Análisis socioeconómico del consumo excesivo de alcohol en Ecuador

Socioeconomic Analysis of Excessive Alcohol Consumption in Ecuador

Análise socioeconômica do consumo excessivo de álcool no Equador

Karla Meneses
Universidad de Las Américas, Ecuador
María Victoria Cisneros
Flacso, Ecuador
Milton Esteban Braganza
Universidad de Las Américas, Ecuador

Análisis socioeconómico del consumo excesivo de alcohol en Ecuador

Revista Ciencias de la Salud, vol. 17, núm. 2, 2019

Universidad del Rosario

Recibido: 07 Mayo 2018

Aceptado: 27 Marzo 2019

Información adicional

Para citar este artículo: Meneses K, Cisneros MV, Braganza ME. Análisis socioeconómico del consumo excesivo de alcohol en Ecuador. Rev Cienc Salud. 2019;17(2):293-308. Doi: https://doi.org/10.12804/revistas.urosario.edu.co/revsalud/a.7938

Resumen: Introducción: el consumo excesivo de alcohol constituye un serio problema de salud pública en Ecuador y se posiciona como una de las principales causas de muerte en el país. Esta investigación tiene como objetivo identificar si el nivel socioeconómico condiciona la probabilidad de que una persona se convierta en consumidor excesivo de alcohol. Materiales y métodos: se usa como fuente de información la Encuesta Ecuatoriana de Condiciones de Vida 2014. El método de estimación es un modelo logístico para determinar el efecto marginal que tiene el nivel socioeconómico en la probabilidad de que un individuo sea catalogado como consumidor excesivo de alcohol; el nivel socioeconómico se aproxima con el nivel de pobreza, situación laboral e instrucción. Resultados: se demuestra que las personas que se encuentran en una situación de pobreza, no culminaron sus estudios secundarios o superiores y están desempleados tienen, en promedio, una mayor probabilidad de caer en el consumo excesivo de alcohol; es decir, los hallazgos confirman que los factores que determinan un bajo nivel socioeconómico vulneran a los individuos a ser consumidores excesivos de alcohol. Además del factor económico, un individuo es más propenso consumir alcohol en exceso cuando es hombre, soltero, mayor de 65 años y habita en la zona urbana. Conclusión: el diseño de política para atender el consumo excesivo de alcohol como un problema de salud pública debe plantearse como ejes de atención aquellos determinantes fundamentales para tener una atención efectiva y que está estrechamente vinculada con los niveles socioeconómicos bajos.

Palabras clave adicción, estrés, nivel socioeconómico, utilidad, vulnerabilidad.

Abstract: Introduction: High levels of alcohol consumption constitute a relevant public health issue in Ecuador; in fact, it positions as one of the principal causes of death in the country. This research aimed to identify if the socioeconomic level conditions relate to the probability of a person consumption of alcohol in excess. Materials and Methods: The cardinal source of information is the 2014 Living Conditions Survey. The estimation method was a logit-type probabilistic model to determine the marginal effect of the socio-economic level in the probability of cataloging an individual as an in excess alcohol drinker. The socioeconomic level is a proxy of the poverty level, labor situation, and education. Results: The research demonstrates that poor people without finished education in the secondary or high level and who are unemployed, on average, have a higher probability of being a drinker of alcohol in excess. In addition to the economic factor, this probability increases if the individual is male, single, over 65 years old, and lives in the urban area. Conclusions: The policy design should address excessive alcohol consumption as a public health problem. The attention of politicians should be driven to the fundamental determinants of alcohol consumption to have effective results, especially to those closely linked with low socioeconomic levels.

Keywords: Addiction, stress, socio-economic status, utility, vulnerability.

Resumo: Introdução: o consumo excessivo de álcool constitui um sério problema de saúde pública no Equador e posiciona-se como uma das principais causas de morte no país. Esta pesquisa tem como objetivo identificar se o nível socioeconômico condiciona a probabilidade de que uma pessoa se converta em consumidor excessivo de álcool. Materiais e métodos: se usa como fonte de informação o Inquérito Equatoriano de Condições de Vida 2014. O método de estimação é um modelo logístico para determinar o efeito marginal que tem o nível socioeconômico na probabilidade de que um indivíduo seja catalogado como consumidor excessivo de álcool; o nível socioeconômico aproxima-se com o nível de pobreza, situação laboral e instrução. Resultados: demostra-se que as pessoas que se encontram em uma situação de pobreza, não culminaram seus estudos secundários ou superiores e estão desempregados têm, em média, uma maior probabilidade de cair no consumo excessivo de álcool; é dizer, os resultados confirmam que os fatores que determinam um baixo nível socioeconômico vulneram aos indivíduos a ser consumidores excessivos de álcool. Para além do fator econômico um indivíduo é mais propenso consumir álcool em excesso quando é homem, solteiro, maior de 65 anos e habita na zona urbana. Conclusão: o desenho de política para atender o consumo excessivo de álcool como um problema de saúde pública deve apresentar-se como eixos de atenção aqueles determinantes fundamentais para ter uma atenção efetiva e que está estreitamente vinculada com os níveis socioeconômicos baixos.

Palavras-chave: toxicodependência, stress, nível socioeconômico, utilidade, vulnerabilidade.

Introducción

El consumo excesivo de alcohol se cataloga como uno de los principales problemas de salud pública en el ámbito mundial. La Organización Mundial de la Salud (oms) considera una prioridad de salud pública reducir los hábitos negativos de consumo de alcohol y mitigar los efectos que el abuso de este bien produce en la sociedad y en la salud de los individuos (1).

El alcohol es una sustancia psicoactiva que tiene propiedades que generan dependencia entre los consumidores. Por esta razón, los efectos del consumo de alcohol acarrean consecuencias de enfermedad, muerte y problemas sociales alrededor del mundo. Sin embargo, estudios sugieren (principalmente en países desarrollados) que las personas con un nivel socioeconómico más alto, a pesar de presentar un consumo de alcohol más recurrente, también tienen hábitos de consumo comúnmente menos riesgosos en relación con personas ubicadas en niveles socioeconómicos más bajos (1).

Según Stigler y Becker, a partir de las bases de la ciencia económica y la teoría del consumidor, el consumo de un bien puede ser catalogado como hábito o adicción, dependiendo del aumento del consumo en el tiempo (2). En otras palabras, un bien es considerado adictivo cuando el nivel de consumo de hoy depende positivamente de la cantidad consumida en el pasado. Además de la economía, ciencias como la epidemiología psiquiátrica complementan este estudio al analizar el comportamiento de los individuos y las implicaciones que tiene la ocurrencia de eventos estresantes entre los estratos socioeconómicos más vulnerables y encuentran evidencia de una relación inversa entre el nivel socioeconómico y el nivel de angustia, causado por la ocurrencia de eventos desafortunados (3, 4).

A partir del contexto teórico y la preocupación de los principales organismos inter­nacionales vinculados con la salud, el objetivo de este trabajo es identificar si, en el caso ecuatoriano, la población con una situación socioeconómica en desventaja (bajo nivel de instrucción, condición de pobreza y desempleados) es más vulnerable para caer en una situación de consumo excesivo de alcohol.

En relación con el comportamiento adictivo de los individuos, la interacción entre los aportes teóricos y empíricos, tanto de las ciencias económica, médica y psicológica, se complementan para entender el complejo fenómeno de la adicción e identificar sus posibles determinantes. El enfoque microeconómico plantea las bases para entender el mecanismo de toma de decisión de un consumidor adicto y determinar las características principales de los comportamientos adictivos y, desde un enfoque psicológico y médico, se identifican las características que deter­minan al alcohol como un bien adictivo.

El comportamiento autorregresivo que caracteriza al consumidor excesivo se explica por dos características esenciales que poseen los bienes adictivos: el refuerzo y la tolerancia. El refuerzo implica que un aumento del consumo presente aumenta su consumo futuro, está estrechamente relacionado con el concepto de complementariedad adyacente. Este concepto plantea que el consumo pasado y presente de un bien adictivo tienen un compor­tamiento complementario, en otras palabras, cada vez que se consume el bien adictivo, el individuo refuerza su propensión a consumirlo en el futuro. Por otro lado, la tolerancia es la característica que tiene un bien adictivo de hacer que la utilidad derivada del consumo presente disminuya si el consumo pasado fue mayor. Esto quiere decir que, para producir el mismo nivel de recompensa, derivado del consumo de hoy, es necesario consumir más que en el pasado (5).

Para Iannaccone las características de refuerzo y tolerancia derivan de la generación de hábitos adquiridos como consecuencia de consumir un bien adictivo, a los cuales Stigler y Becker definen como “capital de consumo” y afirman que este capital se acumula en el tiempo, como consecuencia del consumo este tipo de bienes (2, 6).

Según Ojeda, existen dos clases de bienes adictivos: uno beneficioso y otro perjudicial, y se diferencian en que en el consumo del bien beneficioso existirá la presencia de refuerzo, pero no de tolerancia, mientras que el bien perjudicial presentará ambas características (7). Los hábitos generados por el consumo de un bien beneficioso producirán que el individuo desee aumentar su consumo en el futuro, pero no existirá una disminución de la utilidad en el tiempo a diferencia del bien perjudicial, que para obtener el mismo nivel de utilidad cada vez requerirá un nivel de consumo mayor.

La evidencia empírica en el campo de la ciencia médica confirma que el consumo exce­sivo de alcohol presenta las características antes señaladas (refuerzo y tolerancia), también determinó que este bien actúa como un depresor del sistema nervioso central porque estimula y amplifica la acción del neurotransmisor gaba, principal inhibidor del sistema nervioso, lo que produce un estado de “relajación” en el consumidor (8, 9). Philips e Iannaccone sostienen que la generación de tolerancia a los efectos “negativos” del alcohol (pérdida de coordinación motora, efecto sedante, náusea, etc.) puede ser un paso importante en la generación de un patrón de consumo excesivo, aunque manifiestan que los estudios al respecto no son del todo concluyentes (8, 9).

La literatura económica comúnmente sostiene que el problema de maximización en un consumidor adicto deriva de un comportamiento miope. Esto quiere decir que el consumidor no tomará en cuenta las consecuencias futuras que vienen con el consumo de un bien per­judicial y, por tanto, rompe con los principios racionales de maximización de la utilidad. Los principales exponentes de esta postura son Pollak, Houthakker y colegas, Phillips, Spinnewyn, Mullahy y Herrnstein y Prelec, quienes afirman que en general el consumo de un bien adictivo puede ser dañino a largo plazo y disminuye el bienestar futuro del consumidor (10,11,12,13,14,15,16).

Un primer enfoque de adicción miope es el planteado por Pollak y Houthakker y colegas, quienes sostienen que el consumo presente de un adicto depende del consumo pasado del bien, ya que se ha generado un proceso de creación de hábitos que modifican sus gustos y preferencias (10, 11). “El consumidor, bajo la perspectiva miope, observa que su satisfacción actual depende de sus hábitos pasados, pero no reconoce el impacto de sus decisiones presentes sobre sus preferencias futuras” (7). Por su parte, Herrnstein y Prelec desarrollan un modelo miope en el cual el consumidor prefiere la satisfacción inmediata del consumo del bien adictivo a la que recibe de cualquier otra actividad que podría hacer en lugar de consumirlo (16). Estos autores demuestran que, aunque en cada instante individual es racional, al elegir el consumo del bien adictivo, la satisfacción que recibe de este es mayor que la que recibe de cualquier otra actividad, sin embargo, en el tiempo se encontrará en una situación de satisfacción menor de la que empezó. Aunque, en un principio, el consumo de este bien tiene una utilidad creciente, posteriormente esta empezará a disminuir hasta que ya no sea racional continuar consumiendo y el adicto se encuentre en un nivel de bienestar inferior que en el que comenzó.

Contrario a los modelos miopes o de racionalidad imperfecta, Stigler y Becker, Iannaccone y Becker y Murphy sostienen que el comportamiento adictivo puede ser racional y que las preferencias de los consumidores se mantienen constantes en el tiempo (2, 5, 6).

Para Becker y Murphy, un consumidor adicto es racional si conoce las consecuencias futuras de su consumo presente; pero su preferencia está en obtener satisfacción inmediata gracias a que los hábitos que ha ido acumulando en el tiempo influyen más en su decisión de consumo presente que lo que influye su conocimiento de las posibles consecuencias negativas que produce un bien adictivo perjudicial. Estos autores definen el concepto de precio sombra como la suma del precio monetario del bien adictivo más el valor en términos monetarios de la disminución de la utilidad futura que este produce. Este precio aumentará si se trata de un bien perjudicial, mientras que con un bien adictivo beneficioso disminuirá. En otras palabras, un bien perjudicial tendrá un costo mayor para el consumidor que el que está pagando en el mercado, ya que trae consigo una serie de efectos negativos en su bienestar futuro. Es así como un consumidor adicto racional cuenta con la siguiente función de utilidad:

Dónde: u es la utilidad presente del consumidor adicto que depende de c (el consumo pre­sente del bien adictivo), y (el consumo de otros bienes) y de S, que es el stock de consumo acumulado gracias a su consumo pasado del bien c, que mantendrá una relación negativa con la utilidad. Se asume que un consumidor racional conoce que la decisión de consumo de hoy aumentará S, que a su vez disminuirá la utilidad e ingresos de futuros periodos. En otras palabras, el consumidor conoce que el consumo actual de un bien adictivo producirá una disminución en su utilidad e ingresos intertemporales.

Una de las implicaciones que sostienen Becker y Murphy es que el comienzo, reactivación y refuerzo de adicciones nocivas, como fumar, beber en exceso, apostar, consumir cocaína, comer en exceso son comúnmente derivadas de la ansiedad, tensión e inseguridad producida por eventos de alto estrés, por ejemplo, la adolescencia, una ruptura matrimonial o una pérdida de empleo (5). De esta forma, se puede explicar que personas con la misma función de utilidad, misma riqueza y que se enfrentan a los mismos precios pueden presentar diferentes grados de adicción al mismo bien, dependiendo de los eventos a los que se enfrentan en sus ciclos vitales. Esto sugiere que el consumo de muchos productos dañinos y adictivos es estimulado por el divorcio, el desempleo, la muerte de un ser querido y otros eventos estresantes. Estos eventos estresantes producirán un stock de consumo inicial o contribuirán a la producción del stock de consumo como se ve en la ecuación 2.

En donde el cambio en el tiempo de S depende de Z que representa la ocurrencia de eventos estresantes (1). Es así que la ocurrencia de eventos desafortunados aumenta la propensión del consumidor de empezar con un comportamiento adictivo.

Además de la economía, ciencias como la epidemiología psiquiátrica complementan este estudio al analizar el comportamiento de los individuos y las implicaciones que tiene la ocurrencia de eventos estresantes entre los estratos socioeconómicos más vulnerables. La literatura de epidemiología psiquiátrica encuentra evidencia de una relación inversa entre el nivel socioeconómico y el nivel de angustia, causado por la ocurrencia de eventos desafortunados. De esta forma, Dohrenwend y Langner y Michael sostienen la hipótesis de que existe una exposición mayor a estos eventos por parte de los niveles más bajos, lo cual es causal de un mayor nivel de angustia entre ellos (3, 4).

Otros autores sostienen que personas con niveles socioeconómicos bajos no solamente tienen una probabilidad mayor de sufrir eventos desafortunados, sino que también tienen menos recursos para enfrentar los eventos que causan un mayor nivel de estrés (3, 17, 18). De igual forma, Mcleod y Kessler encuentran que existe una probabilidad mayor a eventos no deseados por parte de los niveles más bajos y que esta tendencia se mantiene para todos los tipos de eventos, además sostienen que los efectos no se explican solamente por el nivel de ingreso, sino también por el nivel de educación y el estatus laboral, sin embargo, el ingreso es la variable que más afecta la probabilidad de sufrir un evento estresante, así como la afección (19).

Materiales y métodos

Para conocer la influencia del nivel socioeconómico en el consumo de alcohol en Ecuador y, a partir de los hallazgos empíricos antes detallados, se plantea un modelo probabilístico para demostrar que las personas con una situación socioeconómica más baja tienen una mayor probabilidad de ser consumidores excesivos de alcohol.

Los datos más recientes sobre consumo de alcohol en el Ecuador se encuentran en la Encuesta de Condiciones de Vida 2014 (20). Los datos disponibles en la encuesta no permi­ten estimar la frecuencia de eventos estresantes como variable explicativa del consumo excesivo de un bien perjudicial, como es el alcohol, sin embargo, la base ofrece variables socioeconómicas que permiten caracterizar a la población y confirmar si las desventajas socioeconómicas incrementan la probabilidad de caer en este patrón de conducta. Si bien el nivel socioeconómico no es la respuesta a los eventos estresantes que plantea la teoría base, funciona como una buena aproximación de acuerdo con los hallazgos de Dohrenwend y Langner y Michael, quienes sostienen la presencia de una relación directa entre niveles socioeconómicos bajos y mayor exposición a eventos estresantes, por tanto, este trabajo, más que enfocarse en los niveles de estrés, se focaliza en las características socioeconómicas que pueden hacer que un individuo sea más vulnerable a caer en estos hábitos perjudiciales.

El abordaje metodológico que sustenta los hallazgos de esta investigación se realiza a partir de la estimación de un modelo probabilístico, logit de corte transversal. Es un modelo de respuesta binaria para los resultados de los valores positivos frente a los ceros, este tipo de modelos permite estimar la probabilidad de ocurrencia de un evento, en este caso, ser consumidor excesivo de alcohol, condicionada a un conjunto de características. La distribu­ción normal de un modelo logit es:

Donde representa a todas las variables independientes del modelo que van a servir para es­timar la probabilidad de que un individuo sea considerado consumidor excesivo de alcohol. Para efectos de este trabajo se agrupan en variables que dan cuenta del nivel socioeconómico (pobreza, situación laboral y nivel de instrucción) y un vector de variables control que capturan características específicas de los individuos (sexo, edad, condición laboral, lugar de residen­cia y hábitos). La selección de variables explicativas del nivel socioeconómico es consistente con la metodología implementada por Grossman y Shankar y colegas, quienes utilizan las variables de niveles de escolaridad, pobreza, ingresos y situación laboral como proxi del nivel socioeconómico y afirman que, para niveles bajos de escolaridad, menores ingresos y personas desempleadas la probabilidad de consumir alcohol en exceso aumenta (21, 22).

La especificación del modelo implementado en esta investigación y que parte de la dis­tribución logística arriba señalada es 3 :

Donde:

Yi: identifica a los consumidores excesivos 4 de alcohol; toma el valor 1 si las personas consumieron alcohol 12 o más veces al mes.

Zi: Vector de variables socioeconómicas determinado por: pobreza por consumo 5 , situación laboral 6 , nivel de instrucción 7 .

Ri: Vector de características del individuo como: edad, etnia, sexo, residencia, estado civil.

Wi: Vector de hábitos del individuo específicamente de: fumar y deporte.

Para el análisis de los resultados se estiman los efectos marginales: son los coeficientes que permiten realizar una adecuada interpretación de las probabilidades de ocurrencia del evento a partir de cada una de las variables explicativas seleccionadas.

Resultados

El consumo excesivo de alcohol constituye un serio problema de salud pública en Ecuador, se posiciona como una de las principales causas de muerte en el país. Las muertes relacio­nadas directamente con los efectos del abuso del alcohol representaron el 3.11 % del total de muertes registradas y el 1.03 % del total de consumidores muestran un patrón de consumo que los clasifica como consumidores excesivos de alcohol (14).

El perfil promedio de un individuo clasificado como consumidor excesivo de alcohol muestra que residen principalmente en las zonas urbanas de la sierra, supera los 45 años, son hombres y se identifican como mestizos. Adicionalmente, destinan en promedio 31 dólares mensuales en bebidas alcohólicas.

En este contexto, los resultados empíricos de la presente investigación confirman que la situación socioeconómica, medida por pobreza por consumo, situación laboral y nivel de instrucción influyen de forma significativa en el patrón de consumo de alcohol.

Tabla 1.
Variables de la muestra

Variables de la muestra

*** Significativa al 99 % de confianza.

1/ Se compara contra una persona que tiene instrucción primaria.

2/ Se compara contra un individuo casado o en unión libre.

3/ Se compara contra aquellas personas que se identificaron como blancos o mestizos.

4/ Se compara con las personas que tienen entre 35 y 64 años.

5/ Variables significativas al 99 % de confianza.



Conforme menos ventajoso es el nivel socioeconómico, la probabilidad de ser un consumidor excesivo aumenta; por ejemplo, las personas que se encuentran en una situación de pobreza tienen, en promedio, una probabilidad 1.12 % mayor de ser un consumidor excesivo que aquellos que no se encuentran en tal situación. De igual forma, si la persona culminó sus estudios secundarios o superiores, es menos probable que sea un consumidor excesivo de alcohol que las personas que tienen un nivel de instrucción primario o ninguna instrucción (el efecto marginal es de 0.33 % para la variable superior mientras que para la variable secundaria 0.7 %). Finalmente, la situación laboral muestra que es 1.32 % menos probable que un individuo que se encuentra empleado sea un consumidor excesivo de alcohol en comparación con aquellos que están desempleados (figura 1).

