Territorios
ISSN:0123-8418 | eISSN:2215-7484

Diferencias, traducciones y metodologías en investigaciones sobre ciudades: miradas desde Brasil, España y el País Vasco

Differences, Translations and Methodologies in Research on Cities: Perspectives from Brazil, Spain and the Basque Country

Diferenças, traduções e metodologias na pesquisa sobre cidades: perspectivas do Brasil, Espanha e País Basco

Luiz Alex Silva Saraiva, Clarissa Cordeiro Campos

Diferencias, traducciones y metodologías en investigaciones sobre ciudades: miradas desde Brasil, España y el País Vasco

Territorios, núm. 48, 2023

Universidad del Rosario

Luiz Alex Silva Saraiva

Universidad Federal de Minas Gerais, Brasil


Clarissa Cordeiro Campos

Universidad Federal de São João Del-Rei , Brasil


Recibido: 21 abril 2021

Aceptado: 31 julio 2021

Información adicional

Para citar este artículo: Silva Saraiva, L.A., & Cordeiro Campos, C. (2023). Diferencias, traducciones y metodologías en investigaciones sobre ciudades: miradas desde Brasil, España y el País Vasco. Territorios, (48), 1-32. https://doi.org/10.12804/revistas.urosario.edu.co/territorios/a.10516

Resumen: En este artículo se pretende problematizar las prácticas de investigación en el ámbito de los estudios organizativos sobre las ciudades, especialmente en lo que se refiere a la aplicación de métodos cualitativos y comparativos, que implican la comprensión, traducción y análisis de la información en diferentes idiomas. Los datos examinados se refieren a tres investigaciones realizadas en la región metropolitana de Belo Horizonte, en Brasil, en Madrid y en el País Vasco, en el territorio español. El recorrido teórico y metodológico sugiere que las asimetrías entre investigadores e investigados exigen reflexiones éticas sobre qué, para qué y por qué se hacen investigaciones que aportan tan poco a los no investigadores. Independientemente de que la investigación se lleve a cabo en Europa o en Sudamérica, los datos apuntan a la traducción como un elemento importante de la investigación porque implica reconocer las diferencias entre los distintos agentes, lo que sugiere metodologías de humanización no solo para desinstrumentalizar la investigación, sino para reconocer la humanidad de los implicados en la misma.

Palabras clave: Diferencias, traducción, ciudades, investigaciones cualitativas, ética de la investigación.

Abstract: In this article the aim is to problematize research practices in the field of organizational studies on cities, especially regarding the application of qualitative and comparative methods, which imply understanding, translation and analysis of information in different languages. The data examined refers to three investigations carried out in the metropolitan region of Belo Horizonte, in Brazil, in Madrid and in the Basque Country, in the Spanish territory. The theoretical and methodological path suggests that the asymmetries between researchers and the researched demand ethical reflections on what, for what, and why investigations are made that bring so little return to non-researchers. Regardless of whether the research is done in Europe or South America, the data point to translation as an important element of research because it implies recognizing differences between distinct agents, suggesting humanizing methodologies not only to de-instrumentalize research, but to recognize the humanity of those involved in the investigation.

Keywords: Differences, translation, cities, qualitative research, research ethics.

Resumo: Este artigo tem como objetivo problematizar as práticas de pesquisa no campo dos estudos organizacionais sobre as cidades, especialmente no que diz respeito à aplicação de métodos qualitativos e comparativos, que envolvem a compreensão, tradução e análise de informações em diferentes idiomas. Os dados examinados referem-se a três investigações realizadas na região metropolitana de Belo Horizonte, no Brasil, em Madri e no País Basco, em território espanhol. O percurso teórico-metodológico sugere que as assimetrias entre pesquisadores e participantes exigem reflexões éticas sobre o quê, para quê e por que se fazem pesquisas que pouco contribuem para os não pesquisadores. Independentemente de a pesquisa ser realizada na Europa ou na América do Sul, os dados apontam a tradução como um elemento importante da pesquisa porque implica reconhecer as diferenças entre os diferentes agentes, o que sugere metodologias de humanização não apenas para desmaterializar a pesquisa, mas reconhecer a humanidade dos envolvidos nela.

Palavras-chave: Diferenças, tradução, cidades, investigações qualitativas, ética em pesquisa.

Introducción

El objetivo de este texto es problematizar la práctica de investigación en el campo de los estudios sobre ciudades, en especial con relación a la aplicación de métodos cualitativos y comparativos, en los cuales la recolección de datos implica la comprensión, traducción y análisis de informaciones en diferentes lenguajes. Más allá de la cuestión de las lenguas habladas y escritas en territorios diversos, por lenguaje nos referimos también a las diversas formas de expresión regionalmente constituidas o decurrentes de diferencias que pueden establecerse en un mismo país y en sus territorios, sea cual sea la escala. Presentaremos un análisis bajo una mirada particular sobre la relación entre investigadores e investigados, específicamente cuando los primeros se proponen actuar juntamente con grupos en contextos sociales y lingüísticos diferentes al suyo.1

Comprender las variadas asimetrías entre estas personas y sus mundos nos ayuda a discutir no solamente el conocimiento que proponemos a construir, pero, sobre todo a ampliar la noción de metodología con la que trabajamos. En este sentido, argumentamos que una vez que el lenguaje constituye un importante componente de conformación cultural y social (O’Mahoney, 2016), el estudio de las posibilidades de traducción y comprensión de informaciones recolectadas junto a grupos en contextos sociales y lingüísticos diversos, bien como el análisis crítico de dificultades y barreras encontradas, contribuyen para la construcción de metodologías mejor fundamentadas para una investigación cualitativa y comparativa en contextos urbanos variados.

Desde el punto de vista empírico, nuestra discusión será erigida a partir de las experiencias recientes de investigaciones de los autores llevadas a cabo en la región metropolitana de la ciudad brasileña de Belo Horizonte y en territorio español, en Madrid y en seis municipios del País Vasco. Entre otros aspectos, sugerimos que hay una dinámica social que sobrepasa la propia actividad de investigación y que pone en jaque perspectivas metodológicas tratadas solamente como formalidad académica, según Saraiva (2020a). Así, aunque parta de parámetros y objetivos previamente sistematizados, la comprensión y el análisis de datos recolectados por medio de entrevistas y otros materiales producidos por los grupos en estudio implican capacidades y posibilidades de traducción que sobrepasan el simple paso de un código escrito o hablado a otro (Appiah, 2012).

Nuestra perspectiva recae sobre la traducción como posibilidad de comprensión de lo que se comunica en un contexto social, político y cultural específico, de las subjetividades contenidas entre las palabras, de lo que está por detrás de lo que es dicho, y de lo que se desea revelar (Wilmot, 2017). Traducción, por lo tanto, como instancia de inclusión/exclusión de los investigadores y de los investigados, en un proceso de compleja aproximación e interacción, sugiriendo que el lenguaje en sí es un poderoso medio que puede, en última instancia, viabilizar o inviabilizar la investigación.

Defendemos que no cabe una versión materializada de metodología para tratar un fenómeno tan complejo y multifacetado como la ciudad. En especial en lo que concierne a estudios con enfoque en movimientos sociales y prácticas espaciales insurgentes, argumentamos que diferencias entre investigadores e investigados, bien como los diferentes modos de apropiación y vivencia del espacio, deben necesariamente ser reconocidos como aspectos fundamentales en la delineación de la investigación y en la selección de herramientas metodológicas (Spink, 2002).

Las investigaciones en las ciudades presuponen el compromiso ético y político de los investigadores más allá de los cánones de la metodología, desnudándose de muchos elementos que solo hacen sentido dentro de los muros académicos, asumiendo que las investigaciones existen por y para la sociedad (Celani, 2005). Este nos parece un desafío notable una vez que, pese a que haya habido muchos esfuerzos en este sentido, gran parte del conocimiento producido por la universidad aún es consumido sólo por los que forman parte de ella. Esta perspectiva la fragiliza como parte de un proyecto de sociedad emancipadora porque produce un aislamiento institucional (Wilmot, 2017). La universidad pasa a ser vista como algo caro y eventualmente dispensable, principalmente en un contexto como el actual, marcado por el conservadurismo, por recrudecimiento de la violencia, en especial en los ataques a la ciencia, y por la amplia difusión de la ignorancia.

En adición, las posibilidades de recolectar datos en determinados contextos deberían implicar no solamente la formación personal del investigador y en los intereses institucionales de la universidad, sino el establecimiento de intercambios, de fortalecimiento mutuo, de relaciones de confianza. Específicamente, estudios que utilizan la comparación como una de sus herramientas metodológicas, como en algunos de los ejemplos presentados en este estudio, en especial en el caso de investigaciones intercontinentales (o cuando por otros motivos los contextos abordados presentan diferencias significativas desde el punto de vista social y lingüístico) tienen en la traducción un factor determinante. Las posibilidades de comprensión, traducción y análisis de informaciones en diferentes lenguajes influencian directamente en la calidad de los resultados alcanzados y conclusiones propuestas, también directamente influenciadas por el soporte teórico y metodológico del investigador y su interpretación personal de los datos levantados. En ese sentido, el método elegido y su forma de aplicación se imponen al mismo tiempo como un modo de hacer y como factor limitador de la investigación.

Estudios urbanos críticos y el reconocimiento de diferencias

Para sistematizar mejor la discusión presentada en la presente sección, y con el objetivo de enfatizar en la importancia de integrar la cuestión de la traducción en la metodología de investigación considerando parámetros éticos, culturales e interpretativos y, a la vez reconociendo su influencia en las discusiones realizadas y resultados alcanzados, proponemos un primer abordaje a partir de dos puntos principales: 1) el reconocimiento de diferencias entre investigadores e investigados, y 2) el reconocimiento de los grupos investigados como sujetos políticos colectivos, productores de cultura, y dotados de su propia capacidad crítica frente al mundo.

El reconocimiento de diferencias entre investigadores e investigados implica admitir que, aunque forman parte de la misma sociedad, estos grupos no raramente presentan asimetrías considerables que no pueden ser ignoradas —aunque el investigador académico pueda insertarse de alguna forma en el contexto en estudio—. Asumir esta perspectiva como punto de partida nos lleva a reconocer una serie de prerrogativas que el grupo de los investigadores muchas veces posee, asociadas a existencias privilegiadas en la ciudad, lo que no siempre es el caso de los investigadores. Como ejemplo, investigadores comúnmente frecuentan o viven en el local investigado por opción, en carácter temporario o transitorio, mientras perduran sus actividades. Aunque puedan asumir para sí también el papel de activistas o actuar en apoyo a los grupos investigados, esto no siempre refleja la necesidad o la urgencia de participar de las luchas por ellos estudiadas.

Respecto a eso, Bartholl (2018) se refiere a una investigación militante al mismo tiempo como un acto de investigación y de militancia, que refleja acerca de las luchas de movimientos sociales para buscar fortalecerlas. Se trata de una investigación conducida por alguien directamente relacionado a los procesos investigados en un contexto de militancia. Esto, sin embargo, no exime a los investigadores de las diferencias que los constituyen y los distinguen de las personas con quienes militan. Eso es importante para que no cometamos errores clásicos ya señalados por la Antropología cuando eventualmente tomamos como posible el «desaparecimiento» del investigador en función de su contacto con aquellos que él investiga (Erikson, 1988). Por más grande que sea la inserción en el contexto y la capacidad de ponerse en el lugar del otro, hay una insuperable diferencia que los coloca en campos eventualmente próximos, pero distintos. Por este motivo, los antropólogos asumen para sí la calidad de autores de narrativas de mundo erigidas a partir de su propia visión. Su inclusión en grupos ofrece subsidios para la aproximación, interpretación, comprensión y, a partir de eso, para la elaboración de descripciones densas sobre la dinámica social de grupos en los cuales están interesados (Geertz, 1989; Erickson, 1988).

La cuestión política gana espacio en este contexto y por eso el proceso de investigación activista guarda complexidades intrínsecas (Spivak, 2012). Para Martínex y Lorenxi Fernández (2012, p. 170, traducción propia), un proceso de investigación activista puede producir resultados que desafían “suposiciones comunes, estereotipos, episodios ocultos y autoidentidades”, presentándose aún como una oportunidad para discutir internamente (y públicamente) “las debilidades del movimiento, conflictos y decadencias pasadas (...) tanto como potencialidades, aspiraciones legítimas y conquistas pasadas”. Hay cuestiones más allá del levantamiento de datos propiamente dicho, siendo la propia investigación interrogada con respecto al motivo de su existencia, del porqué ella está hecha de esta forma, y cuáles son las implicaciones para los involucrados, en especial para «la causa».

Si consideramos el caso del investigador-activista, aquel que participa activamente de un movimiento o colectivo que también es el enfoque de su propio estudio (como en Maas, 2015), este no tiene en sus manos una tarea simple, una vez que la investigación activista “consiste en un trabajo científico realizado por activistas con diferentes grados de compromiso político y cualificación científica” (Martínez & Lorenzi Fernández, 2012, p. 172, traducción propia). Los investigadores activistas “no abandonan sus habilidades y preocupaciones científicas a fin de volverse activistas en tiempo integral. Al contrario, ellos pretenden combinar ambas dimensiones sociales de su actividad de investigación de forma virtuosa, con todo variable” (Martínez & Lorenzi Fernández, 2012, p. 167, traducción propia). Por lo tanto, el carácter objetivo, pragmático y escrutador del trabajo científico no raramente en conflicto con la necesidad de seleccionar y preservar informaciones sensibles que puedan potencialmente perjudicar a los grupos estudiados.

Un esfuerzo constante también es necesario cuando se utiliza el conocimiento y las informaciones producidas y compartidas colectivamente en publicaciones o presentaciones individuales, que cuentan con puntos en ambientes académicos, como también es el caso (aunque de forma menos objetiva) de tener acceso privilegiado a movimientos sociales y/o colectivos. Se suma a esto que, dependiendo del caso, (como puede observarse fácilmente en estudios en diferentes países), el investigador no necesariamente es visto como perteneciente a aquel contexto, como también pueden surgir cuestiones desafiadoras concernientes al lenguaje, traducciones e interpretaciones (Guest et al., 2013).

El tipo de datos recolectados también dependerá de la capacidad de observación personal de cada investigador, que podrá notar diferentes matices en cada caso. Conceder entrevistas o actuar como anfitrión o guía, al presentar diversos tipos de espacios al investigador, demanda tiempo de personas que podrían estar dedicándose a sus propias actividades de interés. Algunos grupos aún pueden sentirse incómodos u optar por no aproximarse a representantes de diversas instituciones, lo que en algunos casos también se aplica a investigadores vinculados a universidades (Van der Steen et al., 2020).

Tomar en consideración las diferencias entre investigadores e investigados nos permite encarar puntos de distanciamiento que precisan ser admitidos para que puntos de aproximación puedan efectivamente construirse. Ello pasa necesariamente por el reconocimiento de que tales «sujetos de investigación» son altamente habilitados no solo en describir y analizar lo que vivenciaron, lo que viven y cómo encaran el futuro en este contexto urbano específico. De forma cualificada y autónoma, poseen otros tipos de saber que no siempre están de acuerdo con lo difundido en la academia, lo que constituye un desafío tanto en el sentido del conocimiento en sí como en el de la política. Referente al conocimiento, es necesario considerar que otros saberes desafían nociones institucionalizadas, estancos sobre contenidos y dinámicas urbanas, como también son necesarios métodos específicos que sean abiertos y flexibles para que puedan captar estas informaciones no convencionales. En lo que se refiere a la política, es necesario hacer que la universidad y sus investigadores efectivamente abandonen la «torre de marfil» y, si es posible, que trabajen para derribarla. Para ello, es imprescindible que sean capaces de tomar al otro en la ciudad –sea quien fuere, desde donde quiera que esté y cualquiera que sea su causa- como interlocutor legítimo.

La investigación en sociedad es constitutivamente compleja y construida necesariamente por sujetos en posiciones distintas. Hay una dinámica social en curso, que investigaciones bien ejecutadas son capaces de captar. Pero, para tal, es necesario tener apertura para agendas que transciendan problemas de investigación o delineaciones metodológicas convencionales. Por medio del contacto con las personas que viven en la ciudad a su modo, somos capaces de aproximarnos a las representaciones, prácticas y estrategias por ellas llevadas a cabo para concretizar, a su modo, lo que quieren entender como Derecho a la Ciudad (Lefebvre, 2009). Para ello, precisamos estar aptos para percibir todo el aparato de ordenamiento que nos circunda como una manifestación de una dada visión excluyente de sociedad, pues somete a unos más que a otros, dependiendo «de su lugar social». Sería ingenuo pensar que estas personas solamente se someten a eso sin cualquier reacción. Sin embargo, resistencias pueden ser verdaderamente captadas solamente por investigaciones que consideren a las personas, tanto como sea posible, por lo que realmente son, razón por la que debemos abandonar tanto las autoimágenes engañosas como los estereotipos fantasiosos (Van der Steen et al., 2020).

Estudios urbanos críticos tienen en general el objetivo común de problematizar la ciudad y las diferentes formas por las cuales ella es apropiada y vivida por las personas (Lefebvre, 2009). Así, muy frecuentemente nos volvemos a un perfil citadino que se aleja del sentido común de lo que sería «confort», o vivir confortablemente, gozando de ciertos privilegios. Cuando la intención es cuestionar la perspectiva de ciudad-mercancía, en venta para los que la puedan consumir (Pellicer et al., 2013), nos encontramos con niveles variados de exclusión y de luchas sociales urbanas, como en los estudios urbanos críticos sobre ocupaciones por vivienda y otros fines (Campos & Martínez, 2020; Bastos et al., 2017; Franzoni, 2018; Tonucci Filho, 2017), o en los estudios organizacionales tratando espacios de exclusión variados en la ciudad, como en los estudios de Carrieri y Correia (2020) y Honorato y Saraiva (2016).

El reconocimiento de que los investigadores disfrutan de una serie de privilegios es el primer paso rumbo a la construcción de prácticas de investigación que sean política y socialmente responsables, que efectivamente busquen horizontalizar la interacción y que permitan construir conocimiento con los entrevistados, y no solo los «usando», retirarles unilateralmente la información, como si estuvieran allí solamente ansiosos para brindar informaciones que nosotros, investigadores, podemos examinar y explicar (Martínez-Vérez & Montero-Seone, 2020). Esta perspectiva lamentablemente no es rara en investigaciones con personas excluidas y eso parcialmente explica la creciente resistencia a las investigaciones universitarias. Esto es esperado si consideramos el retorno que la mayoría de los investigadores dan a los entrevistados. ¿Qué alteran los artículos y libros en un contexto opresivo y de desigualdad? ¿Qué cambia en sus vidas?

Mas allá de meramente asumir las diferencias entre investigadores e investigados y reconocer que hay diferentes formas de apropiación y vida en las ciudades, sugerimos que se reconozcan los grupos investigados como sujetos políticos colectivos, productores de cultura y dotados de su propia capacidad crítica frente al mundo. La visión de los grupos investigados como meros objetos de estudio y la búsqueda por una comprensión unilateral e impositiva de fenómenos observados está predestinada a la incompletud. Por todo ello, argumentamos por la potencia de la traducción (en el sentido amplio aquí propuesto) como un proceso abierto y de reciprocidad. Además de permitir una mejor formulación de cuestiones que serán abordadas y su comprensión, esta forma de actuación puede contribuir para que la producción de conocimiento generada en investigaciones se traduzca en sentido inverso, y de alguna forma los propios grupos en estudio la aprovechen. Traducir es necesario tanto para efectivar formas de aproximación de existencias distintas de las que los investigadores poseen, como para poder comprenderlas y explicarlas en lenguajes y contextos más allá del vivenciado por los sujetos abordados.

Desafíos de la traducción como proceso abierto y de reciprocidad

Hay muchos estudios que sugieren/captan/explican las diversas formas por las cuales se puede resistir frente a las dinámicas urbanas constituidas en contexto de opresión. En general, independiente del campo de conocimiento o de la metodología, se presenta un contexto, una forma dada de entendimiento de este contexto y de los lazos en él constituidos, y caminos descubiertos/recorridos/construidos por los cuales se busca combatir/burlar/ escapar a estas dinámicas. En escenarios de franca exclusión, no sorprende que diversos sujetos busquen construir un abrigo seguro para sí, sea este físico o simbólico. Hay diferentes niveles en que se puede operar para llevar a cabo tal trabajo: ocupaciones urbanas para vivienda y otros fines, cajas de cartón, para el caso de personas en situación de calle (Honorato & Saraiva, 2016, 2017; Honorato et al., 2017); la adopción de una estética que marque la presencia en lugares en los que no serían bienvenidos, como en el caso del rayado (Viegas & Saraiva, 2015), entre otros. Antes de pasar a ejemplos más concretos, abordaremos en esta sección la cuestión del lenguaje.

Defendemos que el lenguaje opera agregando sujetos que comparten elementos y se reconocen como pertenecientes a un contexto dado, al mismo tiempo identificando a los «nativos» y diferenciando a los «extranjeros», personas que quieren pasar por alguien del grupo, o que pueden eventualmente aproximarse, utilizando (o no) para ello elementos lingüísticos compartidos por los que allí están. Conjuntamente, los componentes de un lenguaje propio integran un imaginario que evoca “las dimensiones de lo irracional y de la imaginación», así como referencias culturales explícitas e implícitas” (Bezari et al., 2019, p. 2). Para Gusmão (1999), las diferencias internas al propio grupo, tal como sus semejanzas, configuran la posibilidad “no solo de saber lo que soy, pero de situar este «yo» en el espacio y en los tiempos sociales: saber por lo tanto quien soy «yo» como una experiencia cultural (...) y de clase” (p. 73, traducción propia).

El lenguaje, así, es algo complejo que confiere simultáneamente la posibilidad de aproximación/alejamiento, de identificación/desidentificación, de pertenencia/ no pertenencia para los sujetos en un contexto dado. Jergas, resignificaciones, la velocidad del habla, el acento, las alteraciones en el ritmo, formas alternativas de grafía de las palabras, etc., son recursos que exceden la simple concepción de lengua. Por eso argumentamos que no es necesario estar en un suelo extranjero para que no se comprenda palabras, frases, e incluso la comunicación en curso: eso puede ocurrir dentro de su propia ciudad (Ouattara, 2004).

Esta cuestión, por supuesto, es mucho más compleja en el caso de los estudios comparativos entre dos o más contextos, en diferentes ciudades, diferentes países y especialmente entre localidades globales en el sur y el norte (Aguilera & Smart, 2018), como se ejemplificará más adelante. Como lo sugerido por McFarlane (2010), las intricadas particularidades de cada local implican la casi imposibilidad de transferencia directa de lecciones decurrentes de análisis comparativos, una vez que estas no son directamente útiles en otros contextos (Sposito, 2016). En ese sentido, el autor defiende un aprendizaje indirecto por medio de la traducción, es decir, de la adaptación creativa y transformación del conocimiento y de la teoría con el objetivo de informar nuevas perspectivas (McFarlane, 2010). Como resalta Kearney (2003, p. 9, traducción propia), “el desafío ahora es reconocer una diferencia entre sí y los otros sin separarlos tan cismáticamente que no sea posible cualquier relación”. Pero ¿cómo realizarlo cuando las diferencias se manifiestan incluso lingüísticamente?

Cuando personas que poseen lenguas maternas diferentes realizan una investigación, hay una cuestión con la diferencia lingüística, no porque los investigadores no puedan comunicarse adecuadamente en la lengua de origen de los entrevistados, o que ambas partes no puedan adoptar una tercera lengua para interactuar. La cuestión es que, por fluencia o de forma deliberada, la comunicación entre los investigados fluye “en su lengua”, la cual puede constituir barreras de entrada a los investigadores. Es necesario tener en cuenta que, parte de lo que conversan o de lo que piensan sobre el asunto en cuestión o incluso sobre la investigación en sí, ellos lo pueden preservar para sí mismos, hablando en su propia lengua, inaccesible para los demás (lo que puede pasar, aunque no sea de forma intencional). Eso es extraordinario tanto desde el punto de vista metodológico como desde el político. Desde el punto de vista metodológico, metodología aquí ampliada para los sentidos político y ético, las conocidas orientaciones –que los investigadores se acerquen de los investigados, estableciendo lazos de confianza para obtener resultados de suficiente calidad–, ganan otro sentido.

Desde el punto de vista político es interesante el efecto generado por el control del lenguaje de los investigados: los investigadores experimentan el efecto de no tener acceso exactamente a lo que piensan los entrevistados, precisamente como ellos propios ya hacen cuando emplean un lenguaje que se encierra en sí mismo, poco accesible, incluso para aquellos que les brindan informaciones (Dadusc, 2014). Y eso es especialmente irónico en el caso de investigadores «omnipotentes» que parten, para el contacto con los investigados provistos metodológicamente, de una intención unilateral (Martínez-Vérez & Montero-Seone, 2020). Correspondería a los investigados el subestimado papel de ser “atrapados” por las estrategias metodológicas de interacción social planeada. Pero el proceso es más intricado que eso, como señalan Bezari et al. (2019, p. 2, traducción propia): “es fácil percibir que la dimensión textual está en diálogo con otra dimensión que aquí llamaremos la imaginaria”.

En este sentido, aunque muchas veces no sea evidente para los investigadores, la traducción “ocurre diaria y continuamente dentro de un idioma” (Roth, 2013, p. 6, traducción propia). Los usos del lenguaje como asumimos sugieren que el proceso es mucho más complejo de lo que presupone implícitamente el planeamiento unilateral mencionado de la metodología: los investigados son como son, es decir, personas en proceso de interacción social que precisan ser respetados en su potencial capacidad de interacción y de concebir y llevar a cabo estrategias de negociación en el tejido social, tal como en la interacción con investigadores. Al contrario del unilateralismo que distancia, es preciso asumir una solidaridad para con ellos con un «efecto político» que “nos conecta de esta forma con otras personas sin erradicar la diferencia” (Kelz, 2016, p. 160, traducción propia).

Al mismo tiempo en que enfatizamos la necesidad de reconocer diferencias y, a depender del caso, por más que no hablemos el mismo idioma o a pesar de que hablamos el mismo idioma y no nos entendemos completamente, hablamos más de aproximación, que distanciamiento. La traducción es un desafío ya que implica no solamente el reconocimiento de que los sujetos pueden desarrollar y compartir identidades en las experiencias urbanas, sino también cómo eso puede extenderse a la forma por la cual manifiestan su lenguaje. Y con ello pueden decidir, como una especie de estrategia, quién puede participar del circuito socio-simbólicoespacial del cual forman parte. Así, el lenguaje como una forma de práctica puede también ser una especie de refugio para estas personas al margen, pudiendo decidir el nivel de acceso de personas que no son de aquel medio:

Así, aprendiendo con las perspectivas de aquellas prácticas y eventos que constituyen la diferencia y que desafían el «orden natural de las cosas», es posible desenmascarar y cuestionar los efectos del poder que moldean nuestras vidas y problematizan como debemos constituirnos como sujeto político, moral y de deseo en las sociedades occidentales de nuestro tiempo. (Dadusc, 2014, p. 57, traducción propia)

En este sentido, como puntúa Roth (2013, p. 17, traducción propia), “pensar en investigación social cualitativa como traducción puede darnos un ángulo diferente para entender nuestro propio emprendimiento”. Precisamos asumir que a pesar de que el lenguaje no signif que toda la cultura, él expresa que es necesario “no solamente estar sensibles a la cuestión de la diferencia, sobre todo, que no seamos más analfabetos en los muchos lenguajes de lo social, reconociendo sus propios sentidos y aprendiendo con ellos” (Gusmão, 1999, p. 74, traducción propia).

Hay indiscutiblemente un choque cultural cuando investigadores, equipados con teoría, metodología y objetivos de investigación, se direccionan a los investigados en un contexto urbano cualquiera. Los grupos que los reciben invariablemente comparten características, muchas veces ni siquiera sistematizadas por ellos mismos, pero no por ello están «a disposición» para captar, sistematizar y analizarlas académicamente. Hay una divergencia de saberes que históricamente ha colocado el saber universitario en posición favorable, siendo no solo «traductor» como también, eventualmente, «legitimador» de formas de existencia que en rigor existen prescindiendo de la ciencia (Nogueira, 2019). Con eso no queremos decir que la ciencia es dispensable y que debe resumirse a los lugares en los que puede ser franca sobre sus propósitos, sino que las diferencias no pueden presuponer capacidad explicativa de agentes que poco saben de la dinámica social. Como destaca Sun (2018), “la validad epistemológica y la legitimidad de la interpretación dependen, en gran parte, del conocimiento local... La traducción es más efectiva cuando existe una relación entre el lector potencial y sus realidades locales” (p. 148, traducción propia).

Asumir las limitaciones de los investigadores, así, es también un importante paso para reconocer que no ha habido espacio para mucha reciprocidad en gran parte de las investigaciones urbanas, claramente sobre grupos oprimidos en la ciudad. Las formas de recolección de datos se han asemejado muchas veces a las observaciones de conejillos de Indias en laboratorios, en las cuales los investigadores —con guantes— manipulan los «objetos de investigación», observan sus reacciones, toman sus notas y después los olvidan hasta el próximo estudio. Como impera la lógica de publica o perece, se olvida de que esta se trata de una interacción social mediada por el conocimiento científico, pero no solo por él. Cuando investigadores solamente «traducen» lo que recolectan, llevan a cabo una “operación violenta de apropiación y asimilación, en la cual el movimiento de circulación no enmascara los procesos de dominación” (Samoyault, 2020, p. 223, traducción propia), una vez que “la traducción tiene, entonces, la fuerza de la coerción, cuando participa de la violencia del exceso de escritura, de la esponja hacia fuera, de renombrar” (Simon, 2012, p. 133, traducción propia). Así, quien traduce asimila, se apropia y renombra lo que observa, un proceso en el cual el investigador ejerce muchas formas de poder sobre los investigados. Presentaremos a continuación experiencias variadas de investigaciones en las cuales traducir significa reconocer que hay niveles diferentes de significado en operación y que este significado actúa como elemento de inclusión y, también, de exclusión de las personas que allí se encuentran.

Algunos casos de diferencias y traducciones

Como ejemplo, citamos la experiencia de uno de los autores cuya investigación incluyó una perspectiva comparativa con la realización de estudios de caso en Brasil (figura 1), en la Región Metropolitana de Belo Horizonte–rmbh (tabla 1 y figura 2), en territorio español (figura 3), en la ciudad de Madrid (tabla 2, figura 4), y en seis municipios del País Vasco (tabla 3, figura 5), entre octubre de 2018 y septiembre de 2019. El principal objetivo de la recolección de datos en campo fue permitir una mayor aproximación con diferentes actores en movimientos de ocupación en estos locales, su contexto específico y la naturaleza de sus luchas. Es decir, comprender mejor sus razones, objetivos y finalidades, sus prácticas diarias, métodos y escalas de acción, sus repercusiones, realizaciones y cuestiones desafiadoras, además de sus propios puntos de vista, impresiones y evaluaciones.

Visitas de campo en Brasil, 2019
Figura 1.
Visitas de campo en Brasil, 2019

Nota: 1. Região Metropolitana de Belo Horizonte (rmbh) / Minas Gerais



Fuente: Campos (2020).

Tabla 1.
Visitas de campo en Brasil, Mai./Set., 2019
Visitas de campo en Brasil, Mai./Set., 2019


Fuentes: (1) Bastos et al. (2017), (2) Nascimento y Libânio (2016), (3) Repolês et al. (2019).

Visitas de campo en Belo Horizonte, Mai/Set. 2019
Figura 2.
Visitas de campo en Belo Horizonte, Mai/Set. 2019

Notas: 1. Vitória; 2. Rosa Leão; 3. Esperança; 4. Dandara; 5. Paulo Freire; 6. Pátria Livre; 7. Carolina Maria de Jesus; 8. Casa de Referência da Mulher Tina Martins; 9. Kasa Invisível.



Fuente: Campos (2020).

Visitas de campo em el Território Espanhol
Figura 3.
Visitas de campo em el Território Espanhol

Notas: 1. Madrid/Comunidad de Madrid; 2-7. Vitoria, Bilbao, Zarauz, San Sebastian, Irun, Pamplona /País Vasco.



Fuente: Campos (2020).

Tabla 2.
Visitas de campo en Madrid, Out./Nov., 2018
Visitas de campo en Madrid, Out./Nov., 2018


Fuentes: (1) ODS ingobernable (2020), (2) Espacio Vecinal Arganzuela (2020), (3) La quimera de Lavapiés (2020), (4) Eslaeko (2020), (5) La enredadera (2020), (6) Esoa La Dragona (2020), (7) La salamandra (2020), (8) CPK La Bankarrota (2020), (9) Cadenas (2019).

Visitas de campo en Madrid, Out./Nov. 2018
Figura 4.
Visitas de campo en Madrid, Out./Nov. 2018

Notas: 1. La Ingobernable; 2. EVA; 3. La Quimera; 4. EKO; 5. La Enredadera; 6. La Dragona; 7. La Salamandra; 8. Bankarrota.



Fuente: Campos (2020).

Tabla 3.
Visitas de campo no País Vasco, Jan./Fev., 2019
 Visitas de campo no País Vasco, Jan./Fev., 2019


Fuentes: (1) Lakaxita Gaztetxea Irun (2020), (2) Entrevista com BC3,2 (3) Putzuzulo Gaztetxea (2020), (4) Kortabarria (2019).

Visitas de campo en el País Vasco, Jan./Fev. 2019
Figura 5.
Visitas de campo en el País Vasco, Jan./Fev. 2019

Notas: A) Irun: 1. Lakaxita Gaztetxea; B) San Sebastián: 2. Txantxarreka Gaztetxea; 3. Kijera Gaztetxea; C) Zarautz: 4. Putzuzulo Gaztetxea; D) Vitoria: 5. Talka; 6. Errekaleor; E) Pamplona: 7. Maravillas Gaztetxea.



Se trata de una experiencia representativa de la línea argumental que pretendemos desarrollar a lo largo de este artículo, ya que supuso un ejercicio de comprensión, traducción y análisis en diferentes contextos lingüísticos, en su sentido más amplio, incluyendo aspectos sociales y culturales. Esto implica que la comunicación de ideas por parte de los entrevistados, por un lado, y su comprensión por parte del investigador, por otro, exigieron un ejercicio de traducción que superó la noción de mero paso de una lengua hablada a otra. Además, aunque las diferencias entre investigadores e investigados pueden verse con cierta obviedad, es decir, como una condición esperada y natural de la investigación de campo, en este ejemplo concreto las diferencias eran, se puede decir, muy contrastadas. La investigación se centró en los movimientos de ocupación urbana para la vivienda y otros fines en los lugares ya mencionados. En ninguno de los dos casos hubo experiencias previas de militancia o activismo con los grupos abordados. Del mismo modo, debido a las limitaciones de tiempo y recursos, no fue posible incluir entre sus estrategias metodológicas el tiempo necesario para el establecimiento de vínculos de confianza.

También ocurre que la ocupación de propiedades públicas o privadas sin autorización, principal forma de actuación en los movimientos de ocupación, es una práctica ilegal en todos los contextos estudiados. Si este factor por sí solo implica una (necesaria) desconfianza en relación con la aproximación de actores desconocidos, se añaden otras capas, compuestas por elementos que tampoco comparte el investigador. Por ejemplo, podemos citar las condiciones extremadamente precarias que se observan con frecuencia en las ocupaciones y en la vida de los okupas3 de la rmbh, la postura política que, aún hoy, puede entenderse como más radicalizada por parte de diversos activistas en el País Vasco, o su simple condición de extranjeros cuando están en suelo europeo.

Consideramos que este fue uno de los obstáculos de partida de la investigación, precisamente porque el principal objetivo de la recogida de datos sobre el terreno era permitir una mayor aproximación a los actores de los movimientos de okupación estudiados, a su contexto específico y a la naturaleza de sus luchas. El objetivo era comprender mejor sus razones, fines y objetivos, sus prácticas cotidianas, métodos y escalas de actuación, sus repercusiones, logros y retos, así como sus propios puntos de vista, impresiones y evaluaciones. Todo esto requiere, como se puede imaginar, una condición de cercanía y compromiso que solo es posible cuando los entrevistados están dispuestos a compartir información, información que puede ser sensible o incluso potencialmente incriminatoria. En otras palabras, hay que establecer una relación de confianza mínima.

En este sentido, los contactos previos de la investigadora con otros activistas que estaban dispuestos a contribuir a la programación de las visitas a las ocupaciones y a las entrevistas para presentarla a los diferentes grupos o incluso, en varias ocasiones, acompañarla en sus citas, fueron elementos esenciales en su estrategia metodológica, tan esenciales que influyeron directamente en la elección de las regiones y/o ocupaciones a visitar.4 Aunque estos no fueron los únicos elementos que determinaron la realización de una comparación entre la rmbh, España y el País Vasco, puede decirse que contribuyeron a la configuración de un escenario de oportunidades y restricciones con implicaciones directas para el desarrollo del trabajo. La introducción por parte de personas que ya tienen una red de contactos y relaciones propias más consolidadas con los grupos abordados puede representar recursos vitales para el desarrollo de la investigación, como ocurrió en los casos aquí abordados.

Aun así, la experiencia de Madrid puede citarse como un caso ejemplar de la postura crítica de los entrevistados hacia los investigadores. El viaje de estudios a esta ciudad duró dos semanas (de octubre a noviembre de 2018) y se realizó en colaboración con un profesor de la región.5 En la mayoría de los casos, se exigió una presentación previa de la investigación y sus objetivos en las asambleas de las ocupaciones visitadas, y en ocasiones los participantes se preguntaron cuál sería nuestra contrapartida o contribución si se concedía una entrevista. Cabe señalar como ya se ha comentado a lo largo de este artículo, que la recogida de datos en la investigación sobre la ciudad, especialmente en el ámbito de los movimientos sociales y/o grupos desfavorecidos, como es el caso de los movimientos de okupación, debe tener como uno de sus supuestos éticos una actuación más allá de las ganancias personales del investigador o de las ganancias institucionales de la universidad. La posibilidad de establecer intercambios o, mejor aún, de reforzarse mutuamente debe integrar necesariamente la práctica de la investigación. En este caso concreto, varios de los individuos que componían el grupo de investigadores poseían claramente esta conciencia crítica.

Así, se propuso (a veces en respuesta a las demandas de los entrevistados y otras veces por iniciativa propia) la gratuidad de las futuras publicaciones, la participación en debates y otras reuniones (especialmente en el caso del segundo investigador, cuyas conexiones en Madrid le permitieron visitarlo con más frecuencia), así como la posibilidad de investigar en el futuro temas de interés directo para las ocupaciones.

Aun así, nuestras propuestas no siempre fueron bien recibidas o aceptadas inmediatamente. Cuando nos presentamos como investigadores vinculados a las universidades, es decir, un ámbito institucional, algunos de los presentes declararon no estar interesados en conceder entrevistas o no estar dispuestos a compartir información. Como señalan Martínez y Lorenzi Fernández (2012, p. 169), existe una “tensión permanente entre apertura y cierre” en las ocupaciones de Madrid (Ouattara, 2004, p. XXX).

Aunque la mayoría de los grupos están aparentemente abiertos a incorporar nuevos miembros, se trata de un proceso muy lento que incluye hacer contactos, establecer relaciones de confianza mutua y compartir esfuerzos en múltiples actividades. Lo mismo ocurre con los investigadores que no conocen el contexto de las ocupaciones (Martínez & Lorenzi Fernández, 2012, p. 169).

En este sentido, la mayoría de las veces hubo que esperar a un futuro contacto, tras una votación interna en asamblea, especialmente en los casos de espacios ocupados que no estaban legalizados. Un factor importante que ayudó a facilitar la programación de las entrevistas fue la experiencia previa del profesor en la región como activista e investigador en Madrid. A menudo nos encontramos con personas que conocía en los lugares que visitamos, y en algunas ocasiones también fue posible contactar con activistas individuales que conocía y que seguían participando de alguna manera en el movimiento de okupación.

Asimismo, la programación de visitas y entrevistas en seis municipios del País Vasco (San Sebastián, Irún, Zarautz, Bilbao, Pamplona y Vitoria), entre enero y febrero de 2019, tuvo como factor importante la interlocución entre el profesor y dos activistas e investigadores locales,6 que establecieron los primeros contactos con participantes y simpatizantes del movimiento de ocupaciones en la región. También en este caso, como ocurrió en rmbh, los entrevistados expresaron con frecuencia su deseo de recibir los resultados de la investigación una vez finalizada, aunque Madrid destacó por la frecuencia con la que los actores locales exigieron esta y otras formas de retroalimentación.7

Cabe destacar que, gracias a estos esfuerzos, fue posible realizar visitas y entrevistas a activistas, residentes y participantes en las ocupaciones, así como a otros investigadores (con un total de 46 entrevistados). Cuando se autorizaba, se tomaban registros fotográficos y, cuando se disponía de ellos, se recogía material de producción propia como panfletos, libros y revistas. Especialmente en el caso de las entrevistas, se envió una copia de las grabaciones de audio y de las transcripciones a cada entrevistado individualmente (o en grupo, en el caso de las conversaciones colectivas grabadas), en todos los contextos. A continuación se les preguntó si querían comprobar y hacernos saber si había alguna parte del contenido que preferirían que se revisara o no se publicara.

se revisara o no se publicara. Consideramos que se trata de un procedimiento esencial para una mayor comprensión de los puntos de vista de los entrevistados, especialmente cuando tuvieron la oportunidad de evaluar, en un momento posterior, la forma en que sus relatos serían registrados y publicados. En un primer momento, imaginamos la posibilidad de que un número importante de entrevistados solicitara la exclusión de extractos de sus declaraciones, ya que incluían contenidos sensibles o que podían o implicaban posibles riesgos para ellos desde el punto de vista legal. Este no fue el caso. Solo en un caso el entrevistado optó por revisar toda la transcripción de su discurso (pero, según él, solo para adecuarlo al lenguaje escrito); y una de las entrevistadas pidió que no se tuviera en cuenta todo su discurso, ya que había cambiado completamente de opinión. Ninguno de los otros solicitó revisiones. Aun así, hemos optado por no dar nombres, a menos que el propio entrevistado lo autorice o lo solicite directamente. Aunque casi todos los participantes no solicitaron cambios, el procedimiento fue generalmente bien recibido.

