Castillo Fernández, J. R. (2010). La oposición y complicidad de las formas tribales/rituales. Anuario Electrónico de Estudios en Comunicación Social "Disertaciones", 3 (1), Artículo 9. Disponible en la siguiente dirección electrónica: http://erevistas.saber.ula.ve/index.php/Disertaciones/

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La oposición y complicidad de las formas tribales/rituales
OPOSITTION AND COMPLICITY IN TRIBAL/RITUAL FORMS

* Castillo Fernández, José Ramón, Profesor de la Universidad del Táchira (UNET).

 

Indice

 

Las actividades humanas se desarrollan por rituales comunes, es decir, hay una secuencia cotidiana que se repite, ya sea por orígenes socioculturales o por conveniencia personal (actividades absolutamente individuales). Los ritos y los rituales están en constante exploración y sistematización, lo que es una gran contradicción, porque nos demuestra que no son estáticos, y su dinamismo se transforma en nuevas maneras de interpretar y de reinventar las secuencias cotidianas que seguimos día a día. Esta investigación explora estas secuencias de la cotidianidad, tanto individual como colectiva que se despliega en los rituales de los jóvenes en diversos espacios urbanos. El objetivo fundamental se dirige hacia la descripción y posterior interpretación de actividades de la cultura popular juvenil urbana, específicamente como las comparsas artístico-religiosas, celebraciones populares, fiestas familiares y organización espontánea de diversión popular, marcadas por fechas precisas en períodos del año, así como por actividades propias de cada comunidad (religiosas, políticas, familiares). De allí se desprenden una serie de categorías que encierran el comportamiento social, y crean redes sociales capaces de conectarse en diferentes espacios geográficos, por así decirlo. Se hace toda una disección y panorama sobre aspectos repetitivos dentro de las estructuras sociales que pueden aplicarse desde el espacio urbano, así como nos permite definir los imaginarios de rituales que marcan a los jóvenes de nuestra ciudad.

Palabras clave: Rituales urbanos, imaginarios urbanos, jóvenes

Recibido: 02 de abril de 2010
Aceptado: 15 de abril de 2010

 

Human activites are developed by common rituals, it means, there is a daily sequence that is been repeted, caused by sociocultural roots or personal convenience. Rites and rituals are always under exploration and systematization, which is a big contradiction because it demonstrates that they are not statics; and their dynamics change into new ways of decoding and remaking daily sequencies. This research explores this daily sequences, single and collective, that are shown in urban rituals of youth. The objective is to describe and understand the activities of young people, comparing with other activities related with religion, politics and family. This study gives some categories that frame social behavior, and build social networks.

Key words: Urban rituals, urban imaginaries, youth

Submission date: April 02nd 2010
Acceptance date: April 15th 2010

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1. Tratando de aclarar(me) una duda

Partamos de un principio: tratar de etiquetar las formas de comportamiento juvenil  más “sobresalientes” en Tribus Urbanas parece una idea descabellada. Es decir, podríamos conversar sobre miles de formas de organización social y no terminaríamos por aceptar ninguna. Para Mafessoli (1997) es una búsqueda inquebrantable de ver una red social por una marca tribal, y resulta un tanto dispar, o ¿es que sólo se han podido estudiar las formas de organización bajo premisas tan primitivas como ver grupos por tribus? Muchos piensan que las tribus bajo esta concepción, se refieren sólo a una pequeña parte de la población que se hacen ver como evidentes, casos concretos, los que modifican sus cuerpos con piercen, tatuajes, maquillaje exaltado o vestuario que trata de desafiar un estatus quo, dejando una visión un tanto oblicua del término sobre el cual está de boga investigar.

Pero resulta que al adentrarnos en esta terminología, las formas de conducta se ven seriamente marcadas por formas de organización que tienen los grupos sociales y las condiciones rituales que genera la polémica en caso de aceptar a un nuevo miembro. Esta opción me parece más apropiada y me permito acercarla a una definición de redes sociales, que al principio tratan de unificarse y posteriormente las vemos como parte de una amalgama de acciones de un colectivo mucho más amplio. Por ello me parece una banalidad hacer un plano que sólo ve los jóvenes dentro de las “tribus urbanas” cuando realmente todo el contexto está marcado por redes y condiciones de uso de cada una de ellas.

