El sentido social de la psicología social latinoamericana. Momento para una revisión

Nelson Molina Valencia
Universidad del Valle, Colombia

El sentido social de la psicología social latinoamericana. Momento para una revisión

Avances en Psicología Latinoamericana, vol. 37, núm. 2, 2019

Universidad del Rosario

La pertinencia de la psicología para atender los asuntos relevantes de las sociedades es una tarea explícita en construcción desde hace aproximadamente cincuenta años. El movimiento hippie en Norteamérica, Mayo del 68 en Francia, la revolución del terciopelo en Praga y el movimiento estudiantil colombiano a comienzos de los años setenta son algunos acontecimientos que interpelaron el conocimiento académico de cara a un compromiso social no solo de la psicología sino del conjunto de las ciencias sociales. El postestructuralismo, las perspectivas decoloniales, la teología y la pedagogía de la liberación o las diversas perspectivas críticas son algunos movimientos que en lo académico asumieron ese reto. La psicología dejó de estudiar como único propósito asuntos pertinentes en los escenarios a los que pertenece y se planteó incidir en ellos, trascendiendo la explicación o descripción de los fenómenos en cuestión. En los años setenta el llamado fue a salir de la torre de marfil en la que solo se estudiaba para incidir deliberadamente en el mundo más allá de los purismos metodológicos y teóricos, lo que supuso una conocida crisis, que hoy resulta pertinente revisar.

La psicología social latinoamericana asumió ese compromiso a través de una agenda para los trabajos que se adelantaran desde la disciplina. Quiero destacar de forma particular a Ignacio Martín-Baró, de quien conmemoramos en 2019 treinta años de su asesinato, sin desconocer con ello los demás nombres protagónicos de este proyecto. Se trata de un reconocimiento al efecto que tuvieron las ideas de este psicólogo español-salvadoreño, entre otros, y frente a las cuales es necesaria una revisión tres décadas después. Martín-Baró (1987) expresó que la psicología, y en particular la psicología social, debía incidir para el logro de la liberación de los pueblos latinoamericanos y específicamente los centroamericanos, por ser el escenario en el que trabajaba. El sentido que podría tener la palabra liberación es diverso y propondría resumirlo como autonomía, construcción de lo público, recuperación de la palabra, organización colectiva, recuperación de la memoria, anclaje a las tradiciones, gestión no violenta de conflictos. ¡Claro! Estas son expresiones propias que no devienen del trabajo del autor y que treinta años después tendrían a mi entender estas posibles traducciones. Sin embargo, es preciso revisar el impacto del proyecto de la psicología social latinoamericana desde 1980 hasta la fecha.

Esta hizo eco de los llamados a la pertinencia política de sus estudios. Los temas que incorporó a su agenda, así como las metodologías a través de los cuales se estudian, son una evidencia de la respuesta a las interpelaciones surgidas a partir de los años setenta, que continúan vigentes, como estarán vigentes siempre que las relaciones de poder generen condiciones de dominación o sea necesario entender la red de relaciones y significados que configuran lo colectivo, es decir siempre. El aporte activo y vigente de la crisis de los años setenta y sus incorporaciones a la psicología social han sido ensamblar a su propósito la incidencia del conocimiento junto con el saber conceptual y metodológico que le es propio.

¿Qué características ha tenido esta incidencia? En primer lugar, la psicología social se reconoce, desde diferentes colectivos, como el campo de la psicología que tiene como prioridad atender las consecuencias desafortunadas de los sistemas económicos y políticos como la pobreza, la marginalidad, la exclusión, la violencia, el narcotráfico y las migraciones, entre otros. En segundo lugar, esta ha sido definida a partir de los escenarios en los cuales podría desarrollar un trabajo profesional, derivados de los temas citados anteriormente: la psicología social profesional atiende organizaciones, comunidades, grupos, colectivos. En tercer lugar, la psicología social en tanto que responde a llamados y compromisos de incidencia, está siendo fuertemente asociada con un campo aplicado antes que con uno conceptual inicial. Las tres comprensiones dan cuenta de la salida de la torre de marfil conceptual, experimental y neutra de una psicología social previa a 1970; no obstante, es preciso acotar algunas ideas en relación con estas comprensiones.