Efectos
marginales de variables socioeconómicas
Figura 1
Efectos marginales de variables socioeconómicas


Fuente: Encuesta de Condiciones de Vida, ecv, 2014.

Los resultados de esta investigación aportan evidencia más allá de la teórica base del com­portamiento de un consumidor adicto asociado con el nivel socioeconómico, ofrece también evidencia que señala a ciertas características y hábitos específicos de cada individuo como detonantes para caer en esta situación; por ejemplo, el sexo, estado civil, edad, hábitos de deporte y zona de residencia determinan la probabilidad de que una persona sea considerada como consumidor excesivo de alcohol. Estos resultados suman los esfuerzos para orientar la política y acciones específicas para atender este problema de salud pública.

Los resultados de esta investigación muestran que las probabilidades de ser un consumi­dor excesivo aumentan cuando la persona es hombre (en promedio tienen una probabilidad 2.95 % mayor que las mujeres), estar soltero o divorciado, para ambos casos sus probabilida­des en comparación a las personas que están casadas son 1.45 % y 1.39 %, respectivamente, y tiene 65 años o más, en este este rango de edad la probabilidad es de 0.7 % mayor en com­paración a la población que se encuentra en el rango de 35-64 años.

Los resultados confirman que los hábitos poco saludables, como fumar y no hacer deporte influyen de manera negativa en la probabilidad de ser consumidores excesivos de alcohol. Los individuos que fuman tienen una probabilidad de 0.43 % más de ser un consumidor excesivo de alcohol, en comparación con aquellos que no fuman, y los individuos que hacen deporte tienen una probabilidad menor en -1.54 en relación con las personas que no hacen deporte.

Finalmente, se encuentra que el lugar de residencia de los individuos influye en la probabilidad de ser consumidor excesivo; las personas que residen en un área urbana y que residen en la región sierra son 0.34 % y 0.46 %, respectivamente, más probables de ser consumidores excesivos que las personas con residencia en zonas rurales y en las demás regiones del país (figura 2).

Efectos
marginales en el consumo excesivo de alcohol, según características del
individuo
Figura 2.
Efectos marginales en el consumo excesivo de alcohol, según características del individuo


Fuente: Encuesta de Condiciones de Vida, ecv, 2014.

El estudio también permite identificar los determinantes sociales y demográficas que reducen la probabilidad de ser un consumidor excesivo de manera significativa. En primer lugar, está el hábito de practicar deporte; en promedio reducen la probabilidad de ser consumidores excesivos en 1.54 % en comparación con los que no realizan estas actividades. Según magnitud del efecto, le siguen las personas con edades de 12-24 y de 25-34 años, este grupo etario tiene 0.92 % y 0.82 % menos probables de ser consumidores excesivos que aquellas que tienen de 35 a 64 años, respectivamente, y los consumidores tanto indígenas como afroecuatorianos.

Los resultados detallados ofrecen información relevante para identificar los grupos vulne­rables y aportar insumo para lograr un mejor diseño y focalización de los esfuerzos públicos y privados para atender este problema de salud.

Discusión

Discusiones actuales de los organismos internacionales, como la oms, sostienen que el nivel de consumo de alcohol y el daño que este produce en cada individuo vienen determinados por una serie de factores de vulnerabilidad personal y social (24). Los factores de vulnerabilidad personal son características específicas de cada individuo que influyen en sus hábitos de consumo, estos pueden ser la edad, el sexo, características familiares y el nivel socioeconómico. Por otro lado, los factores de vulnerabilidad social son características del entorno de un consumidor que pueden influir en sus características de consumo, entre estos están: el nivel de desarrollo, la cultura y sus normas, el contexto de consumo (lugar y ocasión) y la reglamentación existente (leyes concernientes al consumo de alcohol).

Además de los planteamientos generales de la oms, literatura de la economía de la salud relaciona el comportamiento no saludable con el nivel socioeconómico (nse) y sostienen que este último tiene una relación inversa con la adopción de hábitos no saludables y paralelamente una relación positiva con la demanda de salud, las principales variables utilizadas para medir el nse son el nivel de educación, el ingreso y el estatus laboral (21, 22).

Resultados similares se encuentran en el estudio de Van Oers y colegas, estos autores concluyen que, para niveles bajos de escolaridad, la probabilidad de ser un consumidor excesivo de alcohol es mayor que para niveles altos (25). Estos hallazgos fueron identificados a partir de una regresión logística que modeliza el nivel de dependencia del alcohol a partir de variables como la educación (proxi del nse).

