La vigencia de Sartori en las inacabadas definiciones de democracia y régimen democrático

Mauricio Jaramillo Jassir
Universidad del Rosario, Colombia

La vigencia de Sartori en las inacabadas definiciones de democracia y régimen democrático

Desafíos, vol. 30, núm. 1, 2018

Universidad del Rosario

Habría que poseer “cierto grado de inconsciencia para escribir sobre la democracia”, habida cuenta de la multiplicidad y cantidad de trabajos dedicados a la materia, como alguna vez sentenció el sociólogo francés Phillipe Braud (2003, p. 7). En el caso de Giovanni Sartori, más que inconsciencia, se trata de valor, persistencia y especialmente pertinencia. La democracia junto al poder, es tal vez el concepto más importante para la ciencia política, y ha sido piedra angular sobre la cual se han apoyado estudios que buscan entender la génesis, los procesos y los efectos de la democracia: sistema político que ha llegado a imponerse como el menos imperfecto.

En efecto, la democracia ha dejado de ser el ideal por excelencia de los sistemas políticos, para convertirse en una suerte de mal menor, en el que se reconoce que lejos de la perfección, encarna el régimen con mayores posibilidades de lograr el propósito secular de igualdad y como el remedio más efectivo contra los experimentos políticos que han derivado en tragedias para la humanidad. Tal ha sido el caso de los totalitarismos descritos por Hannah Arendt (1982), las dictaduras tan presentes en el universo político latinoamericano, empapadas de la paranoica contención del comunismo, y más recientemente, de los autoritarismos competitivos (Levitsky & Way, 2002) y regímenes híbridos (Morlino, 2008). Para todos esos regímenes que tanto daño han causado, la democracia también ha sido una adecuada y efectiva respuesta.

En este contexto complejo e incluso adverso para la democracia, sobre todo por la proliferación de los autoritarismos, se inscribe el pensamiento de Giovanni Sartori, uno de los principales referentes sobre la teoría de la democracia y más concretamente sobre la representatividad. Esta última enfrenta una crisis dramática que ha derivado en el fortalecimiento de regímenes, en los que el derrotero se ha vuelto la participación, y en algunos casos, en detrimento de la representatividad.

¿Cuál es concretamente el aporte de Sartori a la forma en que se entiende la democracia? Se puede decir que el pensamiento de Sartori es inexorable en las discusiones sobre la congruencia en la representatividad, el papel de las instituciones, la efectividad de la democracia, el multiculturalismo y la democracia, y la forma como el populismo ha venido permeándola en las últimas décadas. Se puede decir que esta contribución de Sartori se proyecta en tres grandes planos.

La vigencia de Sartori en el carácter imperfecto de la democracia

Uno de los mayores méritos de Giovanni Sartori consistió en ajustar y defender los alcances de la democracia representativa. Su virtud como su legado no consisten necesariamente en un descubrimiento, sino más bien en dejar una puerta abierta para la discusión, que con el paso de las décadas no ha perdido vigencia. Esto es importante porque en el debate sobre la representación, Sartori aparece como un referente obligatorio, y su defensa de la representatividad ha sobrevivido a tres momentos clave en la historia reciente de la democratización: a) la Tercera Ola de Democratización, tal vez en la que mejor se inscribe su idea de representatividad y de la que hace parte la caída del comunismo soviético, fenómeno al que le dedicó una obra en la que complejiza la supuesta victoria total de la democracia liberal (Sartori, 1993), insistiendo en que quedaba una tarea pendiente en la Europa otrora socialista; b) la globalización y la década de los noventa que debían conllevar a la consolidación de la democracia, y que dieron origen a la consolidología (Schedler, 1998) como un campo de la ciencia política, que debía ocuparse de la lectura y evaluación de la profundización de las democracias instaladas en las décadas anteriores, y c) el debate actual ligado a una supuesta posdemocracia (Crouch, 2004).

En todos estos periodos donde se ha discutido apasionadamente la esencia de la democracia, Sartori dejó clara su postura, la representación no es una de las vocaciones que un régimen democrático pueda tener, sino que se trata de un elemento constitutivo e insustituible: “mi postura es que la representación es necesaria (no podemos prescindir de ella) y que las críticas de los directistas son en gran parte fruto de una combinación de ignorancia y primitivismo democrático” (Sartori, 1999, p. 2).

Esta idea sobre el valor de la delegación en la representación es importantísima para entender el debilitamiento de las instituciones por los reclamos cada vez más frecuentes destinados a establecer canales directos de participación, que se justifican en la crisis de la representación.