La psicología social no abandona el componente conceptual como consecuencia del compromiso asumido sobre la incidencia en los temas latinoamericanos. Esta es una premisa central al momento de considerar la tarea social, encargo político de la psicología social. La incidencia en temas de interés colectivo desde la psicología social o cualquiera de las áreas de la disciplina debe tener en cuenta al menos un concepto en todo lo que supone: definición, perspectiva epistemológica, enfoque conceptual, abordaje metodológico, efectos éticos y lo más importante estrategia de traducción para la acción. Sin el concepto, la acción se distancia del referente disciplinar y queda definida por otros tipos de racionalidad. Esta consideración pone al profesional de la psicología ante una disyuntiva: incidir desde lo disciplinar en un asunto de interés colectivo o hacerlo como parte del ejercicio de su ciudadanía. Mas, debe prevenirse la conclusión que la incidencia desde la psicología no es un ejercicio ciudadano porque sí lo es. La distinción radica en el eje argumental, ético y si se quiere estético que sustenta la acción y la incidencia. Dicho en otras palabras, el compromiso de la psicología social en la incidencia sobre los asuntos de interés colectivo no puede vaciarse de sus referentes conceptuales y quedar definida solo a partir de los problemas o las comunidades que atiende. En un pleonasmo, vale decir que el compromiso social de la psicología social se define y evalúa desde sí misma, desde algún sector de su marco referencial.

La revisión del sentido social de la psicología social en este momento, definido arbitrariamente a los 30 años de la muerte de Martín-Baró, pasa por preguntarnos las formas en las que se ha hecho pertinente la disciplina en América Latina. ¿Se trata acaso de un desplazamiento hacia la acción con menor atención a la teoría? ¿Un periodo en el que no se ha abandonado la torre de marfil y se ha adquirido poco efecto de incidencia? ¿De una redefinición de las categorías a las que presta atención dejando en un segundo plano los conceptos de la disciplina? O ¿de un proceso en tensión permanente entre acción, incidencia y teoría? Habrá respuestas y argumentos para cada una de las preguntas, pero en lo particular percibo un momento de retorno retomando la analogía del péndulo en que es necesaria la vuelta a la teoría para ganar precisión y responsabilidad en la incidencia que la psicología social se ha propuesto. Quizá no sea una condición generalizada para la psicología social, pero sí una revisión necesaria en medio de aquellas prácticas que la han definido en los últimos treinta años a partir de los problemas que atiende, los contextos en los que interviene o el compromiso de incidencia que deben tener los psicólogos sociales en tanto que ciudadanos.

El compromiso de la psicología social se deriva del potencial que tienen sus categorías, mas no de su apellido social o el trabajo que podría realizar con las personas. El argumento puede trasladarse a otros campos de la psicología concluyendo que todas y cada una tienen un compromiso transformador, lo cual despoja a la psicología social de una responsabilidad que la mayoría de las veces se le endilga como propia. La responsabilidad de los efectos de la psicología y su impacto político le corresponde a toda la disciplina y por tanto los temas que se supone debe atender la psicología social son apenas asuntos que desde el campo reciben una mirada sin que esto les defina una ontología particular. La psicología social es una mirada, una forma de lectura a la que no le corresponden grupos o fenómenos y por consiguiente si se despoja de su componente conceptual no es claro el origen de la lectura, intervención o incidencia.

Concluyo que la pertinencia de la psicología social, así como su identidad latinoamericana, depende de por lo menos tres condiciones. La primera es que a partir del cuerpo conceptual disponible se expliquen acontecimientos propios del contexto; de esta manera el carácter propio queda definido en la extensión del concepto y no en su definición, adquiriendo relevancia explicativa y distanciándolo de contextos extraños (argumento que también aplica a estudios entre nuestros propios países o regiones dentro ellos). Segundo, desarrollar enunciaciones conceptuales propias en contenido y extensión que den cuenta no solo de asuntos específicos del contexto, sino también de prácticas de producción de conocimiento particular; algunos trabajos de la psicología comunitaria y política latinoamericana se enmarcan en esta perspectiva. En tercer lugar, es necesario que las acciones derivadas desde la psicología social se sustenten en conceptos propios de la disciplina, emergentes de cualquiera de las dos prácticas anteriores por tratarse de un ejercicio permanente de negociación entre teoría, traducción a la acción, contexto y revisión de efectos. En los últimos cincuenta años la psicología social quizá no transformó la crisis de pertinencia, pero sí emprendió procesos de incidencia que antes no eran tan frecuentes ni aceptados. Es el momento para que un mundo con psicología social sea diferente, para que pueda dar cuenta de aquello que lo ha hecho diferente desde la propia disciplina. Es el momento para contradecir a Tomás Ibáñez (2001) cuando afirma, con razón, que un mundo con o sin psicología social es igual.

Referencias

Ibáñez, T. (2001). Navegar en la objetividad o fondear en el placer. Athenea Digital, 31-37.

Martín-Baró, I. (1987). Retos y perspectiva de la psicología en América Latina. Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana.