10.12804/revistas.urosario.edu.co/desafios/a.14766
SECCIÓN GENERAL
Matías David López1
1 Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas | Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (UNLP - CONICET), Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Universidad Nacional de La Plata, Argentina
0000-0001-8268-3543
matiasdlopez@yahoo.com.ar
Artículo recibido: 13 de agosto de 2024
Artículo aprobado: 3 de febrero de 2025
* Agradezco las lecturas atentas y sugerencias de las colegas Inés Aprea y Ana Carolina Arias.
Para citar este artículo: López, M. D. (2025). Prácticas colectivas y problemas públicos: la experiencia de los cartoneros y las promotoras ambientales en La Plata (Argentina). Desafíos, 37(1), 1-33. https://doi.org/10.12804/revistas.urosario.edu.co/desafios/a.14766
RESUMEN
Este artículo explora la actividad que llevan adelante los/as recuperadores/as urbanos/as y las promotoras ambientales cartoneras, integrantes del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) y de la Federación Argentina de Cartoneros, Carreros y Recicladores (FACCyR) en la ciudad de La Plata (Argentina). Por medio de un enfoque cualitativo, y recurriendo a los aportes de la perspectiva pragmática y de los estudios urbanos, se realiza un estudio de caso que da cuenta de parte de la trayectoria organizacional de este colectivo y del modo en que el mismo configura un problema público, relacionado con la gestión social e inclusiva de la recolección y el reciclado. Se considera que cruzar en el análisis las demandas sociales, las prácticas urbanas cotidianas de los/as cartoneros/as y las políticas públicas urbanas locales, brinda una perspectiva que da cuenta de diferentes sentidos de entender la ciudad y permite comprender los modos diferenciales de producir el espacio urbano. Se concluye que, en la indagación de las prácticas sociales situadas, se puede reconocer formas de movilización y acción colectiva, que conforman un problema público y que, a su vez, generan otras maneras para que los sectores vulnerabilizados experimenten lo urbano.
Palabras clave: ciudad; cartoneros; problemas públicos; políticas urbanas; estudios urbanos; pragmatismo.
ABSTRACT
This article explores the activity carried out by urban waste pickers and cartoneras environmental promoters, members of the Excluded Workers Movement (MTE) and the Argentine Federation of Cartoneros, Carreros and Recyclers (FACCyR.) in La Plata city (Argentina). By means of a qualitative approach and resorting to the contributions of the pragmatic perspective and urban studies, a case study is carried out that aims to account for part of the organizational trajectory of this collective and the way in which they configure a "public problem" on the social and inclusive management of collection and recycling. It is considered that crossing in the analysis the social demands, the daily urban practices undertaken by the cartoneros/as and the local urban public policies provide a perspective that accounts for conflicting senses of understanding the city and allows understanding the differential ways of producing urban space. It is concluded that, in the investigation of situated social practices, it is possible to recognize forms of mobilization and collective action that shape a public problem and, at the same time, generate other ways of experiencing the urban by vulnerable sectors.
Keywords: city; cartoneros; public problems; urban policies; urban studies; pragmatism.
RESUMO
Este artigo explora a atividade realizada por recicladores/as urbanos e promotores/as ambientais, membros do Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) e da Federación Argentina de Cartoneros, Carreros y Recicladores (FACCyR)) na cidade de La Plata (Argentina). Por meio de uma abordagem qualitativa e com base nas contribuições da perspectiva pragmática e dos estudos urbanos, é realizado um estudo de caso que visa a dar conta de parte da trajetória organizacional desse coletivo e da forma como ele molda um "problema público" sobre a gestão social e inclusiva da coleta e da reciclagem. Considera-se que o cruzamento das demandas sociais, das práticas urbanas cotidianas empreendidas pelos catadores e das políticas públicas urbanas locais na análise oferece uma perspectiva que dá conta dos sentidos conflitantes de compreensão da cidade e permite entender as formas diferenciadas de produção do espaço urbano. Conclui-se que, na investigação de práticas sociais situadas, é possível reconhecer formas de mobilização e ação coletiva que moldam um problema público e, ao mesmo tempo, geram outras formas de vivenciar o urbano por setores vulneráveis.
Palavras-chave: cidade; recicladores; problemas públicos; políticas urbanas; estudos urbanos; pragmatismo.
Introducción
En el año 1999 Marisa comenzó a cartonear, luego de cerrar sus puertas la casa de comidas donde trabajaba como cocinera. Vivía en el barrio de Tolosa, era madre soltera y en ese momento su hija estaba por cumplir siete años. Mientras aún trabajaba en aquel comercio, algunos días que tenía tiempo libre ayudaba a unas vecinas a separar residuos, porque a ella le gustaba hacer manualidades. Así, reutilizaba algunos materiales para armar las piezas que creaba y obtener un dinero extra. Sin saberlo, el cartoneo se volvería su principal fuente de subsistencia e ingresos durante los siguientes años.
Tenía mucha curiosidad en esto que ellos hacían. Y entonces, los ayudaba, ya entendía lo que era el cartón, el papel, los precios, la diferencia que había. Muchas veces a mis vecinas las ayudaba también a separar, porque yo tenía tiempo, y como siempre me gustó hacer manualidades, entonces mucho de lo que ellos no usaban o que no podían vender, lo utilizaba yo para hacer alguna manualidad y también me servía a mí para venderla. Era un dinerito extra. Hacía flores, medio como artesanías con materiales reutilizables. Sí me servían para mejorar mi economía, pero en ese momento no le daba la importancia que tenía. Me quedo sin el trabajo de la cocina, así que empecé a trabajar, a salir. En ese momento tenía varios vecinos que hacía ya años que venían trabajando en lo que era el trabajo del cartón, o sea, cartoneros. Algunas amigas y vecinas también eran cartoneras. Y bueno, ellos me dicen "mirá Marisa, si querés te podemos ayudar", "te prestamos el carro en tal horario como para que puedas salir". (Marisa Cantarino, comunicación personal, junio de 2024).
Entre 2015 y 2016, luego de muchos años trabajando por su cuenta, durante los cuales realizaba su labor con un carro tirado por ella misma, Marisa comenzó a interesarse —con cierta desconfianza— en los encuentros que empezaban a organizar algunos carreros y cartoneros/as de la ciudad, que luego sería la rama cartonera del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) de La Plata. Ella recuerda que tiempo antes, algunos militantes de la Federación Argentina de Cartoneros, Carreros y Recicladores (FACCyR) comenzaron a recorrer los distintos barrios de la ciudad y la región donde vivían las "familias cartoneras", como las llama. Entre estas personas que apostaban a organizarse se encontraban su hija y su yerno —también cartoneros—, que le insistían en que era una buena oportunidad de juntarse con otros/as, trabajar de una manera más organizada y armar una cooperativa. Marisa recuerda esos inicios de la organización colectiva que se dieron en la ciudad: "la Federación llegó para abrirnos la mente y explicarnos a nosotros mismos que solo no se puede hacer nada. Que tenemos derechos y que hay que estar unidos para poder llevar adelante y con mucha lucha fuimos consiguiendo cosas" ("Carrerxs y cartonerxs piden colaboración...", 2019).
"Hay otras posibilidades, hay otras cosas", decían. Ellos llegan con la idea, primero, de mostrarnos que el trabajo cartonero era un servicio, que teníamos derechos, que estábamos cuidando el ambiente. Un montón de cosas que no las pensabas. Salías con el carro, salías a buscar el material, los residuos que necesitabas para después poder clasificarlos y después venderlos, porque tenías que mantener a tu familia, tenías que comer, tenías que vestirte, tenías que mandar a tus hijos a la escuela y necesitaban útiles. Bueno, todo ese proceso era eso. Nuestro trabajo era buscar esos materiales, poder clasificarlos, poder venderlos, y con eso se vivía. Por eso era muy común decir que "el cartonero vive día a día". (Marisa Cantarino, comunicación personal, junio de 2024).