Sartori y la consolidación democrática

Tras la Segunda Guerra Mundial, el debate más frecuente consistía en determinar si un régimen podía considerarse como democrático. Para ese entonces, la concepción democrática era más bien dicotómica. Es decir, o bien existían las democracias liberales definidas según los criterios de autores como Joseph Schumpeter (2015) y Robert Dahl (1989), o se trataba de las democracias populares orientadas por el marxismo. Ahora bien, las segundas nunca fueron aceptadas como tal por el carácter represor del que hicieron gala dichos gobiernos.

En la posguerra fría y extinta, la Unión Soviética se abrió el camino para centrarse en la consolidación de la democracia liberal, y allí se produjo una marcada diferencia entre la forma de observar la democracia centrándose en sus atributos y la manera de evaluar su grado de profundización en un Estado. Esto implicaba sobrepasar la idea de determinar un régimen como democrático, para más bien discutir sobre la base de qué tan consolidada estaba la democracia. En esta hegemonía de la democracia liberal han sobresalido dos versiones: la representativa y la participativa, sin ser las únicas y sin que esta clasificación agote todas las propuestas.

En medio del debate sobre la efectividad de la democracia representativa versus la participativa, uno de los principales retos de la ciencia política ha consistido en evaluar la congruencia entre los mandantes y mandatarios. La esencia de la democracia moderna es la separación de poderes, los equilibrios y el Estado de derecho. No obstante, las constantes demandas de la ciudadanía han hecho que en algunos Estados se asista a una paradoja, pues mientras las instituciones funcionan desde el punto de vista procedimental, la democracia parece gozar de buena salud, aunque por épocas la gente se haya expresado en su contra. En marcadas coyunturas, porcentajes representativos de ciudadanos se han mostrado dispuestos a aceptar regímenes autoritarios, con tal de que se solucionen problemas de tipo económico.

En la encuesta de 2004 del PNUD, que sirvió de pionera para los ejercicios de Latinobarómetro con el objeto de evaluar el grado a apropiación de la democracia y cuyo documento fue titulado La democracia en América Latina. Hacia una democracia de ciudadanas y ciudadanos, quedó evidenciada la poca apropiación del sistema. En 18 países de América Latina, el 54,7 % se mostraba a favor de un régimen autoritario si satisfacía demandas económicas.

En este rechazo a la democracia tiene mucho que ver la representatividad, pues las quejas constantes contra quienes deben actuar en nombre de miles vienen creciendo en las últimas décadas. Esto se debe no solo a la crisis de los partidos y de los políticos en general, sino a que la ciudadanía asume y percibe las prerrogativas desmedidas de los poderes fácticos lejos de cualquier órbita de control. Tal sería el caso de emporios económicos, medios de comunicación y algunas organizaciones que en nombre de la sociedad civil promueven los intereses de poderosos segmentos.

Wolfgang Merkel (2015) plantea este debilitamiento de la representatividad en los siguientes términos:

En tiempos de la globalización, la desregulación y la integración europea avanzada, los parlamentos y gobiernos regionales han perdido poder. Los expertos y los ciudadanos se preguntan: ¿quién gobierna en realidad en el siglo XXI?, ¿los gobiernos elegidos por nosotros, legitimados por nuestro voto, o los mercados internacionales, los Bancos centrales, los burócratas y los regímenes supranacionales? (p. 36).

El mismo autor al referirse a Sartori muestra la importancia de sus ideas para abordar las consultas populares, uno de los instrumentos más evocados en las democracias directas y de las cuales, el autor italiano fue un duro crítico:

más escéptica es la corriente dominante de los estudios contemporáneos sobre partidos políticos. Su decano, Giovanni Sartori critica el carácter de suma cero de las consultas populares, que no abre espacio a la negociación y al acuerdo, y, por lo tanto, solo conoce ganadores y perdedores. Las consultas populares se conciben como instrumentos de la democracia de mayorías que perjudican a las minorías, si es que directamente no las amenazan (Merkel, 2015, p. 45).

Así se observa cómo Sartori, en épocas en que han estado en boga los reclamos por una democracia cada vez más directa, se ha erigido en un defensor de la democracia que al respetar ante todo el principio de la negociación, y no el resultado absoluto en las urnas, preserva una característica determinante: el respeto por las minorías y las diferencias. Se trata de lo que advirtió Alexis de Tocqueville.

El gran reto que supone la democracia representativa consiste en evaluar en su justa medida, la incongruencia y ver exactamente qué efectos tiene sobre la calidad de la democracia o si su crisis puede incluso poner en tela de juicio el carácter democrático de un sistema. De ese reto que ha inspirado numerosos estudios, debates y proyecciones sobre el presente y futuro de la democracia, Sartori es en buena medida responsable.

