos vivían con su pareja (solo el 53.3%). Los estudiantes que reportaron que su pareja tenía el principal sostén del hogar, coincidieron en vivir con ella y tener hijos.

Instrumento

Con base en los principios éticos para investigaciones médicas en seres humanos de la Declaración de Helsinki de la Asociación Médica Mundial (2017), y el Reglamento de la Ley General de Salud en Materia de Investigación para la Salud (2014) en México, se aplicó un formato de cuestionario que incluía una carta de consentimiento informado. Esta explicaba el objetivo del estudio y los términos de cooperación del participante para solicitar su colaboración libre y voluntaria, estableciendo la garantía de confidencialidad y anonimato.

De igual manera, se incluyó la sección de datos sociodemográficos y una versión adaptada —con la finalidad de medir la frecuencia con que el participante ha recibido vp de su compañera(o) actual o última pareja— de un instrumento desarrollado por el Cuerpo Académico 120 de la Universidad Juárez del Estado de Durango. Este mide 55 acciones de violencia de los tipos: física (11 acciones), sexual (11 acciones), económica (9 acciones) y emocional (24 acciones), en el papel de víctima. Las preguntas son de tipo ordinal con las opciones de respuesta: nunca (0 puntos), una vez (1 punto), algunas veces (2 puntos), la mayoría de las veces (3 puntos), y siempre (4 puntos).

Tabla 1
Características sociodemográficas de los varones participantes n=232
Características sociodemográficas de los varones participantes n=232


El diseño original del cuestionario partió de dos estudios previos orientados a examinar la diversidad de concepciones que las personas otorgan al término violencia y sus tipos. Ambos emplearon la técnica de redes semánticas para identificar, en hombres y mujeres estudiantes de nivel universitario de la Ciudad de Durango, México, el sentido y significado que otorgan a la violencia (Sánchez-Soto et al., 2018) y sus tipos: física, sexual, económica y emocional (Lechuga-Quiñones, 2018).

En ese último abordaje (Lechuga-Quiñones, 2018) se presenta la versión primaria del cuestionario utilizado en la presente investigación, en cuya ocasión, con la finalidad de obtener evidencias de validez de contenido, un grupo interdisciplinario confomado por ocho profesionales expertos en violencia, examinaron la pertinencia —equivalente a que la acción correspondiera a dicha categoría— de las acciones enlistadas en cada uno de los tipos de violencia, a través del porcentaje de acuerdo, indicador retomado del trabajo de Cremades (2017), pero bajo un esquema de evaluación dicotómico (sí o no). Partiendo de la clasificación del grado de acuerdo, propuesta por este último autor, se conservaron los reactivos que obtuvieron por arriba del 60% de concordancia.

La estructura interna de dicho cuestionario fue sustentada teóricamente en los cuatro tipos de violencia que propone laoms (2003) en su modelo de clasificación bajo la denominación de “naturaleza de la violencia”, el cual se considera un sustento sólido a dicho nivel. No obstante, su confirmación a través de análisis cuantitativos es tarea en curso. La confiabilidad de la escala se calculó con el Alfa de Cronbach, obteniendo para la subescala de violencia física un valor de 0.88, para la sexual 0.81, para la emocional 0.92 y para la económica 0.78. Para la escala completa la confiabilidad obtuvo un valor de 0.94.

Procedimiento

La vp se evaluó en tres momentos. Primero, por tipo de violencia, y de manera general, se obtuvo la frecuencia absoluta y el porcentaje de hombres que reportaron haber recibido como mínimo una acción de vp al menos una vez en su relación, denominándole presencia —agrupando todas las opciones de respuesta excepto “nunca” —. Asímismo, se reportaron dichos datos respecto a los hombres que recibieron dos o más veces al menos una acción de vp, denominándole a esto último recurrencia —agrupando las opciones de respuesta desde “algunas veces” hasta “siempre”—.

En un segundo momento se identificó, considerando la escala completa, el número de acciones de vp que había recibido cada persona. Para estos fines, se sumó un punto por cada uno de los ítems en que la persona ofreció una respuesta distinta a “nunca”. A dicha sumatoria se aplicó la prueba de normalidad Kolmogorov-Smirnov, determinando que debía reportarse en términos de variable con distribución no normal. Por lo tanto, se obtuvieron estadísticos como mediana, mínimo y máximo del número de acciones de vp recibidas, los cuales se adquirieron para submuestras conformadas en relación a datos sociodemográficos como número de hijos, tiempo de relación de pareja y cohabitación con la pareja. Para su comparación se utilizaron las pruebas no paramétricas U-Mann-Whitney y Kruskal-Wallis.

Finalmente, en cada uno de los ítems se compararon los porcentajes de varones que reportaron haber tenido presencia y recurrencia de la acción de violencia correspondiente, respecto a la condición de tener hijos. Se utilizó la prueba ji-cuadrada sin corrección, exacta de Fisher o con corrección de Yates según correspondiera para evaluar las diferencias. Se calculó la razón de prevalencias (rp) con un intervalo de confianza al 95 % para las subescalas por tipos de violencia.

Resultados

Considerando la escala completa, se encontró en los estudiantes una presencia —haber recibido al menos una vez una acción— de vp de 95 % (n= 219), así como 69 % (n= 160) de recurrencia —haber recibido dos veces o más al menos una acción de violencia—. Al examinar los resultados por tipo de violencia, se encontró mayor frecuencia —tanto en la presencia como la recurrencia— del tipo emocional; seguida de la física, económica, y por último, sexual (veáse tabla 2).

Al examinar en el grupo de estudiantes con presencia de violencia (n= 219) el número de expresiones de vp que habían recibido, se encontró que aquellos con hijos, así como quienes viven con la pareja, indican haber sido víctimas de un mayor número de manifestaciones de violencia (véase tabla 3).

Tabla 2
Presencia y recurrencia de los tipos de vp recibida por los varones n= 232
Presencia y recurrencia de los tipos de vp recibida por los varones n= 232


Tabla 3
Número de acciones de vp que han recibido los varones n= 219
Número de acciones de vp que han recibido los varones n= 219

Nota:¥ valor de p para la prueba U-Mann-Whitney, £ valor de p para la prueba Kruskal-Wallis.

Mediante la razón de prevalencias se pudo distinguir que la condición de tener hijos estuvo relacionada mayormente con la presencia y recurrencia de violencia sexual, y en menor medida con la violencia económica. En el análisis de la presencia de vp, se encontraron diferencias entre los grupos de varones con hijos y sin hijos, más precisamente en manifestaciones como haber recibido críticas, gritos, ser culpados, sufrir pellizcos, mordeduras y rasguños, ser abusados económicamente, discriminados por su situación económica, ser acosados sexualmente y ser tocados sexualmente sin su consentimiento (véase tabla 4).

Por último, de los varones que dependían económicamente de su pareja —todos con hijos y viviendo con la pareja— el 66.6% reportaron haber sido, al menos una vez, menospreciados, heridos físicamente, lastimados físicamente y humillados económicamente.

Tabla 4
Comparativo de la violencia recibida entre varones con hijos y sin hijos
Comparativo de la violencia recibida entre varones con hijos y sin hijos


Tabla 4 (cont.)



Nota:rp= Razón de Prevalencia, * prueba exacta de Fisher +corrección de Yates.

Discusión

El estudio de la violencia ejercida contra los varones en el contexto de pareja origina debates importantes, ya que por una parte se distingue la necesidad de que su análisis sea incluido en la generación de políticas públicas de salud (Christiansen, 2014), y al mismo tiempo, es un tema áspero en muchos espacios sociales y académicos, en función de la preocupación que se sucita al contemplar que, interpretaciones fuera de contexto resten importancia y sensibilidad al grave problema que representa la violencia de género contra las mujeres (Delgado, 2014).

La identificación de la prevalencia de vp contra los varones y de sus factores relacionados, es una tarea que ocupa actualmente a diversos investigadores, quienes algunas veces la enfrentan a través de instrumentos de medición que inicialmente se desarrollaron para estimar violencia contra las mujeres y luego se adaptaron para población de hombres. En otras ocasiones se construyen cuestionarios —siendo este caso una adaptación de una versión inicial— incorporando desde el diseño, elementos semánticos que dan cuenta del significado que otorgan específicamente los varones al fenómeno de la violencia.

Ahora bien, es importante señalar las limitaciones metodológicas de la presente investigación, por ejemplo, las críticas que han realizado algunos autores (Dubé, 2008) sobre el uso del porcentaje de acuerdo, como un indicador de concordancia en los procedimientos de validación de contenido por jueces, o bien, la importancia de ampliar las evidencias de validez de constructo mediante diversos procesos estadísticos, tales como análisis factoriales exploratorios o confirmatorios, dado que estas permiten abonar al proceso de determinar el grado de certidumbre que se puede depositar en las inferencias que se hacen basadas en los puntajes obtenidos con la escala (Prieto & Delgado, 2010). De igual forma, es importante valorar la conveniencia de distinguir y profundizar en la orientación sexual de los participantes (Romero-Méndez et al., 2020; Zavala-Flores et al., 2019), para el estudio y discusión de la vp.

En tal sentido, nuestro equipo de investigación, posterior a los hallazgos que se presentan en este escrito, retomó el estudio de la vp exclusivamente en varones heterosexuales profundizando en el tema mediante ténicas cualitativas (Sánchez-Soto et al., 2020; 2021), para comprenderlo desde la mirada de los participantes en el marco de las implicaciones socioculturales de las relaciones entre hombres y mujeres, y luego especializar el cuestionario diseñado.

Al margen de lo anterior, pero sin eludir las consideraciones descritas, se puede sostener que la proporción de estudiantes duranguenses que reportan haber recibido al menos una vez vp (poco más del 90%), es similar (94%) en el caso de un estudio con jóvenes universitarios colombianos (Pérez-Ruiz et al., 2020), aunque a diferencia de la presente investigación, en dicho trabajo no estuvieron incluídos varones que cohabitaban o es taban casados con sus parejas. A su vez, se evaluó violencia relacional —definida como agresiones realizadas a través del entorno social—, además de violencia verbal y física. En ambos casos se omitió identificar la orientación sexual de los participantes.

En cambio, la presencia de vp del presente estudio puede calificarse de alta, si se compara con lo reportado (47.6%) en el Estado de Baja California México (González & Fernández, 2014) en población de hombres hererosexuales jóvenes, en quienes se midió únicamente la violencia física y psicológica; lo mismo en Suecia (66.7%) en hombres de 18 a 65 años de edad (Nybergh et al., 2013).

Si se compara la proporción de estudiantes duranguenses que reportaron haber recibido vp de manera recurrente (casi el 70%), con los casos que Strauss y Gozjolko (2014) distinguen como violencia no fortuita, con premeditación, control y coerción (13.4 %), también se puede suponer una prevalencia alta en la población de estudiantes duranguenses.

De manera semejante que en otros estudios (González & Fernández, 2014; Nybergh et al., 2013; Renner et al., 2015), el tipo de violencia más reportada por los varones duranguenses fue la emocional; mismo caso de estudios que han trabajado con muestras mixtas de hombres y mujeres en estudiantes universitarios mexicanos (Fernández et al., 2016). Hecho que de acuerdo con Rey (2008) —quien realizó una revisión a estudios de vp en el noviazgo con adolescentes—, puede relacionarse con que este tipo de violencia usualmente precede a la de tipo física.

Respecto a la vp de tipo sexual reportada en el actual estudio (25 %), el porcentaje de presencia está por debajo (reportando entre 33 % a 46 % en los ítems correspodientes) de la violencia denominada directa —referida a acciones sexuales— en un estudio con varones mexicanos homosexuales (Romero-Méndez et al., 2020), no obstante, en dicho abordaje se enfatizaron las complicaciones de acceso a una muestra probabilística y de mayor tamaño.

Probablemente las frecuencias de vp encontradas en los estudiantes duranguenses, presenten relación con que el instrumento de medición utilizado se encuentra en etapas tempranas de los procesos de validación, ofreciendo una variada gama de indicadores para cada uno de los tipos de violencia explorados. Lo anterior podría contribuir a sobre-estimar los resultados, especialmente si no se han evaluado índices de calidad de los reactivos tales como dificultad y discriminación (Backhoff et al., 2000).

Otra posible situación vinculada es el nivel escolar de la población con la que se trabajó, pues en otros estudios (con mujeres) se ha identificado que una mayor instrucción académica permite tener menos actitudes favorables a la violencia, por lo cual su desnaturalización brinda herramientas para identificar —sin proteger necesariamente de estar expuesto— situaciones violentas (Aktas, 2016). Resultados similares se han encontrado en una muestra mixta (hombres y mujeres) de estudiantes universitarios mexicanos (Carranza & Galicia, 2020), en la cual el patrón de percepción de violencia psicológica mediante control y manipulación fue mayormente distinguido conforme se avanzaba de semestre, así como han sido reportados en mayor medida los factores desapego y humillación por varones estudiantes de nivel universitario, respecto a preuniversitarios (CortésAyala et al., 2015).

Por otra parte, es interesante distinguir la coexistencia de dos grupos de varones duranguenses: con hijos y sin hijos, mismos que pese a coincidir en ser estudiantes de nivel licenciatura, se diferencian en la presencia de tres tipos de vp y la recurrencia de los cuatro tipos de vp evaluados; siendo superiores en el caso de los varones que son padres. Se identificó que han recibido un mayor número de eventos de violencia habiendo indicado ser más culpados, recibir más gritos, ser más tocados sexualmente sin su consentimiento, acosados, y económicamente abusados y discriminados por su situación económica, a la vez que ser más mordidos, rasguñados y marcados, que sus pares hombres sin hijos.

Si bien no se puede asumir la heterosexualidad de todos los estudiantes duranguenses encuestados, dado que no se cuenta con ese dato, sí se puede suponer que los estudiantes que son padres, al menos alguna vez, han estado vinculados con mujeres en relaciones de pareja. Ante esto, una de las posibilidades detrás de dichas dinámicas de vp, puede ser la tensión gestada en la relación de pareja respecto al sustento económico, distribución de tareas de crianza, del hogar y tiempo en pareja, pues se trata de varones que no desempeñan un trabajo de tiempo completo, dado que estudian, e inclusive, algunos de ellos dependen económicamente de su pareja.

Otros estudios cualitativos ofrecen análisis más profundos sobre los distintos elementos que interactúan en la experiencia de paternidad de varones latinoamericanos (Márquez-Doren et al., 2021), por ejemplo, los obstáculos para ejercer paternidades activas (Guerrero et al., 2020) e incluso reflexiones sobre la relación de las pensiones alimenticias paternas con los derechos humanos de las mujeres (Arroyo, 2020).

Probablemente el hecho de que la paternidad (López et al., 2014), e inclusive las expectativas sociales relacionadas a ser hombre (González et al., 2016; Ruiz & Molina, 2021), sigan fuertemente vinculadas al indicador del sustento económico, así como la probable percepción de que dichos varones duranguenses podrían no cumplir a cabalidad esa sentencia sociocultural incida para que se presenten las condiciones violentas por la que atraviesan, en algún punto coincidiría con lo reportado como motivos de algunas mujeres universitarias agresoras (Balabukha et al., 2016; Godfrey, 2015; Rojas-Andrade et al., 2012). Al respecto, Montesinos (2007) ha planteado cómo en el sentido en que la masculinidad se disocia del poder derivado de la capacidad proveedora, el varón inicia un cambio en la identidad que lo pone en interacciones con el otro género, matizadas por situaciones en las que aparece cada vez más en desventaja, debido a que la cultura hace de las suyas y ejerce coerción. En tal sentido, a través de la vp se estaría expresando una inconformidad sobre su estilo, capacidades o posibilidades en la paternidad o masculinidad.

También vale la pena prestar atención a las las referencias de experiencias de paternidad en varones jóvenes, quienes pese a que narran que ser padres es una esfera muy importante en sus vidas (Orlando et al., 2006), sienten que a veces se minimizan sus aportes a la crianza de los hijos e hijas. Además, a diferencia de las mujeres, durante su proceso de vida en pocos espacios se han detenido a hablarles de paternidad y con frecuencia desconocen qué es lo que se espera de ellos (Salguero, 2007), por lo cual sus acciones u omisiones podrían representar aspectos que las parejas consideren deben corregirse, convirtiéndose en motivos para violentarlos emocionalmente.

Es preciso plantear la posibilidad de que en las dinámicas de pareja (o ex-pareja) de los varones duranguenses existan actos de agresión a través de los hijos —y a su vez contra los menores—, algunas veces enmascarados como conductas protectoras, pero denominados como actitudes trianguladoras (Serrano et al., 2009), las cuales no necesariamente son unidireccionales, y es importante dimensionarlas en función de la valoración social —costos, ventajas y desventajas— diferencia que se otorga a la maternidad y la paternidad. Este tema se considera pertinente retomarlo en futuros abordajes de investigación.

Respecto a los alcances de los resultados de este trabajo es importante señalar que el planteamiento realizado no distingue la orientación sexual de los estudiantes, la bidireccionalidad de la violencia, el tiempo (duración) de exposición a la misma, no revisa los motivos de violencia, ni se compara con otro grupo de referencia. Sin embargo, se considera muy valioso el hecho de ofrecer un primer acercamiento a este fenómeno, de acuerdo con las características que contextualizan ser un hombre estudiante universitario durangués, y haber enfatizado en la medición de recurrencia de la violencia, dado que permite suponer que no se trata de hechos situacionales ni aislados, sino constantes e intencionales dentro de la relación.

Finalmente se considera pertinente enfatizar que el propósito de revisar la violencia que han recibido los varones estudiantes duranguenses, no residió en plantear el tema como una situación paralela a las condiciones de violencia estructural por las cuales atraviesan las mujeres —que desafortunadamente sigue contando con aprobación y justificación social en muchos contextos a nivel mundial—, sin embargo, es necesario resaltar que la vp contra los varones contiene elementos de género que son importantes de discutir y señalar.

En suma, se identificó un alta presencia y recurrencia de violencia de pareja ejercida contra los varones estudiantes duranguenses, ocurriendo en mayores proporciones la violencia física, económica y sexual, al tratarse de varones que tienen hijos.

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Notas

1 Este trabajo se deriva del proyecto titulado: “Caracterización de los roles que definen a la víctima, agresor y espectador en la violencia de género en estudiantes de instituciones de educación superior de la ciudad de Durango”, financiado por el Fondo Sectorial de Investigación para la Educación sep-conacyt, clave: sesvg 2012/197218

Notas de autor

* Dirigir correspondencia a María de la Luz Sánchez-Soto. Correo electrónico: mluz.sanchez83@gmail.com