Además, en relación con el tema propuesto para este artículo, también tenemos una barrera lingüística, tanto hablada y directamente traducible como culturalmente constituida, imbuida de significados socialmente compartidos. Tanto en el caso de Madrid como en el del País Vasco, la lengua más utilizada en las conversaciones informales y en las entrevistas fue el español. Para elaborar las preguntas y entender las respuestas, por mencionar el nivel más básico de expresión y comprensión de lo que se dice, un conocimiento básico de la lengua resultó suficiente. Sobre todo teniendo en cuenta la preparación previa de un guion semiestructurado y la grabación de la mayoría de las entrevistas realizadas, que se volverían a revisar y transcribir posteriormente. Además, la presencia de otros investigadores cuya lengua materna era el español, como se ha mencionado, contribuyó a la resolución de las dudas que surgieron en el momento de las visitas.

Incluso en el caso del País Vasco, cuya historia de luchas y movimientos políticos más radicales llevó a la conformación de una identidad propia, reflejada aún hoy en la predilección de varios activistas del movimiento de ocupación por comunicarse en euskera (o incluso en inglés) en lugar de en español, estas cuestiones podrían superarse. Cabe señalar, sin embargo, que en dos momentos ocasionales e informales fue necesario que uno de los participantes tradujera lo que se decía del euskera al español, lo que, evaluamos, puede haber dado lugar a alguna pérdida de información. Sin embargo, durante las entrevistas no fue así. También observamos que, cuando se acompañaba a otros investigadores, sus observaciones contribuían no solo a que el investigador comprendiera mejor los contextos locales, sino también a que se pudieran relacionar ciertos comentarios de los entrevistados con otros acontecimientos o particularidades.

A partir de lo descrito, además de la posterior realización de las transcripciones por parte de un profesional cuya lengua materna era el español, se pudo asegurar que las palabras pronunciadas se entendían correctamente. Pero ¿es esto suficiente en el contexto de los estudios organizativos sobre las ciudades? Sostenemos que el ejercicio de traducción no debe limitarse a una estricta comprensión de lo que se dice, palabra por palabra, sino que necesariamente debe abarcar en la medida de lo posible la conformación contextual (política, económica, social) del fenómeno estudiado, su conformación histórica y sus interacciones actuales, las cuestiones conflictivas y las asimetrías, así como sus causas (Ciuk & James, 2015; Czarniawska & Sevon, 2005). Es decir, en cierto modo, la traducción, tal y como la entendemos, incluye un ejercicio interpretativo y de investigación de lo que hay detrás de lo que se dice, de lo que no se dice pero que, en varios niveles, está presente en los discursos y narraciones de los entrevistados. Implica un ejercicio crítico por parte del investigador, que busca no solo entender “qué significa esto para este grupo”, sino también “por qué esto tiene este significado para este grupo”.

Así, estos ejemplos son también elocuentes de la necesidad de abarcar diversas herramientas metodológicas que incluyan no solo un marco diverso de fuentes documentales y bibliográficas desde el punto de vista teórico y empírico de la investigación previa, sino también materiales producidos a lo largo del tiempo por los grupos investigados. Incluso en el caso de la Región Metropolitana de Belo Horizonte, donde el trabajo de campo se llevó a cabo principalmente entre mayo y septiembre de 2019, y en el que no fueron necesarios procedimientos estrictos de traducción de un idioma a otro (ya que el portugués era la lengua materna de todos), todos los demás procedimientos fueron necesarios. También se incluye aquí la presencia de otros investigadores y su disposición a compartir sus propias impresiones y experiencias acumuladas a lo largo de los años, lo que constituyó una valiosa información para el posterior ejercicio de traducción interpretativa.

Por metodologías que importen

El objetivo de este texto fue problematizar la práctica de investigación en el campo de los estudios sobre ciudades, en especial en lo que respecta a la aplicación de métodos cualitativos y comparativos, en los cuales la recolección de datos implica la comprensión, traducción y análisis de informaciones en diferentes lenguajes. Nuestro trayecto teórico metodológico defendió que cuando tratamos del proceso de investigación, en especial la cualitativa, nos referimos a un lugar en el que los investigadores detienen una clara preponderancia sobre los investigados, lo que se manifiesta incluso en la prerrogativa de traducir lo que ellos tienen que decir sobre una temática cualquiera. Cuando esta discusión ocurre dentro de los estudios sobre ciudades, en general, o grupos oprimidos como los que toman parte en ocupaciones, en particular, conforme los datos que presentamos, y aún en una dinámica en la cual idiomas y lenguajes no son necesariamente compartidos entre investigadores e investigados, la cuestión de la traducción se destaca como una problemática central (Türkmen, 2021).

En particular, en los casos estudiados, los datos sugieren que, independientemente de que las ocupaciones sean europeas o sudamericanas, de que se encuentren en la capital de España o en una comunidad autónoma en conflicto con el gobierno central español, existen algunos puntos en común que refuerzan la importancia de la traducción como aspecto relevante para entender las investigaciones en las ciudades. En primer lugar, las diferencias entre los implicados -investigadores e investigados al principio, pero con muchas posibilidades de diferenciación después- interfieren en la forma en que se produce el acceso, las interacciones y las investigaciones. Los investigadores no están inclinados “naturalmente” a revelar su lucha, ni son necesariamente “bienvenidos”, como podría sugerir el sentido común. Hay un camino por construir que pasa por la creación de relaciones sociales y la posibilidad de traducir los propósitos de la investigación, los métodos de investigación y, sobre todo, las relaciones con las personas. En segundo lugar, la metodología importa menos como un plan que precede al proceso de investigación que como algo que se construye con los investigados. No se les puede reducir a “objetos” de estudio como si no fueran seres humanos y, por tanto, presentaran diferencias y expectativas distintas a las de los investigadores. Una vez más, es la traducción la que puede ofrecer vías de acercamiento, especialmente en contextos urbanos.

Como señala Simon (2012, p. 137, traducción propia), “discutir las ciudades como un espacio de traducción es usar dicho proceso como llave para para entender las tensiones políticas y culturales cuando estas se sitúan en las relaciones de conflicto y diálogo”. Esto es reconocer que el propio proceso de investigación no se da «naturalmente» como consecuencia de un planeamiento adecuado de la investigación: hay una dinámica social en juego que, de un lado cuenta con investigadores capacitados para recolectar datos a medida que ganan la confianza de los entrevistados, y del otro lado, investigados, resumidos a un grupo que será observado, catalogado y analizado dentro de los objetivos de la investigación.

A pesar de las eventuales exageraciones de la caracterización, la forma como acabamos de presentar nuestros argumentos destaca que, como investigadores, hemos tenido poca sensibilidad respecto a la dinámica de nuestros propios procesos de investigación, lo que no significa, sin embargo, que los grupos de investigados acepten los scripts que históricamente les hemos impuesto. Precisamos reconocer el hecho de que trabajos y publicaciones decurrentes de las investigaciones ofrecen beneficios profesionales e institucionales directos para el investigador, muchas veces sin una contrapartida en el mismo nivel para los grupos sometidos a la investigación, un evidente fallo ético. Como “la traducción solo puede ser democrática en el contexto de un verdadero intercambio recíproco entre las culturas y las personas que las soportan” (Samoyault, 2020, p. 230, traducción propia), es imprescindible cuestionar cuál retorno, cuáles ventajas, cuáles beneficios ofrecen para los grupos investigados la actividad del/la investigador (a) y sus resultados.