Pero claro que las vías para llegar a esta definición están propuestas por las formas de movimiento que realizan los grupos sociales, y en los jóvenes se ve con mayor evidencia, puesto que están prestos a dominar espacios y lugares que tratan de apropiar para desarrollar sus actividades. Estos espacios pueden ser vinculantes y definen acciones específicas. Es por ello que tratamos de diferir de una mera visión superficial de lo tribal y nos estaremos enfocando, aún más en la red y su forma ritual, debido a que requiere de una visión más amplia.

Para Barbero (2006), estas formas de estructura multicultural pueden definirse en una forma de organización “anárquica”, aunque no es que sea totalmente así, debido a las normas que dentro de esta supuesta anarquía grupal se profesa. Es una remembranza a Gargantúa y Pantagruel de Francois Rabelais y el famoso “Prohibido prohibir”, es decir, se refiere a una frase efímera que cae por su propio peso. Esto es sólo para quienes siguen patrones y tratan de habituarse en un espacio preferencial, para de allí modificar sus estructuras de formas de vida o de existencia, buscando siempre la imposición de nuevas conductas.

Los jóvenes resultan un  caso particular en vista de la cantidad infinita de códigos que intentan generar, y del simbolismo al que se refieren en cada situación que se enfrentan, son una especie de combinación entre rebeldía y sumisión. Es por esta razón se generan las diversas formas de establishment, por ende, tratan de aceptar y no aceptarse como parte del colectivo.

Las ritualidades parten de ritos específicos que se tienen de manera personal, pero al entrar de manifiesto con el colectivo son ritualidades plurales y activas de tienden a desaparecer, para dar paso a nuevas formas de organización y patrones de conductas establecidos por la influencia de la cultura popular. Por ello, este discurso se mantiene en forma continua ante el dinamismo de las redes que se van multiplicando.

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2. ¿Cómo iniciar?

Las actividades humanas se desarrollan por rituales comunes, es decir, hay una secuencia cotidiana que se repite, ya sea por orígenes socioculturales o por conveniencia personal (actividades absolutamente individuales). Los ritos y los rituales están en constante exploración y sistematización, lo que es una gran contradicción, porque nos demuestra que no son estáticos, y su dinamismo se transforma en nuevas maneras de interpretar y de reinventar las secuencias cotidianas que seguimos día a día. La exploración de estas secuencias de la cotidianidad, tanto individual como colectiva permite ver cómo despliega en los rituales. Los ritos y rituales colectivos describen e interpretan las actividades de la cultura popular, específicamente como las comparsas artístico-religiosas, celebraciones populares, fiestas familiares y organización espontánea de diversión popular, marcadas por fechas precisas en períodos del año, así como por actividades propias de cada comunidad (religiosas, políticas, familiares).

De allí, se desprenden una serie de categorías que encierran el comportamiento social, y crean redes sociales capaces de conectarse en diferentes espacios geográficos, por así decirlo. Se hace toda una disección y panorama sobre aspectos repetitivos dentro de las estructuras sociales que pueden aplicarse desde el espacio urbano, o el espacio rural, así como también, nos permite definir los imaginarios de rituales que marcan el comportamiento y la organización  de los jóvenes llámese tribus, grupos o algún calificativo que trate de unificar sus estructuras organizadas.

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3. Inicio ritual

La observación y posterior evaluación de los rituales que suelen ser tan múltiples como cada uno de los miembros del contexto social, nace de una perspectiva que trata de buscar un punto de unión, desde una intriga, que puede ser percibida desde las ópticas de los jóvenes.

La incorporación de los elementos rituales desde la perspectiva de los jóvenes, genera un conjunto de ideas que amplían el panorama social, tomando en cuenta que existen formas de organización que se dejan visualizar desde la cotidianidad. Las ritualidades son maneras de enfrentar lo cotidiano y lo que se repite de manera constante, va desde una estructura informal (el quehacer diario) hasta las actividades formales (educación, religión, fiestas, tradiciones culturales), sobre las que se puede abrir una o varias compuertas de análisis de los comportamientos colectivos y buscar orientaciones sobre los orígenes del medio social en el cual se desarrollan.

Los rituales son parte indisoluble de los medios en común que genera el ser humano, es por ello que, nos vemos en la imperiosa necesidad de compartir uno o algunos de los rituales que se extienden a lo largo de muestra vida cotidiana. La ritualidad como objetivo de investigación desencadena en una serie de vías en el Imaginario Colectivo (Lacan, 1998) que se convierte en la manera  activa de ver un comportamiento de las masas. Es una marca característica donde se definen: la estructura de formación de relaciones sociales y la incorporación de nuevas acciones.

Para las Ciencias Sociales los rituales sociales están marcados por el  contexto histórico-cultural en el cual están inmersos, de allí, se empieza a ahondar en los términos de memoria, identidad y reconocimiento de los estratos culturales en los cuales se mueve una comunidad, para promover la organización de aspectos y factores que hacen que ésta se modifique o tienda a desaparecer. Es necesario estar claro, nos acercamos a una cultura que no es estática, ni se define como medida única e irremplazable, está en juego el planteamiento de una forma multicultural que varía constantemente, y al decir de Deleuze (2008), nos enfrentamos a una sociedad colmada de estructuras rizomáticas, donde los límites tienden a borrase. Pero es contradictorio, puesto que, en simultáneo se tratan de borrar las formas culturales del pasado, pero continúa implícitas con su ciclo de afianzamiento en nuevas maneras de actuar, producto de líneas culturales que se cruzan tanto en cada una de las estructuras de comportamiento en masa como de manera individual. Es un complejo entrelazado de acciones que buscan apoyo en las infinitas formas del conocimiento, y que, además, permiten la organización de una cultura que se proyecta como una forma de vida nueva.

Por supuesto que en ningún momento se pretende buscar explicación o valor de las estructuras cotidianas, sino que, simplemente se focalizan las modificaciones que sufren los rituales sociales por: el crecimiento de la ciudad, la reducción del espacio rural, las interminables configuraciones de lo medios de comunicación, la interacción informática y las telecomunicaciones, los paradigmas de comportamiento de masas. Para definir esta última parte Canetti (1994) nos demuestra que una masa es más fuerte que cualquier indicio de racionalidad, por tal motivo se mueve en función de modas o de elementos de transculturación constantemente.

Los rituales conforman todo lo que se refiere a la vida cotidiana, los miembros de las comunidades, son partícipes de manera directa e indirecta, pues son parte de la organización de los imaginarios colectivos. Los momentos de inclusión social en los rituales están marcados por la repetición activa y constante que se realiza de cada uno de los pasos que se siguen. Por ejemplo, en cada situación que se genera, los participantes se adaptan a las condiciones en las cuales está marcada la cultura que los rodea.

En el caso de una comparsa se ve cómo la demostración de una estructura multicultural entra paulatinamente y se convierte en parte fundamental de la costumbre, encontramos entonces, que estas se son el principal centro de observación de nuestro enfoque: durante el tiempo de desarrollo las comparsas tradicionales como procesiones, novenarios, diablos danzantes, ferias, fiestas, pastores, pesebres vivientes, dramatizaciones bíblicas, se tienden a modificar con el pasar de los años y las estructuras multiculturales se dejan pernear hasta llegar a las situaciones cotidianas de ocio en plazas, parques, la universidad, la calle, el paseo. En cada una de estas actividades hay diferentes pasos a seguir e incorporación de nuevas formas de celebración (celebración se toma como desarrollo de la actividad).

Es muy conveniente ver las diferentes y las diversas maneras multiculturales sobre las que se mueven los ritos y las ritualidades, así como la pertinencia que hay en la estructura de los discursos que se promueven dentro de las manifestaciones como tal. También se puede verificar con el pasar del tiempo la ubicación espacial, las diferencias socioeconómicas o los parámetros  sociohistóricos.

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4. Un paso que convierte el rito en ritualidad

En vista de la gran cantidad de investigaciones que se vienen desarrollando desde las ciencias sociales en el área de rituales y ritualidades, es conveniente dejar en discusión su desarrollo y aporte a los estudios de la multiculturalidad. La exploración en esta área se ve influenciada por otras actividades científicas, como por ejemplo, el estudio del desarrollo urbano y el crecimiento de infraestructura de la ciudad.