Desde la mirada de Marisa, este hecho fue un punto de inflexión en las prácticas de cartoneo y reciclado en la ciudad y en las trayectorias vitales de los/as involucrados/as en estas actividades, ya que se sumaron la dimensión social y ambiental a la labor cartonera, ampliando así los sentidos del trabajo que realizaban. Ese punto de contacto con un sector militante dio pie a un proceso inédito de organización social de carreros y cartoneros/as de la región —que se consolidó entre 2015 y 2016— dentro del MTE de La Plata, Berisso y Ensenada,1 y dentro de la FACCyR.2 Luego de varias conversaciones, a mitad del 2016, Marisa se incorporó al movimiento y participó de la primera asamblea cartonera realizada en el club Chacarita Platense. A partir de entonces, transformó su labor, junto a otras compañeras, de cartonera a promotora ambiental cartonera. Estas tareas fueron la contraparte que este grupo de mujeres comenzó a llevar a cabo para acceder —como beneficiarias— al programa nacional Potenciar Trabajo. A diferencia de algunas compañeras, que continuaron con el cartoneo, este cambio le significó a Marisa dejar el día a día de recolectar materiales reutilizables y reciclables para ocuparse de realizar "recorridas" por instituciones de la ciudad impulsando talleres de separación, campañas de concientización sobre la gestión social de residuos y generando, a su vez, nuevas articulaciones para visibilizar y ampliar el trabajo cartonero en la región. De este modo, en el hacer cotidiano y el trabajo con otras organizaciones e instituciones —escuelas, centros de estudiantes, equipos extensionistas de la Universidad— surgió y se consolidó la figura de las promotoras ambientales cartoneras en la región, un grupo integrado únicamente por mujeres.
Este artículo de investigación indaga, de forma aproximada, en las prácticas cotidianas —configuradas por desplazamientos y movilidad en el espacio urbano— que realizan los/as recuperadores/as urbanos/as y las promotoras ambientales, integrantes del MTE y de la FACCyR de la ciudad de La Plata. A su vez, se busca marcar un contrapunto con algunas de las políticas urbanas que ha desplegado el municipio entre los años 2015 y 2023, que involucran al desarrollo cotidiano de las actividades del Colectivo Cartonero, el cual ha sido uno de los sectores más afectados por la implementación de esas políticas.
Se considera que cruzar en el análisis las prácticas urbanas cotidianas de los/as cartoneros/as, la conformación de demandas de las organizaciones cartoneras, así como las políticas urbanas locales, da cuenta de miradas y formas de entender/hacer la ciudad que se contraponen y, a su vez, permite comprender los modos diferenciales de producir el espacio urbano (Segura, 2015). En tal sentido, este artículo busca responder ¿qué formas de movilidad activan los/as recuperadores/as y las promotoras ambientales? En contrapunto con las políticas urbanas municipales, ¿qué procesos de construcción social del espacio urbano se ponen en juego y se disputan? ¿De qué modo configuran la cuestión de la basura y la gestión de residuos sólidos como un problema público en la ciudad?
El campo de interlocución de este escrito comprende los trabajos que han abordado, desde diversas miradas, el "fenómeno cartonero" en la Argentina, postcrisis del 2001 (Suárez, 2003; Paiva, 2006, 2008; Paiva & Perelman, 2008; Schamber, 2008; Perelman & Boy, 2010; Schamber & Suárez, 2011; Villanova, 2013; Perelman, 2014; Soroche, 2015; Gorban, 2014; Sarandón, 2016; Schettini & Herrero, 2017; Puricelli, 2017; Perelman & Puricelli, 2019; Sarandón & Schamber, 2019; Tagliafico, 2021). También dialoga con los estudios urbanos y socio-antropológicos que abordan la vida urbana, en particular con los trabajos sobre fragmentación, segregación socioespacial y movilidad urbana (Carman et al., 2013; Caggiano & Segura, 2014; Cravino, 2016; Di Virgilio & Perelman, 2019; Segura, 2015, 2021; Segura & Vélez, 2020; Smith, 2020; Balerdi, 2020, 2021). Finalmente, recupera la perspectiva abierta por las sociologías pragmáticas sobre la construcción de problemas públicos (Cefaï, 1996, 2002, 2009) y la configuración de demandas, a partir de la puesta en acto de las competencias de los actores que, en situación, elaboran una crítica que puede transformarse en una demanda legítima (Boltanski & Thévenot, 2000; Nardacchione & Acevedo, 2013; Thévenot, 2016).3
Metodología
Para esta indagación se realizó un estudio de caso único, desde una perspectiva metodológica cualitativa a partir de análisis de fuentes secundarias: notas y entrevistas periodísticas publicadas principalmente en medios de comunicación locales, perfiles en redes sociales, documentos institucionales y piezas comunicacionales. También se produjo una entrevista en profundidad, se conversó con informantes clave y se tomaron notas de campo, a partir de observaciones y registros de encuentros, charlas abiertas y foros públicos realizados en la ciudad, vinculados con el fenómeno cartonero, la gestión de residuos sólidos y los debates sobre políticas urbanas.
El "fenómeno cartonero"
En este apartado se trazará un breve recorrido por el surgimiento de los movimientos ligados al cartoneo y la gestión informal de residuos en el país, para luego ampliar el foco sobre lo ya expuesto en relación con la organización colectiva y la labor diaria de los/as cartoneros/as y las promotoras cartoneras del MTE de La Plata. Esto se llevará a cabo, principalmente, desde la mirada de Marisa, una de las referentes de la organización.
Siguiendo la emergencia, masificación y consolidación del "fenómeno cartonero" —a partir de los años previos a la crisis de 2001—, en las últimas décadas se configuró en la Argentina un fructífero campo de estudios sociales —referenciado en el apartado anterior—, que ha indagado y problematizado en: la implementación de políticas públicas ligadas a la gestión diferencial de los residuos y su tensión o articulación con los circuitos informales del trabajo cartonero (Paiva, 2006; Paiva & Perelman: 2008; Gutiérrez, 2017; Puricelli, 2017; Sarandón & Schamber, 2019; Tagliafico, 2021); la historia y las formas de organización colectiva de los/as cartoneros/as, atendiendo también a sus intervenciones en diferentes conflictos urbanos, ligados a los reclamos por el mejoramiento de las condiciones de vida y de trabajo (Paiva, 2008; Schamber, 2008; Schamber & Suárez, 2011; Villanova, 2013; Gorban, 2014); los desplazamientos de los/as cartoneros/as —en los cuales deben cruzar fronteras simbólicas y materiales, que condicionan sus trayectorias—; y su manera de vivir e imaginar la ciudad, a partir de cual configuran los territorios y sus experiencias urbanas (Perelman, 2014; Perelman & Puricelli, 2019). En tal sentido, a la par de una ampliación de las actividades de "cartoneo" —antes denominadas "cirujeo"— y su visualización social, principalmente en la región metropolitana de Buenos Aires (RMBA) —donde se posan la mayoría de estos trabajos, producto de las crisis socioeconómicas que han atravesado el país—, estos estudios abordan, así, diversas dimensiones de la problemática desde miradas sociológicas, antropológicas, económicas, históricas, ambientales y desde los estudios urbanos.
En su estudio sobre recolección y recuperación informal de residuos, Paiva y Perelman (2008) sostienen que lejos de los debates desarrollados en las distintas Conferencias Internacionales sobre Ambiente, como las promovidas por la ONU:
En las ciudades latinoamericanas la recuperación de desechos se produce, principalmente, por canales diferentes a los propuestos en los encuentros internacionales. En estas ciudades, con baja o nula recolección de residuos, ausencia de sitios adecuados para la disposición final y altos índices de desempleo, son los pobres urbanos los que, por necesidad, se dedican a la recolección y venta de materiales reciclables. (Paiva & Perelman, 2008, p. 37).
Así, plantean que, si bien en los diferentes actores que intervienen en ese circuito no se persigue un propósito ambiental —al menos en esos primeros años de consolidación de la actividad en el país—, sino de supervivencia o comercialización, se trata, sin embargo, de una actividad por la cual "se recupera una cantidad más que importante de residuos reutilizables que por esa vía no impactan sobre el ambiente y reingresan al circuito de la producción" (Paiva & Perelman, 2008, p. 37).
Cabe recordar que, a la par de la creciente masificación de esta actividad, en el año 2004 se sancionó en la Argentina la ley nacional N.° 25.916, relacionada con la Gestión Integral de Residuos Sólidos Urbanos (GIRSU). Desde ese entonces, y muy lentamente, algunas provincias y municipios a lo largo del país han ido adoptando normativas propias e impulsando políticas sobre esta cuestión. Este modelo de gestión se basa en cuatro pilares: la reducción, la reutilización, el reciclaje y el tratamiento de los residuos. En este escenario, comenzaron a cambiarse —en los agentes estatales y en las políticas públicas— las formas de referirse o nombrar a los actores involucrados en estas tareas: "desde el Estado se han fomentado nuevas nominaciones para referirse a quienes se dedican a la recolección urbana (de cartonero o ciruja a recuperador urbano o promotora ambiental) buscando generar una relación entre recuperación y cuidado ambiental" (Perelman & Puricelli, 2019, p. 201). Por otro lado, es interesante observar cómo, en las experiencias desarrolladas en la Argentina, se articularon las demandas cartoneras —entre otras cuestiones por el reconocimiento de su actividad como trabajo y la necesidad de conseguir derechos como salarios, jubilación, condiciones de seguridad. etc.— con la agenda de la militancia ambiental, sintetizada en las primeras décadas del siglo XXI en el movimiento de la ONG "Basura Cero" (zero waste), que apunta a lograr la sustentabilidad global. De este modo, la repercusión social sobre la labor cartonera se fue amplificando cada vez más. En recientes notas periodísticas e indagaciones en ciencias sociales se planteó la cantidad estimada de personas que se dedican a la recuperación de materiales en el país, y de ellas, cuántas están nucleadas en la FACCyR. Si bien no se cuenta con datos oficiales, a principios de 2020:
Según estimaciones de la Federación Argentina de Cartoneros, Carreros y Recicladores (FACCyR), en la Argentina más de 150000 personas trabajan recuperando materiales reciclables en centros urbanos o en basurales: de ellas, 15000 están agrupadas en las 120 cooperativas representadas en la FACCyR, mientras que el resto trabaja por su cuenta. (Ayuso, 2020).
En efecto, "el otro 90%, más de 130000 personas, se desempeñan de forma independiente, es decir, sin conformar asociaciones formales u organizaciones —lo que generalmente se traduce en peores condiciones laborales" (Tagliafico, 2021, pp. 1-2). Con relación a la cantidad de material que se recolecta en el país, se estima que, por mes:
Se recuperan al menos unas 200000 toneladas de materiales, generando un impacto significativo en el medio ambiente, la higiene urbana y la economía circular [...] Cada trabajador recupera, en promedio, unos 100 kilos de materiales reciclables por día —el equivalente a lo que generan 100 personas—. (Ayuso, 2020).
En ese sentido, la Federación sostiene que aproximadamente son 10 mil toneladas de material reutilizable lo que por día juntan los/as cartoneros/as, carreros y recicladores/as en la Argentina.
En relación con las experiencias ubicadas en la ciudad de La Plata, se puede mencionar el trabajo de Aimetta (2009), que indaga en los sentidos tensionados sobre trabajo, "rebusque" y no-trabajo, a partir de las trayectorias de los carreros del barrio Nueva Esperanza en la periferia de la ciudad. También el trabajo de Rausky (2016), que indaga la articulación entre espacialidad y trabajo en las trayectorias de quienes llevan a cabo la actividad cantonera, tanto adultos/as como niños/as. La autora caracteriza la forma que los/as cartoneros/as tienen de practicar, vivenciar y representar el espacio laboral —cómo se construye la experiencia de trabajar en la calle—, e indaga en las repercusiones de esto en los sentidos que le asignan a su trabajo.
Cabe remarcar que, durante los años 2010 y 2011, integrantes de la FACCyR empezaron a llegar a La Plata y se pusieron en contacto con familias de cartoneros/as que ya realizaban dicha actividad en la región. Como se planteó antes, Marisa sostiene que este fue un punto destacado en la organización de quienes desarrollan esta labor en la ciudad: mostraron que había otras posibilidades. Así, desde el 2015, se conformó en La Plata la agrupación desde la cual estos actores pudieron articular sus demandas colectivas, principalmente frente a los gobiernos local y provincial, en relación con el reconocimiento —por parte del Estado— de su trabajo en la recuperación de los residuos reciclables de la ciudad y en el fomento de la educación ambiental. Dos cuestiones que estaban plasmadas en la Ordenanza 10.661 de 2009 —denominada "Basura Cero"—, pero que no tenía un efectivo reconocimiento municipal hacia dicha labor, como sostiene este colectivo (FACCyR MTE, 2015).4 Como parte de este proceso de organización colectiva de los/as cartoneros/as del MTE en la región, comenzaron a tejer alianzas, principalmente con actores de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), generando iniciativas para capacitarse en reciclado y reutilización, cuestiones de economía popular y cooperativismo, temáticas de género y trabajo, y también a impulsar los denominados Puntos Azules y formar el equipo de promotoras ambientales cartoneras.
El 9 de mayo de 2017 se produjo un suceso muy importante para la pelea que los/as recuperadores/as enrolados en el MTE y la FACCyR llevaban a cabo ("Marcha cartonera...", 2017). Ese día se movilizaron hacia el Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible (OPDS), ubicado en la Torre Gubernamental II, frente a la Plaza Moreno, para reclamar la incorporación de las cooperativas de recuperadores urbanos a la gestión de los residuos en la Provincia. El 17 de octubre del 2018 también efectuaron una importante movilización contra la persecución y el hostigamiento por parte funcionarios municipales, para reclamar el aumento de los cupos de trabajo y por la asignación de sueldos para las personas que integraban el sistema de reciclado, con la inclusión social que impulsaban. Desde diferentes puntos de la periferia —a pie, con carros tirados a mano y otros con carros tirados a caballo—, el Colectivo Cartonero nucleado en el MTE marchó hasta el Palacio Municipal para visualizar sus demandas. En el comunicado publicado luego de la actividad plantearon:
Luchamos por un sistema en el cual se reconozca el trabajo de limpieza de la ciudad de nuestros compañeros, como un servicio público de gran valor ambiental. Este servicio público brindado debe ser remunerado e inclusivo. Las y los trabajadores cartoneros recuperan día a día cientos de toneladas de material reciclables que, gracias a su labor, no son enterradas, lo cual también genera un enorme ahorro del dinero de todos los platenses. (Federación Argentina de Cartoneros, Carreros y Recicladores - UTEP, 2018).
Para ese 2018, y luego de varios años de lucha, el MTE consiguió 50 puestos de trabajo —en el formato de contrato— como recicladores/as urbanos/as. Dicho acuerdo se viabilizó por medio de la conformación de una cooperativa cartonera, llamada Recicladores Unidos, que trabaja al servicio del Municipio. Esta cooperativa también tiene convenios similares con los municipios de Berisso y de Ensenada. Por ese acuerdo con la Municipalidad de La Plata estos/as cartoneros/as debieron dejar la tracción a sangre de caballos y comenzar a trabajar con carros manuales. A su vez, consiguieron un galpón para montar una planta de reciclado, ubicada en el barrio de Los Hornos —calle 144 entre 47 y 49— donde llevan a cabo las tareas de separación y clasificación de los residuos sólidos secos. En esta cooperativa se recuperan cartones, papeles, plásticos y vidrios, según afirman "son materiales que vuelven a la industria reduciendo la materia prima, se conserva el medio ambiente y se da trabajo a las familias cartoneras" ("La ciudad se llena...", 2018). Desde el MTE sostienen que en La Plata existen actualmente 1000 familias que viven del cartoneo, de las cuales 200 personas son parte de dicha organización y cuentan con contrato de trabajo del Municipio, según comentó Marisa en la entrevista.
