Avances en Psicología Latinoamericana
ISSN:1794-4724 | eISSN:2145-4515

Narrativas de mujeres activistas: participación y transformación entre lo personal y lo político

Activist women´s Narratives: Participation and Transformation between the Personal and the Political

Narrativas de mulheres ativistas: participação e transformação entre o pessoal e o político

María Fernanda González

Narrativas de mujeres activistas: participación y transformación entre lo personal y lo político

Avances en Psicología Latinoamericana, vol. 37, núm. 3, 2019

Universidad del Rosario

María Fernanda González *

Universidad Nacional de Entre Ríos, Argentina


Recibido: Junio 04, 2019

Aceptado: Agosto 05, 2019

Información adicional

Cómo citar este artículo: González, M. F. (2019). Narrativas de mujeres activistas: participación y transformación entre lo personal y lo político. Avances en Psicología Latinoamericana, 37(3), 277-291. Doi: https://doi.org/10.12804/revistas.urosario.edu.co/apl/a.7949

Resumen: Este trabajo presenta un aporte a la comprensión de la actuación activista desde la psicología cultural. Se elabora una aproximación teórica y empírica basada en los conceptos de actuación humana transformadora, compromiso moral y producción de narrativas biográficas en su dimensión política. Se presenta una investigación cualitativa en la que se estudian las narrativas de doce mujeres activistas por los derechos sexuales y reproductivos, en Entre Ríos, Argentina. Se realizó un análisis temático y dialógico de los temas, posicionamientos y emociones. Los resultados indican que en las narrativas se traman elementos personales-biográficos con otros de índole social o política. Los posicionamientos son fluidos entre el yo y el nosotras, mientras que las emociones y las valoraciones aparecen en relación con la propia participación activista y los procesos de transformación social. La interrelación entre los elementos teóricos y los resultados empíricos permite avanzar en una conceptualización de los activismos feministas desde la psicología cultural, con énfasis en los procesos de participación y de transformación en las dimensiones personales y sociopolíticas.

Palabras clave activismos, narrativas, psicología cultural, feminismo.

Abstract: This article presents a contribution to understanding the activist actuation from cultural psychology and elaborates a theoretical and empirical approach based on the concepts of transformative human action, moral commitment, and production of biographical narratives in its political dimension. It presents the qualitative research that studied the narratives of 12 women activists for sexual and reproductive rights in Entre Ríos, Argentina. Researchers carried out a thematic and dialogical analysis of the themes, positions, and emotions. Results show that personal-biographical elements are plotted along with other components of social or political nature in participants’ narratives. The positions are fluid between Iand we, while emotions and evaluations appear in relation to the activist participation itself and the processes of social transformation. The interrelation between theoretical elements and empirical results allows advancing in a conceptualization of feminist activisms from the cultural psychology point of view, with emphasis on the processes of participation and transformation in both personal and socio-political dimensions.

Keywords: Activism, narratives, cultural psychology, feminism.

Resumo: Este trabalho apresenta um aporte à compreensão da atuação ativista desde a psicologia cultural. Elabora-se uma aproximação teórica e empírica baseada nos conceitos de atuação humana transformadora, compromisso moral e produção de narrativas biográficas em sua dimensão política. Apresenta-se uma pesquisa qualitativa na que se estudam as narrativas de 12 mulheres ativistas pelos direitos sexuais e reprodutivos, em Entre Ríos, Argentina. Se realizou uma análise temática e dialógica dos temas, posicionamentos e emoções. Os resultados indicam que nas narrativas se tramam elementos pessoais-biográficos com outros de índole social ou política. Os posicionamentos são fluidos entre o eu e o nós, enquanto que as emoções e as valorações aparecem em relação à própria participação ativista e os processos de transformação social. A inter-relação entre os elementos teóricos e os resultados empíricos permite avançar em uma conceptualização dos ativismos feministas desde a psicologia cultural, com ênfase nos processos de participação e de transformação nas dimensões pessoais e sociopolíticas.