En esta línea de hallazgos, Room sostiene que si bien individuos con un nivel de ingresos alto presentan un volumen de consumo mayor (comportamiento normal), al comparar la afección que este produce en la generación de patrones de consumo dañinos, se encuentra que los consumidores de alcohol de los grupos socioeconómicos más bajos son más propensos a generar patrones de consumo riesgoso (excesivo) y a sufrir más efectos negativos provenientes del mismo nivel de consumo (26).

Además de la base microeconómica que explica el comportamiento de un consumidor adicto a partir de eventos estresantes y su potencial vínculo de esos eventos con el nivel socioeconómico, existe otro tipo de evidencia que muestra que el consumo adictivo también está influido por características propias de los individuos, por ejemplo, el sexo, lugar de residencia, edad, estado civil.

Es amplia la literatura que sostiene una diferencia significativa en el consumo de alcohol promedio entre hombres y mujeres, sin embargo, las variables que influyen en sus hábitos de consumo tienen efectos similares, por ejemplo, Casswell, Pledger y Hooper encuentran que tanto para hombres como mujeres el consumo de alcohol es mayor en determinados rangos de edad (3). Miller, Leonard y Windle, por su parte, sostienen que el matrimonio disminuye el riesgo de consumo excesivo de manera significativa en hombres y mujeres, sin embargo, ambos autores encuentran que el consumo de los hombres siempre es mayor en promedio (12).

Extendiendo el efecto del estado civil de los individuos en sus hábitos de consumo de alcohol, Vernon y Roberts y Weissman sostienen que, en promedio, individuos casados exhiben menores síntomas asociados con la depresión que individuos que son solteros, divorciados o viudos (27, 28). Por otro lado, Flanagan sostiene que tienen una tendencia menor a ser víctimas de diversos crímenes como asaltos, robos o violaicones, y Kotler y Wingard afirman que, en general, la mortalidad es menor entre individuos casados (29). Esta protección proveniente del matrimonio, se extiende también al consumo de alcohol y sus efectos del consumo, en general, el riesgo de alcoholismo es menor entre casados frente a solteros, divorciados y viudos. Por ejemplo, Miller, Leonard y Windle encuentran que la cantidad y frecuencia de consumo promedios y la prevalencia de hábitos de consumo dañinos difieren significativamente entre individuos que se han mantenido solteros durante los años de estudio frente a aquellos que han pasado de solteros a casados durante el estudio o que han estado casados durante todo el estudio (12).

En cuanto el área de residencia, Diala, Muntaner y Walrath encuentran que, en individuos que viven en zonas rurales, un cambio positivo en el ingreso familiar reduce su propensión a generar hábitos no saludables de consumo de alcohol frente a zonas urbanas y metropo­litanas (21). Aunque también encuentran que individuos con un nivel de riqueza total más alto también son más propensos.

A partir de la discusión teórica detallada en esta sección, se procede a realizar el plan­teamiento metodológico que permitirá confirmar si en la sociedad ecuatoriana los hallazgos encontrados sostienen la relación entre los hábitos de consumo excesivo de alcohol y el nivel socioeconómico.

Este estudio es una mirada diferente de analizar la maximización de la utilidad: el debate entre los modelos miopes o de racionalidad imperfecta y modelos de adicción racional. Al analizar al consumidor y su comportamiento frente a un bien adictivo, se puede notar que no considera las consecuencias futuras y rompe con los principios racionales de la maximi­zación de la utilidad. Por lo cual, este tipo de estudios permite análisis novedosos frente a este tipo de bienes.

Existen varios autores que, si bien no son concluyentes, señalan que la tolerancia a los efectos negativos del alcohol (pérdida de coordinación motora, efecto sedante, entre otros), puede ser un paso importante en la generación de un patrón de consumo excesivo.

Así mismo, varios estudios sostienen que el problema de maximización en un consumidor adicto se debe a un comportamiento miope; es decir, el consumidor no considera las consecuencias futuras por el consumo de un bien perjudicial y por tanto rompe con los supuestos racionales de maximización de la utilidad. Otros autores señalarán que el comportamiento adictivo sí puede ser racional y que las preferencias de los consumidores se mantienen en el tiempo.