El papel de las promotoras ambientales cartoneras y los Puntos Azules
En La Plata, el surgimiento de la figura de las promotoras ambientales cartoneras y la creación de los Puntos Azules fue parte de un mismo proceso. La figura de las promotoras fue la forma de nombrarse que cobró mayor peso con el programa de promotoras ambientales, creado por la FACCyR entre 2015 y 2016, ellas fueron las encargadas de la conformación de los Puntos Azules y de articularlos con los proyectos de extensión universitaria ligados a aquellos.5
Ambas formas, a su vez, buscan contribuir a instalar en la ciudad un sistema de Gestión Social del Reciclado.6
Las promotoras sostienen que están construyendo espacios genuinos de trabajo e inclusión social, Marisa afirma que: "este trabajo nos empodera a las mujeres porque nos da la fuerza para continuar" (Farías, 2020).7 Para el año 2020, el equipo de promotoras en La Plata se encontraba integrado por doce mujeres. Como se mencionó, por el trabajo que realizan reciben un sueldo en el marco del programa nacional Potenciar Trabajo. Todas ellas fueron cartoneras y algunas todavía lo siguen siendo. Cabe resaltar que uno de los ejes principales del proyecto de las promotoras es la perspectiva de género: de ahí que asumen la decisión que el grupo esté integrado únicamente por mujeres. Marisa explica que:
Las promotoras ambientales empezamos como cartoneras, por eso sabemos muy bien el trabajo que hacen a diario nuestros compañeros. Algunas todavía siguen con el carrito porque la plata no alcanza. Yo era cartonera. Gracias a este programa pude dejar de tirar el carro. Yo ya tengo 54 años y en un momento el cuerpo no aguanta más. Ahora puedo volver a mi casa y hacer otras cosas como estudiar. (Marisa Cantariño, comunicación personal, junio de 2024).
En cuando a los Puntos Azules, las promotoras y personas ligadas a su sostenimiento los definen como:
Centros de acopio de materiales sólidos, secos y reciclables —como papel, cartón y botellas pet— que colaboran con el trabajo de los/as cartoneros/as para hacerse de esos recursos que luego recuperan, reciclan y venden. Se trata de un trabajo de coproducción entre distintas instituciones —universidad, escuelas, organizaciones sociales y comunitarias— y la cooperativa de trabajo cartonera que aporta con el desarrollo de parte de la economía popular de la región. ("El 'Punto Azul' se presentó en...", 2018).
En 2016 se abrieron los primeros Puntos Azules en la ciudad: en el Bachillerato de Bellas Artes y en el Liceo "Víctor Mercante", ambos colegios de pregrado de la UNLP. En el Liceo se realizó por medio de un proyecto de extensión del que participaron estudiantes, docentes y no docentes; el proyecto, además, "promueve la creación de Puntos Azules en otras instituciones educativas de la región junto a las promotoras ambientales cartoneras" ("El 'Punto Azul' se presentó en...", 2018).8 Tanto los Puntos Azules como la tarea de las Promotoras, buscan visibilizar a los/as cartoneros/as como trabajadores/as y aportar a la economía de las familias que viven de esta actividad, involucrando a la comunidad en la separación en origen y la recuperación de materiales reciclables, es decir, los residuos sólidos urbanos (RSU).
En relación con los sentidos que se buscan construir sobre los Puntos Azules, también se puede mencionar, por un lado, el juego con los colores (el azul frente al tradicional color verde asociado con el reciclado) intenta hacer notar la dimensión social de la actividad; es decir, tener presente la labor que los/as recuperadores/as realizan dentro de la trama completa, la cual es hacer que los residuos materiales se pongan otra vez en circulación para ser reutilizados y/o reciclados. Por el otro, el intento de tensionar los sentidos instalados sobre qué es lo público y lo común, y cómo se puede configurar nuevas formas de ciudadanía, recreadas desde los sectores vulnerabilizados, como el Colectivo Cartonero.
El Punto Azul representa una oportunidad para promover derechos e interpelar los sentidos de la convivencia y de lo común. Constituye un aporte, tanto material como simbólico, a actores sociales que no participan de una ciudadanía plena, entendiendo la ciudadanía como el ejercicio y goce de los derechos. Por eso es fundamental no separar la promoción ambiental de la promoción de derechos: las campañas de reciclado no deben limitarse a su aporte ambiental sino orientarse al reconocimiento del cartonero como trabajador urbano y reciclador. Porque no hay reciclado sin inclusión social y no hay inclusión sin educación en derechos. El Punto Azul no solo contribuye al reciclaje sino también a la pelea por un mejor vivir, por un salario social para los cartoneros y todos los derechos consagrados como trabajadores, por políticas públicas de inclusión, por una economía socialmente integradora. ¿Por qué azul? Las políticas públicas de reciclado centradas exclusivamente en lo ambiental se identifican con el color verde. La denominación de "Punto Azul" surge de la necesidad de incorporar la dimensión social, propiciando el reconocimiento de los trabajadores en el sistema de reciclado e involucrando a diversos actores institucionales en la demanda de un sistema público que los incluya. (MTE, 2017).9
A la par con el trabajo emprendido en el movimiento, también fueron instalando en la ciudad la importancia que tiene el trabajo cartonero. Marisa afirma que: "La gente está tomando consciencia del trabajo de los cartoneros y las cartoneras, pero hay que seguir. Necesitamos difundir, ahí está la importancia para que esto [los puntos azules, la separación en origen, la gestión social de residuos] crezca".10
Las promotoras llevan a cabo diferentes tareas relacionadas tanto con la visibilización y el pedido de reconocimiento de la labor cartonera, como con el fomento y la concientización sobre la gestión social y responsable de residuos, a partir del desarrollo de capacitaciones y charlas en diferentes instituciones: escuelas primarias y secundarias, jardines de infantes, facultades y clubes. En palabras de Marisa:
Nuestra labor consiste en difundir el trabajo de la cooperativa a la que pertenecemos y concientizar a la población sobre la importancia de la separación de residuos en origen, y el trabajo de los recicladores urbanos. Brindamos talleres de separación en origen y hacemos promoción ambiental en plazas céntricas de la ciudad. A cualquier actividad que nos invitan nosotros vamos con la promoción ambiental. Nosotras conocíamos el trabajo, pero no teníamos las palabras para contarlo a la gente. Lo que más nos gusta es hablar con los vecinos y contar el trabajo que hacen los compañeros todos los días recuperando el material. Todo se puede hacer solo si los vecinos y vecinas separan el residuo en origen. Separando residuos secos de húmedos se hace una gran contribución al medio ambiente. El 40% de los residuos que se entierran en el CEAMSE se pueden recuperar y volver a la industria. Entregando el material en mano a un cartonero además se hace inclusión social y se visibiliza el trabajo de esos compañeros. ("Promotoras ambientales": mujeres cartoneras...", 2021).
Para Marisa aquella mirada estigmatizante sobre la actividad cartonera con relación a por qué circulan por la ciudad, por qué utilizan caballos empezó a modificarse.
Comenzó a cambiar con el trabajo de las promotoras ambientales. Porque hacen ese proceso de enlace entre el trabajador cartonero, la trabajadora cartonera que iba con su carrito por la ciudad y con el vecino y la vecina mostrando el trabajo que se hacía. El enlace entre la comunidad y los trabajadores. Y a su vez, con nuestra tarea específica de promoción ambiental, hablar sobre la separación en origen, por qué había que separar y cuidar el medio ambiente, por qué tener los Puntos Azules era importante para mejorar el trabajo de los compañeros y para que el material estuviera en mejores condiciones. Era todo un proceso en el que la mirada de la gente fue cambiando. De la mirada de "estos que maltratan" pasó a ser "estos chicos y chicas que trabajan". Nos fuimos encontrando, fuimos buscando nuestra identidad y fuimos avanzando. (Marisa Cantariño, comunicación personal, junio de 2024).
Hacerse un lugar en el mundo laboral
Como se ha sosteniendo en el artículo, los niveles de organización colectiva que se fueron dando, permitieron a los/as cartoneros/as abrirse un lugar en el mundo laboral:11 conseguir puestos de trabajo rentado, a partir de la negociación con el Municipio; lograr un espacio propio donde almacenar y separar los residuos, el cual también usan como punto de encuentro; articular y conseguir mejores acuerdos con sectores de la industria de la región, a los cuales venden el material que recuperan; pautar días de descanso para los integrantes de la cooperativa; aportar a la jubilación de cada uno/a. Las promotoras ambientales cartoneras, en particular, se han inventado una labor nueva que, en algunos casos, se complementa con el cartoneo y, en otros casos, les posibilita dejar de cartonear para concentrarse en la tarea de promoción ambiental.