Es sondear en una amalgama de conceptos y definiciones que pueden concluir en la incorporación de un sistema de descripciones y de cartografía de ritos, que se despliegan desde la cotidianidad individual, hasta la cotidianidad colectiva, con grandes celebraciones que para todos se convierten en fechas y acciones prácticamente obligantes.
Las diferentes maneras de interpretar las ritualidades permite abrir el horizonte de los imaginarios colectivos que se desprenden de las comunidades. En esta variedad encontramos parte de la pertinencia científica, basados en teorías sociales de diversos autores como Quijano, Barbero o Castro.

Cuando se trabajan los rituales, las formas de estructura pueden convertirse en una manera de ver cómo se desplazan los grupos, debido a que el imaginario colectivo urbano trata de generar un pensamiento uniforme pero que es modificado por las formas de metamorfosis que pueden sufrir cada uno de los miembros del grupo.

Frente a la ciudad donde el hombre anónimo debe aceptar códigos que no domina, los vínculos que le impone el urbanismo, desniveles sociales característicos de las grandes urbes, etc, el barrio es un lugar de repliegue pleno de marcas propias que han sido determinadas por el uso o por el placer. Está conformado por los usos que un sujeto puede hacer en el espacio ajeno de la ciudad, constituye una privatización progresiva de lo público y, por lo tanto, un dispositivo práctico para asegurar un corte no agresivo entre lo más intimo (el hogar) y lo más desconocido (la ciudad, el mundo).  (Zubieta, 2004:94)

Por ello es necesario mencionar que en los ritos hay siempre modificaciones por parte de los miembros del grupo, puesto que siempre encontrarán una dinámica personal para generar nuevas maneras de comunicación en el más sencillo de los casos. Acá no se trata de ver cómo son formalmente las ritualidades, porque no están de esta manera planteadas.

Por ejemplo, esta investigación nació de la observación directa de estudiantes en la Universidad del Táchira, busqué espacios territoriales donde se ubicaran las masa de jóvenes,  durante un semestre permanecí allí en el mismo sitio tratando de ver todos los días y cada semana como se movían los estudiantes en un espacio abierto del edificio. Para ello utilice una cámara fotográfica que registró las formas de organización, de cómo cada uno de ellos trataba de imponer un espacio y lo consideraba como propio. De igual manera me desplacé hacia diversas plazas, parques y centros comerciales de la ciudad, todos los días a la misma y hacía este registro, ¿que resultado hay? Se desprende que las personas siempre llegan a los mismos sitios, puesto que generan una ritualidad de vías y de grupos que puede definirse de manera semanal, mensual, semestral o como se crea más conveniente. Se tratan de ubicar espacios únicos y exclusivos de cada persona o grupo La ocupación del espacio no siempre se realiza sobre la base de fundamentos jurídicos, sino como “ocupación de hecho”(Jaimes, 2003:27)

Es decir, acá no estamos tratando de disuadir cómo es que se realizan las ritualidades ya conocidas por todos como las religiosas o familiares, se tratar de reconocer que las personas son seres de adaptación a rituales impuestos por los grupos a los que pertenecen. Para Mafessoli el sentido del trabajo de las tribus está marcado por las características propias de comportamiento de las redes sociales y se considera un extraordinario aporte a los estudios urbanos, pero estamos frente a una forma de comportamiento que obliga de manera consciente y/o inconsciente a cada uno de los miembros de las redes sociales a buscar sus espacios y sus relaciones interpersonales.
Va un poco mas allá de una simple definición de agrupación urbana, es la manera en que las etapas de comportamiento grupal se modifican a medida que pasan los años y el tiempo genera una manera de ver diferente cada ritual.

Si buscamos respuestas estamos frente a un caso complejo de redes sociales que tratan de mantenerse en tal dinamismo, que pese a que estamos en el universo juvenil donde la premisa puede estar en contra del estatus quo, percibimos que se genera un micro estatus quo, para que cada uno de los participantes modifique su ritualidad y pueda ser aceptado por la masa colectiva y el imaginario termina anulándolo. El acto de marchar por el sistema urbano, por ejemplo, es analizado en términos de una retórica peatonal, plena de tropos, en la cual se hace evidente una homología. (Zubieta, 2004,87)

Los ritos que se generan responden a una búsqueda de ritualidad, puesto que somos seres de adaptación. Es necesario estar claros que los imaginarios se mueven para encontrar respuestas a la cultura popular, y no sólo para tener la visión unilateral que una tribu urbana es el grupo emo, el gótico, el trashero o los tatuados, sino que vemos que el sentido de la tribu se transforma en una red social que no tiene límites. También vemos cómo tratan de explicar que en Internet esta red se hace mas compleja, pues, no, es una propuesta porque esta red ya sea digital o no, es la misma que trata de mantenerse por motivos comunicacionales.