Ese ejercicio ético pasa por la reflexión respecto de la sociedad y de la ciudad que queremos, y en qué medida contribuimos para que ella se realice a partir de nuestro trabajo de investigación (Wæraas & Nielsen, 2016). Herramientas metodológicas, además de representar estrategias para abordar y pensar la ciudad, inevitablemente también constituyen delimitaciones de lo que es posible alcanzar a lo largo de una investigación. Se hace sentido querer vivir en una ciudad más democrática, con menos asimetrías entre las personas, es necesario humanizar las metodologías y hacer también del plan del método un terreno a ser social y afectivamente habitado no solo para desinstrumentalizar las investigaciones (Czarniawska, 2010), sino para reconocer la humanidad del investigador y, también, del investigado. Concordamos, por supuesto, que:

Desplazar y reconocer los puntos de vista de los investigadores no es suficiente para desafiar las relaciones de poder que la producción de conocimiento implica, como métodos de investigación frecuentemente tienden a reproducir la dialéctica positivista entre objeto y sujeto de conocimiento, y relaciones jerárquicas entre teoría y praxis, investigadora e investigada, académica y activistas. Aunque pueda ser imposible salir completamente de las normativas que gubernan modos de pensamiento académicos, es importante problematizar los efectos ejercidos por los académicos de verdad, y reflexionar sobre cómo comprometerse en modos de investigación que no sean solo orientados para universidades y gobiernos, sino que en sí mismas funcionen como prácticas de resistencia. (Dadusc, 2014, p. 58, traducción propia)

Parte de la evolución que pensamos ser necesaria necesita surgir, como dicho, de una reflexión profunda sobre las investigaciones que hacemos, a quién ellas sirven y qué tipo de retorno podemos ofrecer a las personas que comparten sus historias con nosotros. Según Saraiva (2020a, p. 149) defiende, muchas universidades en el mundo entero se convirtieron en

lugares elitistas y desconectados de la sociedad en algunos casos francamente de espaldas para las demandas sociales (Yanow, 2004). Este auto referenciamiento es peligroso dado que la propria existencia de la universidad puede ser cuestionada, ya que ella parece hablar de sí para sí misma.

Aún prosigue el autor: “los investigadores necesitan abrirse para esquemas menos pretenciosos al intentar abordar el mundo que nos rodea y escuchar y legitimar otras posibilidades de saber que pueden brindar pistas para una comprensión más profunda del real urbano” (Saraiva, 2020b, p. 150, traducción propia).

En este sentido, la noción de humanidad compartida “nos permite avanzar una política y una ética más universal o cosmopolita, donde los derechos, protegiendo la dignidad y la integridad física de la vida humana, no están vinculados a términos excluyentes, como ejemplo de la ciudadanía” (Kelz, 2016, p. 108, traducción propia). Independiente de titulaciones académicas y asimetrías socioeconómicas diversas, hay mucho en común entre investigadores e investigados, lo que no siempre queda evidente delante del arsenal movilizado por los que investigan para asegurar datos que garanticen la consecución de sus informes de investigación y demás productos académicos. Relaciones sociales menos instrumentalizadas por objetivos de investigación efectivamente más humanizados, de los cuales los datos emerjan como resultado de un proceso comprometido políticamente con una vida urbana más igualitaria y emancipada no se trata de sueño, sino algo ya presente en la agenda político-intelectual de muchos investigadores dedicados a la construcción de otra sociedad, más igualitaria, en la cual la traducción permita cambios efectivos entre personas que se reconocen como semejantes.

Referencias

Aguilera, T., & Smart, A. (2018). Squatting, north, south and turnabout: a dialogue comparing illegal housing research. In F. Anders & A. Sedlmaier (Eds.). Public goods versus economic interests: global perspectives on the history of squatting (pp. 29-55). New York: Routledge.

Appiah, K. A. (2012). Thick translation. In L. Venuti (Ed.). The translation studies reader (3rd ed.) (pp. 331-343). Abingdon: Routledge.

Bartholl, T. (2018). Por uma geografia em movimento: a ciência como ferramenta de luta. Rio de Janeiro: Consequência.

Bastos, C. D., Magalhães, F. N. C., Miranda, G. M., Silva, H., Tonucci Filho, J. B. M., Cruz, M. D. M., & Velloso, R. D. C. L. (2017). Entre o espaço abstrato e o espaço diferencial: ocupações urbanas em Belo Horizonte. Revista Brasileira de Estudos Urbanos e Regionais, 19(2), 251-266. https://doi.org/10.25113/farol.v7i18.6360

Bezari, C., Raimondo, R., & Vuong, T. (2019). La théorie des imaginaires de la traduction. Itinéraires, 2018-2/3, 1-13. https://doi.org/10.4000/itineraires.5062

Cadenas, J. F. (2019, octubre 19). El Ayuntamiento desaloja sin incidentes el centro social okupado La Dragona. El País. https://elpais.com/ccaa/2019/10/18/madrid/1571389398_081175.html

Campos, C. (2020). Squatting for more than housing: alternative spaces and struggles for the right to the city in three urban areas in Brazil, Spain, and the Basque Country. Tese de doutorado, Universidade Federal de Minas Gerais, Belo Horizonte, Brasil. http://hdl.handle.net/1843/34119

Campos, C., & Martínez, M. A. (2020). Squatting activism in Brazil and Spain: articulations between the right to housing and the right to the city. In U. Grashoff (Ed.). Comparativeapproaches to informal housing around the globe (pp. 110-129). London: UCL Press.

Campos, C., & Martínez, M. A. (2021). Ativismo em ocupações no Brasil e Espanha: Articulações entre o direito à moradia e o direito à cidade. Coletivo Kasa Invisível. Acesso em 22 março, 2021, de: https://1000contra.com.br/produto/ativismo-em-ocupacoes-brasil-espanha

Carrieri, A. P., & Correia, G. F. A. (2020). Estudos organizacionais no Brasil: construindo acesso ou replicando exclusão? Revista de Administração de Empresas, 60(1), 59-63.

Celani, M. A. A. (2005). Questões de ética na pesquisa em linguística aplicada. Revista Linguagem & Ensino, 8(1), 101-122. https://doi.org/10.15210/rle.v8i1.15605

Ciuk, S., & James, P. (2015). Interlingual translation and the transfer of value in fused practices: an in-depth qualitative exploration. Management Learning, 46(5), 565-581. https://doi.org/10.1177/1350507614560304

CPK La Bankarrota. (2020, marzo 23). ¿Quiénes somos? @LaBankarrota. https://bit.ly/2Ri375Z

Czarniawska, B. (2010). Translation impossible? Accounting for a city project. Accounting, Auditing & Accountability Journal, 23(3), 420-437. https://doi.org/10.1108/09513571011034361

Czarniawska, B., & Sevon, G. (2005). Translation is a vehicle, imitation its motor, and fashion sits at the wheel. In B. Czarniawska & G. Sevon (Eds.). Global ideas: how ideas, objects and practices travel in the global economy (pp. 7-12). Copenhagen: Liber and Copenhagen Business School.

Dadusc, D. (2014). Power, knowledge and resistances in the study of social movements. Contention: the Multidisciplinary Journal of Social Protest, 1(2), 47-60. https://doi.org/10.3167/cont.2013.010204

Erickson, F. (1988). Ethnographic description. In U. Ammon, N. Dittmar, & K. Mathier. (Eds.). An international handbook of the science of language and society v. 2 (pp. 1081-1095). New York: Walter de Gruyter.

Eslaeko. (2020, marzo, 2). 10 Eslaeko: uma década haciendo barrio. http://eslaeko.net/

Esoa La Dragona. (2020, febrero 8). Espacio Social Okupado Autogestionado La Dragona. Calendario de eventos. https://www.nodo50.org/eldragondelaelipa/

Espacio Vecinal Arganzuela. (2020, marzo 1). Asambleas. https://www.evarganzuela.org/

Franzoni, J. Á. (2018). O direito & o direito: estórias da Izidora contadas por uma fabulação jurídico-espacial. Tese de doutorado, Universidade Federal de Minas Gerais, Belo Horizonte, Brasil. https://bit.ly/2GEzvvT

Geertz, C. (1989). El antropólogo como autor. Barcelona: Paidós.