De este modo, las labores de promoción ambiental, visibilización del trabajo cartonero y articulación con instituciones implican —para el colectivo— la configuración de nuevos sentidos sobre el trabajo, tales como: crear un grupo conformado únicamente por mujeres para que lleven a cabo tareas diferentes a las que suelen realizar y obtener a cambio un ingreso monetario mensual mínimo; valorar su papel destacado en la consolidación de la gestión social del reciclado en la ciudad; configurar un proceso formativo —sobre reciclado y gestión de residuos sólidos, sobre gestión económica y cooperativismo, y sobre el vínculo entre género y trabajo— que las lleve a entablar diálogos y alianzas con diversas instituciones de la región; estos son algunos de los roles más importantes.
Asimismo, ser parte del sector de la economía popular aporta a los/as cartoneros/as y las promotoras ambientales un ámbito de encuentro y un impulso de identificación para pensar sus necesidades, articular demandas hacia el Estado e ir abriendo sus propios caminos como trabajadores/as. Marisa comenta:
La economía popular tiene algo que siempre sigue trabajando, que no baja los brazos. Y en este momento difícil tampoco vamos a bajar los brazos. Estamos preocupados porque a muchos compañeros se le ha bajado el Potenciar [Trabajo] y pasan por una situación dificultosa en lo económico. Pero vamos a hacer todo lo que venimos haciendo en la economía popular para, un poco como hacemos siempre, subsistir. Hay que darle más difusión a la economía popular para que más personas puedan entender que, en algunos casos, los compañeros se inventaron un trabajo porque no había un mercado laboral que los pudiera insertar. Nosotros damos pelea día a día. Buscamos mejorar las líneas de producción, el conocimiento en las unidades. ("La UNLP presenta...", 2024).
Hacer frente a la política de hostigamiento
Durante todos los años de su trayectoria organizacional, la rama cartonera del MTE regional y la FACCyR permanentemente han denunciado el aumento de las restricciones a su posibilidad de trabajar y de moverse por la ciudad, debido a los frecuentes operativos del Municipio y la policía, que quita carros y caballos. En tal sentido, un punto destacado ha sido el rechazo por parte de los/as integrantes de esta organización al proyecto de modificación del Código de Convivencia porque, sostienen, penaliza a quienes utilicen vehículos de tracción a sangre, cuestión que, aseguran, "persigue y criminaliza la pobreza". Cuando, en octubre de 2018, el Municipio presentó el anteproyecto de nuevo código, la Federación y el MTE fueron parte de la articulación entre distintas organizaciones sociales, gremiales, culturales, políticas y jurídicas, y de derechos humanos de La Plata que se movilizaron e hicieron fuertes cuestionamientos a los fundamentos y principios que guían dicha iniciativa ("Comienzan a crecer las voces...", 2018; "El Código de Convivencia cercena...", 2018; "Segregación" y "gentrificación"..., 2018), a la que definieron como un código "criminalizante", "persecutorio", "discriminador", "punitivista" y "represivo" (López, 2025).
En 2019, en una actividad convocada por el Consejo Social de la UNLP en relación con la visibilización de los cuestionamientos al proyecto de modificación de dicho Código de Convivencia, Marisa —invitada como referente de las promotoras del MTE— planteó que la actividad que los/as cartoneros/as llevan a cabo en la ciudad ha sido "mal vista, no era considerada un trabajo y sufren de persecución por parte del municipio".12 Sobre esta persecución que realiza tanto el Municipio como la policía y el poder judicial, Marisa contó, en un encuentro de los Puntos Azules, que hay "revisión de los carros y maltrato por parte de Control Urbano. El Gobierno municipal no quiere a ningún cartonero en la calle. Pero tenemos que salir para trabajar".13 En una entrevista radial realizada por esos meses, Marisa también sostuvo que: "a nosotros los cartoneros y carreros siempre nos persiguieron. Pero en el último año se intensificó la persecución" ("Carrerxs y cartonerxs piden colaboración...", 2019). Incluso varios de los carreros que trabajan con tracción a sangre, en La Plata, han sufrido el decomiso de los caballos y los materiales que trasladan.14 Se puede reconocer que la actividad de los/as cartoneros/as ha sido una de las más hostigadas y atacadas por parte del Municipio, tanto en los discursos oficiales como en las acciones de Gobierno concretas en el espacio urbano. En una entrevista radial, Rodrigo del MTE de La Plata comenta la problemática que los afecta en relación con el trato que reciben del Municipio:
Tenemos compañeros que salen con una bañera y dos ruedas. Imagínate como se la rebuscan para salir a trabajar. A uno le da bronca que vengan y lo marginen, lo excluyan, lo persigan. Porque acá en la ciudad no solamente se persigue a los cartoneros, a nosotros no nos van a sitiar la ciudad porque [nos movemos y] la tenés que llenar de policías. No vamos a un solo lugar como puede ser la Plaza San Martín. Hay una persecución a todo aquel pobre que quiere ganarse la vida dignamente. ("Cartoneros buscan alternativas...", 2019).
Estas vivencias cotidianas de los/as cartoneros/as en el espacio de la ciudad dan cuenta de una experiencia marcada por la desigualdad urbana. Dentro de los estudios urbanos y socio-antropológicos, las relaciones entre espacio urbano y desigualdad se argumentan a partir del concepto de "segregación socioespacial" (Carman et al., 2013; Segura, 2015). Es importante, además, indagar sobre las múltiples dimensiones desde las cuales se puede comprender la segregación del sector cartonero, ya que su causa no es únicamente el lugar de residencia —en la mayoría de los casos se trata de las periferias del casco urbano de La Plata: Tolosa, Los Hornos, Altos de San Lorenzo— sino que involucra a los modos y las dinámicas de acceso, y la permanencia y circulación por diferentes zonas y espacios de la ciudad. Esto informa un elemento importante: las prácticas cotidianas de cartoneros/as y promotoras ambientales no se circunscribe únicamente al espacio barrial, por lo cual, la dimensión de la movilidad urbana resulta destacada para continuar indagando en este fenómeno.
Asimismo, tanto el hostigamiento y la persecución por parte de los agentes municipales como los discursos que realizan una valoración negativa, y ponen en cuestión la actividad cartonera —principalmente desde las esferas gubernamentales—, son formas de estigmatización y dificultan la movilidad cotidiana de estos actores porque aumentan la carga de desplazarse por la ciudad, ya que reproduce obstáculos, límites y divisiones. Sin embargo, esta configuración es heterogénea, compleja y cambiante. Como se refirió antes, según Marisa, las miradas estigmatizantes de "los vecinos" sobre "los cartoneros" comenzaron a cambiar desde que se comprende el valor de la actividad que llevan a cabo. Para ella, esta modificación se debe a la actividad de visibilización que realizan las promotoras ambientales y a la sostenida labor del Colectivo Cartonero, que se ha organizado y propuesto medidas concretas para la gestión de los residuos. Esto último, enfatiza la capacidad de agencia de este colectivo, la cual se viene indagado en el artículo y se profundizará, en el siguiente apartado, al abordar la instalación de la gestión de residuos como un problema público.
La configuración de un problema público
Como se mencionó más arriba, los/as cartoneros/as consiguieron hace pocos años un reconocimiento parcial de su labor por parte del Municipio local, que se expresa en puestos de trabajo y, a veces, en generar algunos acuerdos para que puedan trabajar en la vía pública sin ser hostigados/as por los agentes municipales. Estos logros los han conseguido mediante la organización colectiva —peticiones a las autoridades, presentación de proyectos, asociaciones con instituciones, movilizaciones, ollas populares y cortes de calle—. Una dinámica que articula la organización de base, mediante reclamos y propuestas que, al menos en los últimos nueve años, ha sido permanente y los/as ha posicionado como actores relevantes en la trama de debates y conformación de asuntos públicos de la ciudad.