Palavras-chave: ativismos, narrativas, psicologia cultural, feminismo.

En los debates sobre la participación ciudadana de las mujeres, se afirma que los colectivos activistas que luchan por los derechos en el parto y la lactancia han forjado nuevas formas políticas y ciudadanas, al convertir experiencias tradicionalmente entendidas como íntimas y privadas, en asuntos públicos, con proyección política (Reiger, 2000). Esta consideración toma nuevos sentidos en estos días, especialmente en América Latina, donde se observa un potente activismo feminista en torno a los derechos sexuales y (no) reproductivos. Los colectivos de mujeres desafían a los Estados interpelando las políticas públicas, y a un sistema social, económico, jurídico y cultural caracterizado por relaciones de poder desiguales y opresivas con las mujeres y las disidencias sexuales (Segato, 2017).

El objetivo de este artículo es brindar una aproximación, tanto teórica como empírica, al estudio de los activismos, en su entrecruzamiento entre lo personal y lo político. Para ello, en primer término, se comenzará revisando algunos estudios sobre el activismo desde la psicología social y de la personalidad. En segundo lugar, se avanzará en una propuesta de comprensión de la actuación activista desde la psicología cultural. Desde este enfoque, se propone considerar a la actuación activista como inherentemente transformadora —en relación con el mundo y en relación al yo— y sostenida por un compromiso de carácter moral. Las narrativas de las activistas —y el propio acto de narrar— son entendidas también en su dimensión política, en el marco de disputas de sentidos en los planos personales y político-sociales. A continuación, se presenta un estudio empírico sobre las narrativas producidas por mujeres activistas por los derechos sexuales y reproductivos en la Argentina. Los resultados muestran cómo se estructuran las narrativas activistas y permiten avanzar en la comprensión de los procesos de actuación activista en contextos de participación social.

Activismos feministas: su estudio desde la psicología

Desde la psicología social se ha definido al activismo como los esfuerzos por promover el cambio social y mejorar las condiciones de grupos marginados, lo que incluye una serie de acciones tales como firmar una petición, realizar donaciones a diferentes causas, escribir cartas a tomadores de decisiones o petitorios, participar en encuentros, y ser miembros activos de alguna organización. El activismo tiene una dimensión colectiva y otra individual, que puede, a su vez, generar cambios a niveles generales (De Lemus & Stroebe, 2015).

El estudio de los activismos, realizado en la intersección entre la psicología de la personalidad, la psicología social y los estudios de género, ha intentado describir quiénes son las activistas. Para ello, se han indagado tanto factores individuales como grupales, en términos de personalidad e identidad grupal o social.

Dentro del primer grupo existen estudios interesados en caracterizar la relación entre activismo y personalidad, como los desarrollados por Curtin, Stewart y Duncan (2010), quienes postulan que la personalidad es un factor individual importante que podría explicar por qué algunas personas se comprometen en acciones activistas. En estos trabajos se encuentra que, más allá del desarrollo personal de identidades politizadas y la adscripción a ciertas identidades colectivas, las personas activistas mostrarían ciertos rasgos de personalidad, tales como la apertura a la experiencia, lo que llevaría a dar significado personal a eventos sociales y políticos.

Dentro del segundo, se propone que la identificación con determinados grupos sociales motivaría el activismo (Duncan, 1999). Es decir, estos trabajos consideran que es la conciencia de pertenencia a un grupo lo que mediaría en el activismo feminista. Otros trabajos identificaron los factores principales que predicen la acción colectiva: a) la creencia en la capacidad para afectar resultados políticos; b) la percepción de trato social injusto respecto al propio grupo; y c) ser parte de un grupo politizado (De Lemus & Stroebe, 2015; van Zomeren, Postmes & Spears, 2008).

Otros trabajos se han centrado en investigar cómo alguien se convierte en activista. Frederick y Stewart (2018) y Savas y Stewart (2018) estudiaron las trayectorias de vida de mujeres activistas feministas. A partir del material narrativo contenido en el Global Feminist Project Archives, indagaron los modos en que diferentes mujeres líderes llegaron al activismo en varias regiones del mundo. Los resultados indicaron que las vivencias personales disruptivas en diferentes momentos de la vida tuvieron un peso importante como motor para el activismo. Por ejemplo, aquellas que crecieron en regímenes políticos opresivos recordaban experiencias de búsqueda de libertad ya desde la infancia. Otras relataron experiencias de discriminación por orientación sexual vividas en la adolescencia y el apoyo que encontraron en grupos activistas, vinculándolas con su motivación activista hacia el cambio social. Las mujeres adultas, en cambio, relataban un cúmulo de experiencias de desventajas por motivos de género, que finalmente catalizaron en activismo a partir de alguna experiencia vital, como el asesinato de una hermana o conocer discursos de denuncia de las inequidades de género. Como conclusiones de estos trabajos (Frederick y Stewart, 2018, Savas y Stewart, 2018), se señala, por un lado, la importancia de indagar en los puntos de vista personales como un modo de acercamiento a fenómenos que son, al mismo tiempo, subjetivos y socio-culturales. Por otro lado, los relatos muestran que las personas involucradas en movimientos activistas suelen atribuir un significado personal a eventos sociales o políticos. A su vez, Curtin, Stewart y Duncan (2010) agregan que esta atribución de significados se articula con afectos, emociones, opiniones, argumentos y valores personales. Por su parte, Zucker (1999) y Stewart y Gold-Steinberg (1996) especifican que experimentar dificultades sexuales o reproductivas (infertilidad, abortos, etc.) puede motivar a las mujeres hacia la acción política.

Otros estudios (Curtin, Kende y Kende, 2016; Stewart, Winter, Henderson-King y Henderson- King, 2015) han identificado también efectos generacionales en el activismo de algunos grupos que resultan de haber vivido experiencias similares en una determinada época y lugar: por ejemplo, en Estados Unidos la lucha por los derechos civiles o la Guerra de Vietnam. Estos efectos pueden tener consecuencias a lo largo de la vida, constituyendo, en algunos casos, identidades politizadas. Esto es más frecuente en personas que se sitúan en la intersección entre identidades generizadas y racializadas, por ejemplo, mujeres negras.

En definitiva, parece que la motivación personal hacia el activismo resulta de una combinación de elementos de la propia historia de vida (por ejemplo, vivencias tempranas en la niñez, experimentar injusticias en la adolescencia o experimentar dificultades en la vida sexual y reproductiva en la adultez) y de elementos históricos, ideológicos y políticos contextuales. A esto hay que sumarle procesos psicosociales como la toma de conciencia sobre las propias experiencias vividas, la creencia en la efectividad de la acción colectiva para el cambio social y la pertenencia a un grupo politizado.

Psicología cultural, activismos y narrativas

Las conclusiones de los estudios antes mencionados, en relación con el papel de las vivencias personales, los procesos psicológicos y los elementos contextuales que llevan o participan en el activismo, pueden ser comprendidas desde una visión teórica integral elaborada dentro de la psicología cultural. Desde esta perspectiva, se propone la idea de la actuación humana como inherentemente situada, mediada semióticamente, en escenarios de interacción social, y con la capacidad de transformar la realidad y al mismo sujeto que actúa (Rosa & Valsiner, 2018).

Es así que resulta posible recurrir a algunas aportaciones de la psicología cultural para comprender al activismo en términos de actuación, de compromiso cívico y moral, mediado por la elaboración y uso de narrativas.

Stetsenko (2017, 2018), siguiendo las ideas de Vygotsky, Bajtín y Freire, propone que toda actuación humana se inserta dentro de un contexto social, histórico y cultural. Algunas actuaciones podrían orientarse a mantener el statu quo mientras que otras son transformadoras de las propias condiciones políticas, históricas y culturales y, al mismo tiempo, provocan cambios en la persona o en los grupos que las realizan. A estas últimas actuaciones, Stetsenko las vincula con un posicionamiento o actitud activista y transformadora. 1 Esa posición se deriva de una agencialidad transformadora, que se inscribe en actuaciones sociales y comunitarias, y que va provocando cambios bidireccionales y recursivos (entre la persona y el mundo) en las dimensiones temporales del pasado, presente y futuro. La autora diferencia entonces entre las actividades del ser humano dentro del statu quo, y el activismo, que implicaría esa dimensión de transformación, con implicaciones éticas y epistémicas; es decir, de personas cambiando el mundo y siendo cambiadas en ese proceso. Stetsenko (2014, 2018) se apoya en las tradiciones marxistas y feministas para proponer una ontología dialéctica entre las formas de conciencia y las relaciones sociales, inscriptas en las formas cotidianas de la experiencia. Vincula, de este modo, lo personal con lo histórico-social para sostener que el desarrollo humano —en su dimensión personal, comunitaria, social e histórica— se debe a la capacidad de transformación y de cambio de la agencialidad activista. Para la autora, se trata de una agencialidad orientada al cambio social y no a la mera adaptación (Vianna & Stetsenko, 2014).

Ahora bien, ¿cómo surgiría el compromiso activista por el cambio social? ¿De qué modo participan las experiencias personales y los entornos sociales y culturales?

Haste (1990, 2017) sostiene que el compromiso moral está presente en las actuaciones activistas, lo que motiva a las personas a transitar —con sus actuaciones— el espacio de lo privado a lo público. Para caracterizar a ese compromiso moral, Haste (1990, 2017) evoca la frase del feminismo radical de los años sesenta: “lo personal es político”. En esa línea, la autora explica que el compromiso moral activista puede aparecer tras la vivencia de un evento vital disruptivo, que se convierte en un problema moral, teñido afectivamente, y que lleva a la búsqueda de un respaldo social que dé sentido a la experiencia y ayude a definir y orientar la responsabilidad de la persona involucrada. Otro camino al compromiso puede ser la comprensión de los problemas morales en un contexto de actuación más amplio, a lo largo de la vida y no vinculado directamente a un evento disruptivo. Si bien estos caminos pueden ser diferentes, ambos llevarían a la asunción de un compromiso activista como compromiso moral, en términos de responsabilidad social, que suele dar prioridad a lo colectivo sobre lo personal. Por otra parte, Haste (2017) encuentra que, en los caminos hacia el activismo, algunas personas se van dotando de nuevos esquemas de responsabilidad y eficacia social que son el resultado de cambios interpretativos que se dieron por la interacción entre circunstancias de su propia vida y el contexto histórico y político. En esos casos, los activistas toman conciencia del valor del grupo y de la participación en lo colectivo.

Haste (2017) señala también el valor de las narrativas y de la participación en experiencias relevantes para comprender los procesos de creciente agencialidad que caracterizarían al compromiso activista ciudadano. Un punto central sería estudiar los usos que las personas realizan de las narrativas —en especial cuando varias narrativas entran en contacto, contradicción o competencia—, y los posicionamientos ʻyo-otroʼ que se producen, de modo recursivo y que pueden ser relacionados con formas de resistencia (González y Rosa, 2014).

Por su parte, Hammack (2014) propone una noción parecida de la agencialidad humana al considerar a las narrativas como actuaciones. Para el autor, las narrativas son actuaciones dentro de prácticas sociales. Las autobiografías, por ejemplo, son producidas por los sujetos dentro de actos de significados (Bruner, 1990, citado en Hammack, 2014) que pueden tanto reproducir cómo desafiar o repudiar el statu quo político y social. A su vez, las narrativas colectivas o master narratives se producen dentro de contextos sociales y culturales que ayudan a perpetuar o, por el contrario, pueden poner en crisis. Por eso, las narraciones tendrían un carácter performativo, vinculado con las prácticas, las herramientas simbólicas y las interacciones sociales dentro de las cuales se generan y se usan.

La producción y circulación de determinadas narrativas puede movilizar a las personas y a las comunidades por su poder de creación de identidades y de movilización afectiva (Hammack, 2008). A su vez, los grupos en conflicto pueden resistirse a determinadas narrativas o tratar de instalar nuevos significados.

El análisis del contenido temático y de los posicionamientos ayudaría a identificar esas dimensiones narrativas que navegan entre lo personal y lo sociopolítico (Hammack, 2014). A su vez, este análisis podría hacerse teniendo en cuenta los contextos de prácticas en los cuales las narrativas se producen y circulan, al estilo de una etnografía narrativa. Según Hammack (2014), las autobiografías, por ejemplo, están construidas en y por medio de actuaciones, que tienen siempre una dimensión social y son creadoras de sentidos. En estas actuaciones o performance, el statu quo social puede ser reproducido o repudiado. Según el autor, es la propia participación en contextos de prácticas sociales, en actividades sociales situadas, lo que puede cambiar las narrativas y situarlas en un espacio que es al mismo tiempo cultural y personal. Este es un espacio performativo en el cual las narrativas son vividas y encarnadas. Es por ello que las narrativas pueden ser ellas mismas actuaciones políticas.

En definitiva, las contribuciones de la psicología cultural aportan una visión de la actuación activista como aquella que busca y promueve el cambio social, y que tiene, al mismo tiempo, efectos de transformación en quien actúa. En este escenario de desafío al statu quo aparecen, como elementos centrales, las narraciones tanto personales como grupales que pueden poner en jaque a las narrativas maestras, entendidas como narrativas sociales hegemónicas (Hammack, 2014). Las narrativas están inscritas en prácticas sociales, que, en el caso de los activismos, se caracterizan por el compromiso y la participación (Haste, 2017; González, 2020).

Desde el punto de vista de esta investigación, la producción de narrativas autobiográficas, más allá de dar cuenta de las experiencias propias de las activistas, puede mostrar la dimensión de performatividad vinculada al cambio personal y al cambio social y cultural.

En el siguiente apartado se presentará un estudio empírico sobre las narrativas de mujeres activistas en la Argentina. La pregunta que guía dicho estudio es cómo se estructuran las narrativas de mujeres que se proponen explícitamente desafiar al statu quo y promover cambios sociales en sus actuaciones personales y colectivas.

Contexto del estudio

El trabajo de campo se realizó en los años 2017 y 2018, en Argentina, en el marco de un clima social de gran presencia de fuertes y masivos movimientos feministas. En junio de 2015 surgió el movimiento Ni Una Menos. Bajo este lema, se organizó un colectivo de protesta contra la violencia de género y su consecuencia más grave y visible: el femicidio. En la primera acción convocada se realizaron concentraciones y marchas en más de 80 ciudades argentinas. Este movimiento ha ido creciendo de modo tal que, cada 3 de junio, los colectivos feministas de todo el país y de otros países latinoamericanos organizan actividades y marchas bajo diferentes consignas. En el año 2018, a la denuncia de los femicidios y la violencia de género, se unió el reclamo por el aborto legal, seguro y gratuito, bajo el hashtag #SinAbortoLegal no hay #NiUnaMenos. Estos reclamos sacaron a la calle a miles de mujeres en todo el país haciendo masiva la campaña por el aborto legal, seguro y gratuito que, desde 2003, venía reclamando la despenalización y legalización del aborto. El pañuelo verde se convirtió en un símbolo masivo de este movimiento contra la penalización del aborto y en muchas plazas del país se organizaron “pañuelazos”. 2 El reclamo por la ampliación de derechos sexuales y reproductivos revitalizó, de alguna manera, el activismo vinculado al parto y nacimiento respetados, sostenido por grupos de alcance nacional y regional como Las Casildas, El Parto es Nuestro, Dando a Luz y Relacahupan (González, García Presas & Mattioli, 2020). Este activismo había logrado la sanción de la Ley Nacional 25 929. (Ley de Parto Respetado) en 2004.