Multiculturalidad, populismo y democracia

Recientemente, las consultas populares para abordar asuntos que, por otras vías, requieren de largas negociaciones, parece ser una de las posibles respuestas para aumentar la efectividad de la democracia. Como lo plantea Pierre Rosanvallon (citado por Wieder, 2016) en el mundo de hoy tres factores constitutivos de la democracia están en crisis: la dimensión representativa, la confianza entre Gobierno y gobernados, y la legitimidad de las decisiones del Gobierno.

En medio de esta pérdida de terreno, el populismo ha surgido como una respuesta con orígenes y efectos sobre la democracia muy diversos dependiendo del contexto geográfico. En Europa concretamente, los desafíos de la democracia pasan en buena medida por el discurso sobre el multiculturalismo, del que Sartori fue un duro crítico. El intelectual italiano estuvo siempre en contra de ceder y permitir “la destrucción de la democracia” en nombre del supuesto respeto por otras culturas:

¿hasta qué punto una tolerancia pluralista debe ceder no solo ante “extranjeros culturales”, sino también a abiertos y agresivos “enemigos culturales”? En una palabra, ¿puede aceptar el pluralismo, llegar a aceptar su propia quiebra, la ruptura de la comunidad pluralista? Es una pregunta similar a la que en la teoría de la democracia se formula así: ¿debe permitir una democracia su propia destrucción democrática? Es decir, ¿debe permitir que sus ciudadanos elijan a un dictador? (Sartori, 2001, p. 55).

Esta idea del fin de la democracia por vías que el propio sistema contempla está vigente hoy más que nunca, por el avance de partidos de extrema derecha en Europa, que proponen someter a consulta popular temas que en el marco de discusiones en los aparatos parlamentarios, difícilmente podrían sobrevivir. Se trata de decisiones que podrían limitar el derecho de ciertas minorías o de grupos.

Sartori dejó un legado para continuar la discusión acerca de las márgenes de la democracia, que debe servir para complejizar la respuesta a preguntas clave sobre el presente y futuro de la misma: ¿cómo entender la relación entre islam y democracia? No es tan simple como asumir que son antítesis, pues el caso de Enahda en Túnez parece mostrar que la compatibilidad es posible. ¿Constituyen el populismo y los mecanismos de democracia directa un atentado contra la democracia? Se deben tomar en consideración los avances democráticos logrados por constituciones aprobadas mediante consultas populares en la región andina en décadas pasadas. ¿De qué forma puede hoy preservar la democracia de los abusos de la mayoría que en nombre del colectivo pueden poner contra la pared a minorías? Piénsese en el acoso a migrantes, población LGTB y otros segmentos. Finalmente, ¿de qué mecanismos dispone en concreto la ciencia política para evaluar la sintonía entre votantes y gobernantes una vez han resultado electos? Sartori estará presente en la discusión que acompaña los intentos de dar respuesta a estos interrogantes.

Referencias

Arendt, H. (1982). Los orígenes del totalitarismo. Madrid: Alianza.

Braud, P. (2003). La démocratie politique. París: Seuil.

Crouch, C. (2004). Post-democracy. Cambridge: Polity Press.

Dahl, R. (1989). La Poliarquía. Madrid: Tecnos.

Levitsky, S., & Way, L. (2002). The rise of competitive authoritarianism. Jounral of Democracy, 51-65.

Merkel, W. (2015). Democracia directa. Los referendos desde la perspectiva de la teoría de la democracia y la socialdemocracia. En A. Minnaert & G. Endara (Eds.). Democracia participativa e izquierdas, (35-94). Quito: Fes-Ildis.

Morlino, L. (2008). Hybrid regimes or regimes in transition? FRIDE Working Paper, (70), 1-19.

Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo. (2004). La Democracia en América Latina. Hacia una democracia de ciudadanas y ciudadanos. Nueva York: Naciones Unidas.

Sartori, G. (1993). La democracia después del comunismo. Madrid: Alianza.

Sartori, G. (1999). En defensa de la representación política. Claves de razón práctica (91), 2-6.

Sartori, G. (2001). La sociedad multiétnica. Pluralismo, multiculturalismo y extranjeros. Madrid: Taurus.

Schedler, A. (1998). What is democratic consolidation? Journal of Democracy, 91-107.

Schumpeter, J. (2015). Capitalismo, socialismo y democracia. Barcelona: Página Indómita.

Wieder, T. (14 de julio de 2016). Pierre Rosanvallon: « Créer un sentiment de démocratie permanente, de démocratie continue ». Le Monde.