Encontramos dos vertientes de esta propuesta:

Primero, un contacto directo del grupo con la comunidad y su compenetración con aspectos que le competen: porque pertenecen a una ritualidad colectiva como parte de una exploración acompañada de una descripción elemental, y luego se llega al estudio a fondo de formas y estructuras socioeconómicas que allí están involucradas, dejando ver un panorama más amplio de los problemas en los cuales está cohabitando la comunidad, además de permanecer anclado a una estructura multicultural que es parte integral del imaginario, y que desemboca en una memoria cultural colectiva;

Como segundo punto: no se trata de proponer soluciones inmediatas, sino reflejar desde el juego de la cultura popular las secuencias rituales, resultando la apreciación de un conjunto de acciones que pueden radicar en el trazado de un sentido de cultura de múltiples visiones que siempre tiende a cobijarse en el colectivo.

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5. Una última ritualidad

En la línea de esta forma de visión del entorno, podemos establecer que las estructuras de organizaciones sociales están definidas por los espacios físicos, las costumbres, los hábitos y las formas de implantar códigos de carácter lingüístico y corporal, que señalan una especie de separación. Caemos en la interpretación que plantea Mafessoli (2003) sobre la teoría de las Tribus Urbanas, dejando que cada grupo genere sus propias reglas para la interacción de los miembros, convirtiéndose en una gran red social que involucran a los participantes y ellos se adaptan, dependiendo de sus intereses y relaciones en común. Por otra parte, el impacto social que interviene el espacio físico de la ciudad, interactuando: la relación entre el ciudadano y espacio en conjunto, con elementos como los imaginarios colectivos, procurando integrar cada una de las actividades culturales que se desarrollan, en función de una teoría de carácter social, que conlleva a una descripción y apreciación del colectivo.

Los Imaginarios y su definición desde los rituales lo sustentamos, por supuesto, en la configuración basada desde Freud (2000), pasando por Lacan y Foulcault (1991) y desembocando en Deleuze (2008), pero finalmente, lo que nos aproximan más a profundidad en el entorno Latinoamericano, y nos internan con las propuestas de discursos y estructuras urbanas los podemos tomar desde Santiago Castro (2005) y Jesús Martín-Barbero (2006), en conjunto con el sentido de identidad que podemos encontrar desde Maritza Montero (2002) o las contradicciones de Modernidad y Modernización del contexto venezolano aplicados por Massimo Dessiato (2005).

Por ello, los estudios de los rituales y las ritualidades, nos remiten a la afirmación de redundar en celebraciones populares, entra en manifiesto el trabajo de sondeo en los imaginarios colectivos de los jóvenes, sobresaltando un inconsciente proveniente de diferentes estratos o regiones. Por ello, se considera conveniente entrar en este discurso y la probabilidad de desentrañar el imaginario en cuanto a su perfil se refiere, y revisar cuál es el panorama que arroja al revisar lo cotidiano, procurando abrir el compás a un sistema de acciones que definen la cultura popular de la región en comparación con otras.

Esto lo podemos rescatar como primer basamento, luego nos desplazamos hacia las teorías sobre la cotidianidad y el estudio de las actividades que son objeto de investigación desde John Street, Michel Maffesoli, René Girard, Muil Sodré, Iris Zavala, Rocco Mangieri, Humberto Jaimes, Enrique González, entre algunos.
Desde esta visión regresamos para apoyarnos en las teorías de Maffesoli sobre las Tribus Urbanas y los discursos de los jóvenes, para sondear el panorama de la comunidad. Esta teoría nos permite incluir los imaginarios colectivos que son la unificación de los imaginarios individuales y poseen un contexto de identidad que se repite en cada uno  de los miembros de un contexto mucho más amplio.