Acá en La Plata tuvimos muchos años de persecución, muchos años en los que salimos, marchamos, fuimos al Municipio, ollas populares, las caravanas con los carros. Primero fue el tema con los proteccionistas que no entendían de que el caballo era una herramienta de trabajo —porque el carro lo necesitaba—, pero también era parte de la familia en muchos de los hogares. Y que a veces el caballo no estaba en las condiciones óptimas que tendría que estar, eso lo podíamos reconocer, pero tampoco la familia lo estaba en cuestiones de alimentación y salud. Entonces, era un complemento en el que había que ver y tener una mirada muy importante en lo que era lo social, la salud, el entorno que tenía la familia y el caballo. También entendíamos que en la ciudad de La Plata se hacía imposible transitar por el casco céntrico por la cantidad de autos, era perjudicial para nosotros y para el animal andar con el carro. También estaba la represión de la policía y control urbano que quitaban los caballos. Los malos éramos nosotros, "maltratadores". Todo eso se fue trabajando con las marchas y las ollas populares, y se le presentó al Municipio la propuesta de tener un galpón de reciclado para cambiar la forma de carro tirado a caballo. Costó mucho, pero, en ese momento, se consiguieron los primeros 50 puestos para compañeros de la cooperativa. Y así comenzó ese proceso de cambio en el cual dejábamos la tracción a sangre animal por la tracción a sangre humana. (Marisa Cantariño, comunicación personal, junio de 2024).
En un Foro sobre Gestión Integral Inclusiva de Residuos Sólidos Urbanos (GIIRSU), celebrado en la UNLP en julio de 2022, Marisa insistía en la falta de una mejor articulación con el Municipio:
Nos hubiera gustado la presencia de alguien del municipio, para debatir y escucharlos también a ellos. [En el Foro] estamos presentes ambientalistas, cooperativas, cartoneros y concejales para buscarle una solución al tema. De una vez por todas, esperamos que las cooperativas sean reconocidas. Falta una campaña ambiental que le enseñe a los vecinos a separar en origen, eso lo venimos haciendo las mujeres promotoras ambientales. (Coda, 2022).
Este análisis aproximado de la experiencia de organización social de los/ as cartoneros/as aporta líneas interesantes sobre la conformación e instalación de la gestión social de los residuos como un problema público en La Plata, como así también para indagar en su constitución como colectivo social, con sus demandas y su pasaje a la "arena pública", al decir de la propuesta analítica que sintetiza Cefaï (1996, 2002, 2009). En este sentido, en las diversas situaciones y contextos de experiencia de los/as cartoneros/as y las promotoras se configuran prácticas colectivas que: a) renovarían la arena pública local, al constituir un problema público —que existe gracias a una actividad dramatúrgica y retórica que da visibilidad a la situación, identifica causas y atribuye responsabilidades— y b) permitirían comprender las formas de asociación y movilización frente a esa problemática. Acciones en las que se cruzan movilizaciones en el espacio urbano —que tienen como interlocutor y negociador, casi exclusivo, al Municipio al cual presentan sus demandas—, alianzas con instituciones —principalmente la Universidad y algunos sindicatos para sumar en la sensibilización sobre los problemas, en la búsqueda de soluciones colectivas y en la presión al Estado para dar respuesta— y nuevas codificaciones del sector o Colectivo Cartonero —construcción de saberes, elaboración de gramáticas e impulso de debates internos—.
Según Cefaï (1996, 2002, 2009), la importancia de definir y controlar las situaciones problemáticas presentes en la vida cotidiana permite analizar, desde allí, las relaciones complejas de conflicto y cooperación. Antes que pensar en términos de construcción, la perspectiva sociológica pragmática de los problemas públicos apunta a indagar en términos de experiencia: el trabajo de la experimentación colectiva y cotidiana, los modos de afectación, las lógicas de asociación e interacción, cómo los actores viven y nombran las situaciones problemáticas. Aquí se encuentra una zona fructífera para continuar con la indagación, la problematización y la tematización de las cuestiones ligadas a la gestión social de los residuos, así como a los sentidos, las prácticas y los modos de hacer del Colectivo Cartonero en La Plata.
En tanto que, desde la perspectiva de los estudios urbanos, la indagación aproximada realizada a este colectivo social permitió relevar su contexto de experiencia y su punto de vista sobre los modos de recorrer y habitar la ciudad: formas de movilidad urbana marcadas por las dificultades para llevar adelante sus tareas y por el hostigamiento estatal, pero también sostenidas desde el esfuerzo compartido y la articulación con otros actores. En tal sentido, se puede afirmar que —al explorar esas prácticas cotidianas y sentidos sociales— se observa, por un lado, la manera operativa de procesos de segregación socioespacial (Segura, 2015) y, por otro, una trama colectiva que insiste en fortalecer la gestión social de reciclado en la ciudad y que se organiza, en pos de sostener y pelear por el reconocimiento de su trabajo como recicladores y recuperadores urbanos. Este tipo de estudio de orientación socio-antropológica abre entonces la posibilidad de conocer prácticas y lógicas diferenciales de practicar y vivir la ciudad, límites, tiempos y espacios. Para ello, resulta apropiado poner en juego un enfoque de tipo etnográfico que pueda brindar una observación prolongada y mayor sensibilidad en reconstruir lo que hacen los actores en situación (Balerdi, 2020).
Siguiendo el aporte de la perspectiva pragmática (Cefaï, 2002; Thévenot, 2016; Nardacchione, 2011; Nardacchione & Acevedo, 2013; Nardacchione & Piovani, 2017), se puede observar que las mencionadas posturas públicas evidencian una crítica, a partir de la elaboración de una gramática, que cuestiona las políticas públicas urbanas, nombrándolas de modo crítico. Frente a estas políticas -y varias inacciones- del Municipio, el trabajo y los conocimientos (la experiencia colectiva) de la organización cartonera retiene la iniciativa sobre la gestión del reciclado. Una gramática que vincula dicha gestión con la arena pública configurando una denuncia y el desarrollo de argumentos —el trabajo de la crítica a partir de la ardua labor de las pruebas y la construcción de justificaciones (Thévenot, 2016; Nardacchione & Acevedo, 2013)— sobre los daños y perjuicios de las políticas implementadas en relación con el ambiente y la precarización de los/as cartoneros/as. Así, se trata de una gramática articulada con una demanda hacia el Municipio, debido a las políticas públicas que se impulsan y a la idea de bien común sobre lo que puede ser la ciudad. Es en el despliegue de los múltiples discursos sobre estos problemas que se configura la arena pública, la cual se articula a partir de la definición de un problema público (Cefaï, 2002), en este caso, la cuestión de la basura y la gestión social e integral de los residuos sólidos.15
Consideraciones finales
Lo expuesto en el artículo intenta dar continuidad a las inquietudes e indagaciones previas sobre las dinámicas urbanas y las prácticas y los sentidos de habitar la ciudad (López 2018, 2025). En particular, se trató de indagar sobre las acciones colectivas que emprenden los/as recuperadores/as urbanos/as y la configuración de la gestión social del reciclado como problema público en la ciudad, ubicando en el centro la labor que el Colectivo Cartonero realiza a diario. La instalación de este problema se da a partir del despliegue de un repertorio de acciones, argumentos y pruebas, frente a la consolidación de una gobernanza urbana ligada al orden. En tal sentido, el trabajo buscó describir y analizar las prácticas que llevan a cabo cartoneros/as y promotoras ambientales cartoneras, quienes cotidianamente producen ciudad y formas propias de experimentar lo urbano (Segura, 2015), en las que van instalando las demandas del sector y las problemáticas ligadas a la basura y el ambiente, tales como: frente a la acción corriente de desecharla o descartarla, una estrategia de separación, recolección y reutilización para aportar a la industria y para el cuidado del ambiente, como parte de una iniciativa de economía popular impulsada por un sector organizado de los/as cartoneros/as de la ciudad. Así, esta iniciativa se construyó a partir de una novedosa organización colectiva de base, que fue abriéndose un lugar propio en el mundo laboral y que configuró nuevos sentidos sobre el trabajo entre los/as involucrados/as: el cartoneo entendido no como un "rebusque" ni como una actividad individual sino como un trabajo colectivo y cooperativo; la idea de alcanzar grados de formalización por la labor que llevan a cabo que gravita en mejorar las condiciones laborales; el insistir en ser reconocidos como un "servicio público esencial"; y el desarrollo de la actividad cartonera y de promoción, articulada con instancias de formación y aprendizaje grupal sobre ambiente, gestión de residuos sólidos, gestión económico-financiera cooperativa y sobre los vínculos entre género y trabajo, como principales temáticas.