En Argentina, el espacio social del feminismo (Masson, 2007) se apoya en un modo de organización horizontal y descentralizada, con una fuerte presencia territorial, lo que, a su vez, lo hace diverso en su composición social, política y cultural.

Estos últimos años han ido apareciendo grupos, agrupaciones, colectivos y espacios de mujeres, feministas y de diversidades sexuales fuera de los grandes centros urbanos, en ciudades medianas y pequeñas de todo el territorio argentino. Ese es el caso de los colectivos ubicados en la provincia de Entre Ríos, en el que participan las mujeres que forman parte de este estudio.

Metodología

La metodología combinó elementos de aproximaciones etnográficas y de entrevistas de historia de vida. El material narrativo analizado en este trabajo proviene exclusivamente de las entrevistas narrativas de historia de vida, complementada con una entrevista semiestructurada en la que se ahondaba sobre algunos aspectos de la experiencia activista. 3

Todas las entrevistas se hicieron luego de haber realizado al menos una observación participante de actividades de los grupos activistas. Las investigadoras participaron en asambleas, actividades artísticas, encuentros en lugares públicos y manifestaciones de cada uno de los grupos investigados. 4 Luego de esas actividades, se pautaba la realización de las entrevistas con algunas de las participantes.

La entrevista tenía dos partes. Una dirigida a conocer la historia de vida de la mujer, su implicación y valoración del movimiento activista; y la otra dirigida a indagar los aspectos de la organización del grupo (objetivos, dinámicas, aspectos ideológicos, tipos de prácticas o actividades e historia).

Los grupos en los que participan las activistas se comenzaron a reunir en el año 2017 en ciudades pequeñas y medianas de la provincia de Entre Ríos: Gualeguay, Colón y Concepción del Uruguay, que tienen entre 25 000 y 100 000 habitantes. En general, se organizan en asambleas periódicas realizadas en lugares públicos, como plazas. Además, promueven actividades en fechas centrales del activismo feminista en el país como el Día de la Mujer (8 de marzo), la Semana Mundial del Parto Respetado (mayo), el Ni una Menos (3 de junio) y el Día Internacional por la Erradicación de todas las formas de violencia contra la mujer (25 de noviembre).

Dentro de esos grupos se seleccionaron a 12 mujeres, por su activa participación dentro de los colectivos y por tener especial implicación en temáticas de derechos sexuales y reproductivos. Todas ellas participan desde los inicios de las actividades de los grupos, y sus edades oscilan entre los 20 y los 50 años.

Todas las entrevistas se grabaron en formato audiovisual y se transcribieron. La duración media fue de una hora.

En la tabla 1 se resume el procedimiento de toma de datos.

Tabla 1.
Colectivos estudiados y procedimientos para la recogida de datos.
Colectivos estudiados y procedimientos para la recogida de datos.


La pregunta que guía el análisis se refiere a los modos en que se organizan las narrativas de las mujeres activistas, en la interrelación entre lo personal y lo político, que se estudiará en tres dimensiones: los temas, los posicionamientos y las emociones. Estas son categorías que surgen de la combinación de elementos teóricos y de la lectura repetida del material empírico, que se ha analizado siguiendo un procedimiento inspirado en el análisis temático (Braun & Clarke, 2006) y el análisis temático dialógico (Mieto, Barbato & Rosa, 2016).

Categorías teórico-empíricas

Temas: se refiere al contenido de la narrativa y a su valor performativo: aquello de lo cual se habla, en el contexto de las propias experiencias integradas en prácticas sociales y en diversas temporalidades.

Posicionamientos: se tiene en cuenta quiénes hablan y respecto a quiénes, tanto en su dimensión personal como social o colectiva. Se trata, especialmente, de identificar la construcción narrativa del yo y del nosotras y su relación con las prácticas activistas.