En consecuencia, vemos que desde las individualidades (familia, amigos, parejas}, y todo lo que se refiere a acciones sociales, se desarrolla el proceso de formación de códigos propios de una región. Las manifestaciones del colectivo están aunadas por celebraciones claves, por ejemplo, las comparsas como los diablos danzantes o las procesiones son comunes para la colectividad y son toleradas por los imaginarios, entonces los miembros de la comunidad pretenden unificarse y rescatar parte de esta celebración, y se genera un banco de la memoria que permite la intercomunicación y la fundamentación de la identidad que está en constante proceso de transformación. Para Bajtín (2000) este juego está inmerso en la fiesta del cuerpo colectivo/individual, que se integra y se aleja, es un estado predeterminado y permite la construcción, no sólo de los discursos múltiples y complejos, sino que al unísono permite la unificación del discurso que reside en la memoria.

De allí podemos ver que, por ejemplo, encontramos celebraciones religiosas en cualquier espacio, pero se desprende el hálito de la cultura general, convirtiéndose en una manera de observarlo como resultado de un proceso socio-historio-cultural, que está en efervescencia, y que, cada vez es más cargado por el juego multicultural, que genera una nueva manera de generar una visión de los nuevos participantes.

Para Juan Lizcano (2000) se convierte en la unificación de criterios de carácter artísticos, artesanales y comunes, pero no es más que la interacción y apropiación de un sistema de imaginarios colectivos que sufren la metamorfosis de una continua cultura en crecimiento y experimentación.

Estudiar estas formas de agrupación colectiva debe llevar a una conclusión, si los jóvenes desean incorporar elementos culturales, sin importar su procedencia a sus relaciones personales y grupales, están logrando el cometido de procurar un sentido multicultural de las regiones, y se está solidificando parte de esta visión que nos afirma Martín Barbero (2006) sobre la mirada múltiple y nunca uniforme de un fenómeno cultural en la creación de nuevas formas culturales. Además, estamos respondiendo a una polémica que replantearon Carlos Rincón, Nelson Osorio o Iris Zavala, sólo por nombrar un pequeñísimo porcentaje de estudiosos que comparten esta forma de estudiar las estructuras culturales actuales.

Los ritos y ritualidades están vinculados a una memoria colectiva que a simple vista tiene rasgos particulares, porque responde sólo a algunas necesidades de los grupos.
Si nos referimos a estos dos términos en concreto, vemos que las formas de organización de los jóvenes siempre llevan a generar nuevas maneras de conocimiento y que están en un constante fluir de intercambio y de transformación. Por ende, la memoria cultural está involucrada por la afirmación de cada caso que encontramos, de allí, la visión se tiende a convertir en un torbellino de imágenes que resultan muy atractivas.

Para trabajar con los jóvenes debemos estar claros que el trabajo trae una dinámica aislada de las instituciones y que estas tratan de agredirlo, pero para bien de la minoría de los casos, estos crean de manera formal una forma de organización de grupo que Mafessoli llama “Tribu urbana” -pero que realmente prefiero llamar “red social”-, pues ellos responden a los intereses de cada uno de sus participante y a su vez es recíproca por cada uno de sus miembros, es decir, no es uniforme.

Cada uno de los miembros de los grupos pertenece y se multiplica socialmente a medida que entra a nuevas ritualidades, para terminar en una red de estas.
Podemos ver que los ritos y las ritualidades son tan múltiples como cada uno de los individuos que conforman las redes sociales. Por ello, trabajar desde los discursos de los jóvenes y de sus espacios territoriales es tan complejo que se termina abarcando cientos de grupos.

También es claro que en la mayoría de los casos se buscan espacios físicos, pero si vemos las formas de agrupamiento de los jóvenes estamos enfrentando los intereses y necesidades que estos padecen. Si pudiéramos ver a los jóvenes como parte de una red social que está creciendo en paralelo, tratando de hacer frente al status quo, y que generan sus propias reglas y espacios, se podría comprender su comportamiento y no etiquetarlo como una  amenaza, sino como una ganancia.
Considero que estudiar estos elementos de manifestación entre ritos y rituales que son indispensables en las formas culturales, deja de manifiesto la multiplicidad humana y la capacidad de transformar espacios en territorios urbanos, que es lo que nos compete.

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6. Referencias Bibliográficas

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