En este camino se propuso el cruce entre el amplio campo de estudios sociales que abordan el fenómeno cartonero en la Argentina, los estudios urbanos ligados a la movilidad y la segregación socioespacial y la perspectiva pragmática sobre problemas públicos. Esto permitió poner en juego preguntas y elementos que aportan estos campos y enfoques. En otro trabajo se reflexiona sobre las implicancias y tensiones de este cruce de perspectivas teórico-metodológicas (López, 2025). Lo que centralmente se puede mencionar aquí es la convergencia por la búsqueda de heterogeneidades, indagando en las interacciones sociales y en los procesos de configuración de identidades grupales: de ahí que la noción de experiencia se destaca en estas perspectivas y campos de indagación, así como la búsqueda de las formas plurales de hacer, habitar, responder, acordar, adaptarse y/o cuestionar que tienen los actores. Ligado con esto, otro punto de encuentro que se puede resaltar es la ponderación de los saberes y retóricas locales: dar cuenta de la perspectiva de los actores —sus voces y puntos de vista— en los estudios sobre el fenómeno cartonero; la "perspectiva del habitante" en los estudios urbanos para acercar las prácticas y los sentidos diferenciales que configuran las formas vida; el énfasis tanto en "seguir a los actores" a partir del principio de la acción como construcción procesual "haciéndose", como en el saber práctico u ordinario —competencias de los agentes— para dilucidar los problemas sociales que apunta la sociología pragmática.
En cuanto a las políticas urbanas locales, se puede reconocer escalas de operación distintas que fragmentan la política pública, obstaculizando su integralidad y el acceso a las mismas a personas de distintos sectores y grupos. Así, los sectores vulnerabilizados —que para su sobrevivencia movilizan su hacer cotidiano en y por el espacio urbano—, como los/as cartoneros/as, sienten el rechazo y la oposición del Municipio, que utiliza formas de estigmatización y hostigamiento. Se trata de presencias que parecen molestar e interrumpir la tranquilidad de la ciudad moderna y planificada.
En cuanto a las acciones de denuncia contra el hostigamiento estatal, por el efectivo reconocimiento de su labor como recuperadores/as y para reclamar que se cumpla la normativa sobre Basura Cero, se observa que, en su trayectoria organizacional, el nucleamiento del MTE y de la FAccyR ha logrado visibilizar de manera pública estas problemáticas, que pueden ser leídas como propias del sector cartonero, pero que repercuten en la calidad de vida de la comunidad. En estas acciones colectivas se pusieron en juego los repertorios y las gramáticas de la protesta que los/as cartoneros/as nucleados/as de este agrupamiento vienen ejercitando desde sus inicios, como mecanismo para visibilizar sus demandas en la arena pública, principalmente ante el Municipio. Podemos entender que estas acciones lograron conseguir, al menos parcialmente, varias de sus exigencias y consolidaron las distintas iniciativas que este colectivo viene impulsado. En tal sentido, se puede sostener que, esta organización ha impulsado e instalando en la ciudad una "política pública desde abajo". Un intento de prefigurar la gestión social del reciclado, es decir, empezar a hacer realidad con sus acciones cotidianas lo que se demanda al Estado.
En relación con el quehacer cartonero en La Plata, se destaca que la insistencia por ser reconocidos como trabajadores de un servicio público esencial, los/as ha llevado a generar instancias de organización colectiva inéditas para estos sectores vulnerabilizados de la ciudad. A su vez, los ha posicionado como actores que permanentemente articulan demandas e iniciativas de cara al Estado, desarrollando relaciones —tensas, conflictivas y negociadas, con acuerdos parciales— también inéditas en La Plata. Así, frente al Estado, se constituyen, en su acción colectiva cotidiana, como una parte demandante y un interlocutor colectivo que se valida en su hacer y decir público. Allí trabajan constantemente en la traducción de su retórica, su identidad y sus problemas, elementos que están permanentemente disputados en las controversias que llevan adelante (Callon, 1995). Asimismo, han generado instancias de asociación y alianza novedosas con la Universidad Pública, otras instituciones educativas y organizaciones civiles. En este punto, queda por profundizar en la trama de relaciones de coproducción de saberes y prácticas que se tejen entre cartoneros/as y los agentes de estas instituciones.
Por otro lado, con relación al espacio urbano, las prácticas de los/as cartoneros/as y las promotoras ambientales configuran una experiencia urbana de manera compleja: allí se articulan la movilidad cotidiana —en sus recorridos diarios en busca de residuos y materiales, en sus caminatas por la ciudad yendo a "timbrear" y relevar zonas, y en la participación en talleres, capacitaciones y charlas ofrecidas por distintas instituciones públicas— con la protesta —expresándose como colectivo que lleva a cabo cortes de calle, caravanas y movilizaciones desde sus barrios periféricos hasta el casco urbano—. Sus repertorios de acción y gramáticas discursivas se configuran en ese hacer por y en la ciudad pleno de interacciones.
Al indagar en las prácticas y los discursos de estos actores —que ocupan posiciones desiguales respecto del acceso al trabajo formal, la vivienda, los lugares de esparcimiento, los bienes y servicios urbanos, entre otras facetas de la vida urbana— se puede reconocer formas de resistencia, movilización, asociación y acción colectiva, que configuran otros modos de habitar y experimentar lo urbano por los sectores populares segregados, aquellos que cotidianamente acumulan desventajas.
Notas
1 El nucleamiento de los carreros, cartoneros/as, recicladores/as y promotoras ambientales es una de las ramas del MTE de la región, que en su conjunto se consideran trabajadores/as de la economía popular. Las otras ramas son Rural, Construcción, Socio-comunitaria, Textil, Salud, Educación y Formación, Juventud, Mujeres y Liberadxs. El MTE es una de las organizaciones sociales que integra la FAccyR. Más adelante en el trabajo se brindará una descripción más detallada del MTE de la región y sobre la conformación de la rama cartonera en dicha organización. En su perfil en la red social Facebook afirman: "Cartoneros, costureras, trabajadores de la construcción, vendedoras ambulantes, cuidadoras y pequeños productores, entre otros, nos organizamos y luchamos para que no haya ningún trabajador ni trabajadora sin derechos, ningún campesino/a sin tierra y ninguna familia sin techo. ¿Cómo? Con organización, poder popular y lucha colectiva" (ver perfil del MTE en Facebook: https://www.face-book.com/mteargentina/?locale=es_LA).
2 La FAccyR, creada en 2015, "es la herramienta reivindicativa que los trabajadores nos creamos para la defensa de los derechos y el reconocimiento del valor ambiental y social de la labor que desarrollamos. Nucleamos a los trabajadores cartoneros, carreros, recicladores y recuperadores urbanos de todo el país, organizados en cooperativas u otras formas asociativas. Excluidos y a la vez explotados, perseguidos e incomprendidos, los trabajadores cartoneros construimos, de a poco, organización y conciencia en algunas ciudades del país y, en algunos casos, apoyo y reconocimiento estatal. Sin embargo, en la República Argentina el cartonero sigue siendo un actor principalmente informal, su actividad está expuesta a un alto riesgo por falta de condiciones mínimas de higiene y seguridad, plagada de trabajo infantil, inmersa en ignominiosas situaciones de sobreexplotación y excluida del accionar integrador del Estado argentino. Esta Federación difunde los valores de solidaridad y lucha entre sus trabajadores practicando la consigna que hemos hecho propia en cada combate por los derechos de las y los trabajadores cartoneros: ¡Si tocan a uno, nos tocan a todos!" (ver más información en el sitio web: https://faccyr.org.ar/). Dicha Federación, a su vez, es una de las organizaciones que componen la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (ctep), actualmente ampliada y renombrada como utep. Para un análisis sobre la conformación de la ctep, sus acciones y demandas, y su trayectoria gremial, movimental y política (Muñoz & Villar, 2017).