Guest, G., Namey, E. E., & Mitchell, M. L. (2013). Participant observation. In G. Guest, E. E. Namey, & M. L. Mitchell. Collectingqualitative data: a field manual for applied research (pp. 75-112). London: sage. https://doi.org/10.4135/9781506374680

Gusmão, N. M. M. (1999). Linguagem, cultura e alteridade: imagens do outro. Cadernos de Pesquisa, 107, 41-78. http://dx.doi.org/10.1590/S0100-15741999000200002

Honorato, B. E. F., & Saraiva, L. A. S. (2016). Cidade, população em situação de rua e estudos organizacionais. Desenvolvimento em Questão, 14 (36), 158-186. https://doi.org/10.21527/2237-6453.2016.36.158-186

Honorato, B. E. F., & Saraiva, L. A. S. (2017). Quando a casa é a marquise, o albergue, a rua: discursos e políticas sociais para pessoas em situação de rua em Belo Horizonte. AdministraçãoPública e Gestão Social, 9(4), 244-254.

Nogueira, M. (2019). Displacing informality: rights and legitimacy in Belo Horizonte, Brazil. International Journal of Urban and Regional Research, 43(3), 517-534. https://doi.org/10.1111/1468-2427.12808

ods ingobernable. (2020, febrero 7). Derechos sociales para cambiarlos todo. Ingovernable.net. Recuperado el 20 de febrero, 2020, en https://ingobernable.net/.

O’Mahoney, J. (2016). Archetypes of translation: recommendations for dialogue. International Journal of Management Reviews, 18(3), 333-350. https://doi.org/10.1111/ijmr.12103

Ouattara, F. (2004). Une étrange familiarité: les exigences de l’anthropologie “chez soi”. Cahiersd’études Africaines, 175, 1-19. https://doi.org/10.4000/etudesafricaines.4765

Padrones Gil, S. (2017). El movimiento de okupación como proceso emancipador: el caso de Donostialdea. Tese de doutorado, Universidad Miguel Hernández de Elche, Alicante, Espanha. http://dspace.umh.es/bitstream/11000/4495/1/TD%20Padrones%20Gil%2c%20Sheila.pdf

Pellicer, I., Vivas-Elias, P., & Rojas, J. (2013). La observación participante y la deriva: dos técnicas móviles para el análisis de la ciudad contemporánea. El caso de Barcelona. Eure, 39(116), 119-139. http://dx.doi.org/10.4067/S0250-71612013000100005

Putzuzulo Gaztetxea (2020, marzo 27). Home [página de Facebook]. Facebook. https://www.facebook.com/putzuzulo/

Repolês, M. F., Dias, A. L., Nascimento, D. M., & Isaías, T. L. (Orgs.) (2019). Home/City/World: caderno de resumos. Belo Horizonte: ufmg.

Roth, W. M. (2013). Translation in qualitative social research: the possible impossible. Forum: Qualitative Social Research, 14 (2), art. 13. http://nbn-resolving.de/urn:nbn:de:0114-fqs1302132

Samoyault, T. (2020). Langues em lutte: limites des éthiques de la traduction. In A. Castelain (Dir.). Traductionet migration: enjeux éthiques et techniques (pp. 223-238). Paris: Presses de l’Inalco. https://books.openedition.org/pressesinalco/36147

Saraiva, L. A. S. (2020a). Horizontes para investigações sobre diferenças e territorialidades urbanas. In: L. A. S. Saraiva (Org.). Diferenças e territorialidades na cidade (pp. 143-154). Ituiutaba: Barlavento. https://asebabaolorigbin.files.wordpress.com/2020/12/diferenca-e-territor.pdf

Saraiva, L. A. S. (2020b). Ciência e responsabilidade. Farol – Revista de Estudos Organizacionais e Sociedade, 7(18), 1-16. https://doi.org/10.25113/farol.v7i18.6360

Simon, S. (2012). The city in translation: urban cultures of central Europe. Target, 24(1), 126-140. https://doi.org/10.1075/target.24.1.08sim

Spink, M. J. (2002). Os métodos de pesquisa como linguagem social. Estudose Pesquisas em Psicologia, 2(2), 1-10. https://www.e-publicacoes.uerj.br/index.php/revispsi/article/view/7754/5602

Spivak, G. C. (2012). The politics of translation. In L. Venuti (Ed.). The translation studies reader (3rd ed) (pp. 312-330). Abingdon: Routledge.

Sposito, M. E. B. (2016). Oportunidades e desafios da pesquisa urbana comparada. In O. L. C. Freitas-Firkowski, M. D. Casares, M. N. Silva, N. P. Czytajlo, & D. Volochko (Orgs.). Estudos urbanos comparados: oportunidades e desafios da pesquisa na América Latina (pp. 25-60). San Miguel de Tucumán: Universidad Nacional de Tucumán.

Sun, Y. (2018). Translation in the age of glocalization. In Y. Sun. Translating foreign otherness: cross-cultural anxiety in modern China (pp. 142-162). New York: Routledge.

Tonucci Filho, J. B. M. (2017). Comum urbano: a cidade além do público e do privado. Tese de doutorado, Universidade Federal de Minas Gerais, Belo Horizonte, Brasil. http://hdl.handle.net/1843/IGCC-B9BM6M

Türkmen, H. G. (2021). Systematizing the dialogue between translation studies and business studies: an interdisciplinary approach. transLogos– A Translation Studies Journal, 4 (1), 81-99. https://dergipark.org.tr/tr/download/article-file/1853212

Van der Steen, B., van Rooden, C., & Snoep, M. (2020). Who are the squatters ? Challenging stereotypes through a case study of squatting in the Dutch city of Leiden, 1970-1980. Journalof Urban History, 46(6), 1368-1385. https://doi.org/10.1177%2F0096144219843891

Viegas, G. C. F. S., & Saraiva, L. A. S. (2015). Discursos, práticas organizativas e pichação em Belo Horizonte. Revista de Administração Mackenzie, 16 (5), 68-94. http://dx.doi.org/10.1590/1678-69712015/administracao.v16n5p68-94

Wæraas, A., & Nielsen, J. A. (2016). Translation theory ‘translated’: Three perspectives on translation in organizational research. International Journal of Management Reviews, 18(3), 1-35. https://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/ijmr.12092

Wilmot, N. V. (2017). Language and the faces of power: a theoretical approach. International Journal of Cross Cultural Management, 17(1), 85-100. https://doi.org/10.1177/1470595817694915

Yanow, D. (2004). Translating local knowledge at organizational peripheries. British Journal of Management, 15, p. S9-S25. https://doi.org/10.1111/j.1467-8551.2004.t01-1-00403.x

Notas

1 Aunque estamos de acuerdo en que no hay existencia humana que no esté impregnada de una experiencia de género, esta perspectiva no es central en la discusión, que se enfoca en diferencias más amplias, especialmente las que existen entre los investigadores y los sujetos dentro de una investigación.

2 Datos de la entrevista con BC3, codificación de un encuestado del País Vasco.

3 El uso de un lenguaje característico y distintivo es un elemento común en los movimientos de okupación en España. Su principal manifestación es el uso de la ‘k’ en sustitución de la ‘c’ en la palabra que da nombre al movimiento. Al transformar las reglas gramaticales, lo que se muestra es un desacuerdo con el orden establecido; un orden que va desde estas reglas de escritura hasta la forma en que se estructura la sociedad (Padrones Gil, 2017).

4 Los parámetros en los que se basa la comparación propuesta se describen detalladamente en Campos (2020).

5 El Profesor, Dr. Miguel Martínez, fue el supervisor del periodo de Doctorado Sándwich en el Extranjero descrito en este apartado, financiado parcialmente por una beca concedida por la Coordinación para el Perfeccionamiento del Personal de Nivel Superior (capes), proceso 88881.189843/2018-01.

6 Sheila Padrones Gil, autora de un importante estudio sobre el movimiento okupa en el País Vasco (Padro-nes Gil, 2017) y Evin Deniz, en ese momento realizando una investigación posdoctoral en la región.

7 Tras defender su Tesis Doctoral, la investigadora envió por correo electrónico el trabajo terminado a todos los entrevistados de Madrid y el País Vasco. En el caso de rmbh no fue posible el mismo procedimiento, ya que el documento estaba redactado en lengua inglesa. Sin embargo, parte de los resultados de la investigación se publicaron en portugués (e incluso se tradujeron colectivamente por iniciativa de activistas locales, como fue el caso de Campos & Martínez, 2021). Además, en el transcurso de sus estudios, la investigadora se acercó al movimiento de okupación de esta región metropolitana, donde ha desarrollado un trabajo de cartografía en colaboración con otros investigadores, activistas y okupas.

Descarga
PDF
ePUB
Herramientas
Cómo citar
APA
ISO 690-2
Harvard
Fuente
Secciones
Contexto
Descargar
Todas