Adicionalmente, se encontraron estudios que muestran que existe una probabilidad mayor a eventos no deseados por parte de niveles más bajos y otras investigaciones que señalan la presencia de una relación directa entre niveles socioeconómicos bajos y mayor exposición a eventos estresantes, y que esta tendencia se puede mantener para todos los tipos de eventos. Si bien no se muestra evidencia en este trabajo sobre efectos estresantes y nivel socioeconómico con el consumo de alcohol, sí se confirma la relación entre nivel socioeconómico y consumo excesivo.

El ejercicio empírico desarrollado en esta investigación permitió confirmar que el nivel socioeconómico de los ecuatorianos influye en sus hábitos de consumo de alcohol. De acuerdo con los resultados del modelo planteado, un nivel socioeconómico menor aumenta la pro­babilidad de ser un consumidor de alcohol excesivo. En definitiva, se confirma la hipótesis planteada, la situación socioeconómica influye en la probabilidad de tener malos hábitos de consumo de alcohol.

No obstante, los efectos no se explican solo por el nivel de ingresos, educación o situación laboral como variables que perfilen el nivel socioeconómico, sino también por características propias de la persona asociadas con variables sociodemográficos. En efecto, se encuentra que estas variables explican de manera significativa la vulnerabilidad de ser consumidores de alcohol riesgosos. Los hallazgos señalan que los hombres, las personas que habitan en las zonas urbanas, personas solas o solteras y aquellos que tienen más de 65 años son el grupo de individuos con mayor probabilidad de caer en el consumo excesivo de alcohol.

Finalmente, se encuentra evidencia de que hábitos saludables influyen de manera positi­va en la disminución de la vulnerabilidad de los individuos. Es así que, el hábito de practicar deporte reduce la probabilidad de ser consumidores excesivos.

Este estudio ofrece insumos que permitirán a los tomadores de decisión diseñar políticas públicas enfocados en las características que vulneran a las personas ante el consumo excesi­vo de alcohol y aporta evidencia que confirma la necesidad de plantear un diseño de política integral, que además de abordar alternativas orientadas a la mejora del nivel de ingresos, a acceso al sistema educativo y estabilidad laboral, identifique programas diseñados para atender las características sociodemográficas.

Si bien el presente trabajo se enfocó en el consumo de alcohol, su discusión teórica puede ser enfocada en cualquier tipo de bien que sea considerado como un bien adictivo perjudicial, algunos ejemplos de estos son las sustancias psicoactivas como drogas y tabaco, además de los desórdenes alimenticios, entre otros hábitos no saludables.

Contribución de los autores

Karla, discusión teórica, contextualización de la problemática y diseño del modelo; María Victoria, soporte en la modelización; Milton Esteban, recopilación de datos y modelización.

Descargo de responsabilidades

Las opiniones expresadas en la presente publicación son las de los autores. No pretenden reflejar las opiniones de la Universidad de Las Américas o de sus miembros.

Referencias

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Notas

1 Universidad de Las Américas, Ecuador.

2 Flacso, Ecuador.

3 Los estadísticos principales del modelo muestran una bondad de ajuste aceptable. El pseudo R2 es de 0.2589, la prueba de Kolmogorov-Smirnov es de 0.507 y el modelo discrimina en promedio, el área bajo la curva rov es de 0.8271

4 De acuerdo con la clasificación de Marconi, se puede considerar como bebedor excesivo a aquel consumidor que prefiere beber cantidades de alcohol mayores a 100 ml con una frecuencia mayor a 3 veces a la semana (23).

5 Cuando el consumo per cápita agregado está por debajo de la línea de la pobreza. Para calcular la pobreza se utiliza el coeficiente de Engel, que es un ratio entre el gasto empleado en alimentos dividido por el gasto no alimenticio total, que en este caso sería el mínimo consumo que cada individuo debe tener al mes para satisfacer sus necesidades básicas y alimenticias, medido por un mínimo de consumo calórico que cada persona debe consumir para vivir sin perder masa muscular. En el caso ecuatoriano se determinó que la línea de extrema pobreza es un consumo de 47.56 dólares, mientras que la de pobreza es 84.4 al mes (20).

6 Identifica a las personas con empleo.

7 Divide a las personas que tienen un nivel secundario y superior frente a las personas que solo cursaron nivel primario o ninguna instrucción.

Notas de autor

* Autora de correspondencia: karla.meneses@udla.edu.ec