3 Los trabajos de Soledad Balerdi apuntan a una interesante articulación entre la perspectiva teórica de la sociología pragmática y la etnografía, a partir de analizar las políticas públicas de gestión del hábitat, la segregación residencial, la construcción de demandas y los conflictos habitacionales en la experiencia de relocalización de asentamientos informales en La Plata.
4 Video producido por los cartoneros del MTE sobre la situación de la recolección de residuos reciclables en La Plata.
5 Como antecedente de esta experiencia organizativa de las cartoneras, cabe destacar la creación del programa de promotoras ambientales en caba durante el 2013, por iniciativa de cooperativistas mujeres del MTE, que se articuló con el Gobierno comunal —mediante la Dirección General de Reciclado del Ministerio de Ambiente y Espacio Público— y con la Legislatura porteña. A nivel nacional, el Programa de promotoras ambientales se insertó en una de las líneas de acción del Plan Casa Común, organizado por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible. Así, en el marco del compromiso de la Argentina con la Agenda 2030, se seleccionaron proyectos de organizaciones comunitarias que "permiten potenciar iniciativas locales orientadas al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ods)", con énfasis en tres ejes: Ciudades y comunidades sostenibles, Educación de calidad y Producción y consumos responsables.
6 Inés, profesora del Liceo "Víctor Mercante" e integrante del proyecto de extensión, plantea que desde el Punto Azul se espera que esta tarea conjunta "pueda contribuir a instalar un sistema de Gestión Social del Reciclado para que esta actividad se convierta en un servicio público con puestos de trabajo dignos, tal como proponen la FAccyR y el MTE, donde no sean necesarias la tracción a sangre animal ni la autoexplotación" ("El 'Punto Azul' se presentó en...", 2018). Los principales proyectos de extensión desarrollados en el ámbito de la UNLP fueron: "Punto Azul. Reciclaje con inclusión social en Escuelas Secundarias" (2017); "Reciclaje con Inclusión Social en la Escuela. Multiplicando Puntos Azules por la Gestión Social del Reciclado" (2018); "Reciclaje inclusivo en la escuela. Multiplicando Puntos Azules" (2018), cuya unidad ejecutora fue el Liceo "Víctor Mercante", y "Promotoras ambientales. Cartoneras para un Reciclaje Inclusivo" (2019), cuya unidad ejecutora fue la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.
7 En relación con sus tareas, Marisa es parte de la cooperativa Recicladores Unidos, integra el equipo de promotoras ambientales cartoneras y, como militante del MTE, coordina los veinte Puntos Azules en la ciudad. Además, en octubre de 2023 Marisa fue nombrada directora de Economía Popular en la Universidad Nacional de La Plata. "Parte del por qué ahora estoy acá en esta Dirección es por ese recorrido que tuve por el Liceo, por Humanidades, por las Facultades y la participación en el Consejo Social de la Universidad representando al MTE. Jamás reniego de lo que soy, soy una cartonera. Y ese proceso me llevó a esto, a representar a los compañeros y compañeras de la Economía social, tratando de mejorar la situación" (Marisa Cantariño, comunicación personal, junio de 2024).
8 Para el año 2021 funcionaban en la ciudad más de veinte Puntos Azules, entre los cuales se encuentran, además de los ya mencionados, la Escuela Graduada Joaquín V. González, la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, la Facultad de Artes, la Facultad de Trabajo Social, el Instituto José Manuel Estrada de City Bell, la ees N.° 33 (antes Normal N.°2), el Galpón de las Artes y el Club Ateneo Popular, entre otros. Cabe destacar que para el 2023 existían más de 90 Puntos Azules en toda la región, incluyendo a Berisso y Ensenada, según el propio relevamiento de la organización y lo comentado por Marisa en la entrevista realizada para esta investigación.
9 Este texto fue producido para folletos y para los proyectos de extensión universitaria de los Puntos Azules.
10 Intervención en el Encuentro de Puntos Azules, LVM (UNLP), 4 de abril de 2019 (notas de campo).
11 Para una indagación de las transformaciones del mundo del trabajo, su vínculo con la desafiliación organizativa tradicional y el aumento de la segregación de los sectores populares, así como análisis específicos de estos procesos recientes sobre el Colectivo Cartonero, ver Paiva (2008), Villanova (2013), Muñoz y Villar (2017), y Tagliafico (2021).
12 Intervención en la charla-debate, mayo de 2019 (notas de campo).
13 Intervención en el Encuentro de Puntos Azules, LVM (UNLP), 4 de abril de 2019 (notas de campo).
14 Frente a esta situación de persecución, decomiso de equinos y una fuerte campaña municipal contra la tracción a sangre, en el reciente 4° Congreso de Carreros y Cartoneros (realizado en junio de 2019) este sector decidió profundizar el sistema de recolección de materiales "puerta a puerta" con carros tirados a mano, el apoyo de camiones y el posterior reciclado, para así abandonar de a poco los carros tirados a caballo ("Cartoneros buscan alternativas...", 2019; "Más cartoneros dejan atrás...", 2019).
15 Según Cefaï (2002) la arena pública está implicada en una red de convenciones e instituciones de carácter preexistente y emergente a la vez. Este autor sostiene que el análisis debe avanzar hacia la observación tanto de la discusión pública como de la trama institucional, legal y política que conforma la arena pública en la cual se definirá y formulará un problema público. "Solo cuando estos mundos se ordenan y configuran con el objetivo de lograr un bien público (o evitar un mal público) tenemos una arena pública. Seguir este proceso permite poner énfasis en la dimensión procesual y relacional que implica una trama de actorías, materialidades, instituciones, convenciones. En consecuencia, desde la perspectiva de Cefaï, una arena pública no se puede reducir a un ágora, un campo o un mercado [... ] dado que sobrepasa sus lógicas, porque las dinámicas de problematización y publicitación abren escenas y se dirigen a auditorios más amplios. En este sentido, siguiendo una lógica pragmática, las categorías del problema son de carácter contextual y en virtud de lo cual, varían de acuerdo con las arenas de actuación [... ] y, en consecuencia, las categorías se ajustan o antagonizan con las estructuras de sentido simbólico y moral del contexto" (Paredes & Cáceres, 2023, p. 44).
Referencias
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"Segregación" y "gentrificación", el Código de Convivencia ya tiene su primera crítica. (2018, 11 de octubre). 0221. https://www.0221.com.ar/nota/2018-10-10-22-23-0--segregacion-y-gentrifícacion-el-codigo-de-convivencia-ya-tiene-su-primera-critica
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Anexos
Anexo 1. Promotoras ambientales cartoneras en una charla del Punto Azul con estudiantes del Liceo Víctor Mercante (noviembre de 2022)
Fuente: Imagen tomada del blog del Liceo Víctor Mercante ("Nuevo encuentro con Promotoras Ambientales Cartoneras...", 2022).
Anexo 2. Promotoras ambientales cartoneras en el Taller de Gestión de Residuos Sólidos y Orgánicos en Punto Azul de la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales (2023)
Fuente: archivo de https://www.facebook.com/mtelaplata.
Anexo 3. Promotoras del MTE y de la faccyr volanteando por la ciudad
Fuente: archivo de https://www.facebook.com/mtelaplata.
Anexo 4. Trabajos de separación en el galpón de reciclado del MTE y de la faccyr, ubicado en el barrio de Los Hornos (2023)
Fuente: archivo de https://www.facebook.com/mtelaplata.
Anexo 5. Asamblea cartonera de la regional MTE La Plata, Berisso y Ensenada (diciembre de 2023)
Fuente: archivo de https://www.facebook.com/mtelaplata.