Emociones : se trata de identificar expresiones emocionales y valorativas junto con las referencias a experiencias y prácticas personales y colectivas.

Resultados

Temas

Los temas que aparecen con más frecuencia en los relatos de las activistas se refieren a experiencias personales en el campo de la salud sexual y reproductiva, como experiencias de abortos voluntarios y de violencia obstétrica. Pero también aparecen relatos que se articulan en torno a la necesidad de cambios sociales y culturales más amplios, como la erradicación de la violencia contra la mujer y el desafío al patriarcado. Existen, por tanto, relatos que se organizan en torno a experiencias expresadas en primera persona y otros que se elaboran alrededor de valores más generales.

Una característica común a los relatos es el entrecruzamiento entre las dimensiones biográficas y las políticas. En las narrativas opera, como organizador argumental, el establecimiento de las mutuas relaciones entre lo personal y lo político. Así, eventos inscriptos en la propia biografía, que tradicionalmente han sido considerados personales y reservados a la esfera privada, cobran una dimensión pública, convirtiéndose en asuntos políticos. Por ejemplo, M. J., en su relato expresa:

También algo que me hizo un cambio en la cabeza fue el tema del aborto. Cuando yo tenía 13 años, mi hermana tenía 18 y recuerdo claramente que mi hermana estaba en la cama, doblándose entera y había mucha sangre, mucha sangre, yo era chica, y no entendía. Yo le decía “vamos al médico” y ella decía que no. Cuando tuve 18 años le dije: “decime la verdad, vos abortaste y te estabas muriendo desangrada”. Y ella lo aceptó. Y eso fue algo que a mí me hizo… dije: yo tengo que decidirme, tengo que ir a luchar por ella y por todas, porque yo a los 13 años me hubiera podido quedar sin mi hermana, y una nena de un año sin su mamá […] eso era como un secreto, nadie en mi familia, hablaba de eso […] eso es lo principal que yo milito. Si bien milito el feminismo, el aborto es el que me toca más de cerca […] vamos todas por lo mismo, vamos porque nos dejen de matar, vamos porque el aborto sea legal, y por dejar la opresión del patriarcado. (M. J. 20 años, Colectiva de la Plaza)

El relato de M. J. aparece articulado alrededor del recuerdo de la experiencia de aborto de su hermana, realizado en condiciones de clandestinidad. El recuerdo de esa vivencia de los 13 años aparece resignificado en dos momentos: a los 18 años, cuando pide a su hermana “la verdad” y en el momento del relato, a sus 20 años, cuando sitúa a aquel momento como el punto de inflexión para su participación activista. Se puede suponer que los discursos sociales provenientes de los movimientos feministas a favor de la legalización del aborto en Argentina, permiten, a su vez, la aparición de estos diálogos inscriptos en la biografía y en la experiencia cotidiana de M. J: aquello que era un secreto familiar puede comenzar a ser dicho públicamente. En el relato también aparece la dimensión política expresada en forma de “lucha”: lo que motiva hacia el cambio social sería esta experiencia personal disruptiva pero convertida en motivo para la actuación política colectiva. La articulación entre narrativas sociales y experiencias personales se inscribe en prácticas, que son, al mismo tiempo, personales y sociales.

El valor performativo de la narrativa se observa también en la posibilidad de cambio y transformación en la circulación de narrativas, en un juego entre aquello que puede ser contado y lo que había sido silenciado previamente. F, en su relato de historia de vida menciona:

No es por eso (el aborto) que empecé a militar, pero después descubrí que ya en la familia había una historia previa y más que nada en la parte materna que somos muchas mujeres… Eso ayudó a que todas fuéramos descubriendo cuestiones familiares, más que nada con mis hermanas y mis primas, que somos todas de la misma edad, esas cosas fueron como detonantes para empezar a pensarnos, también en conjunto con mi madre y mi tía […] nosotras, la generación más joven abrimos una puerta, pero eso ya estaba, entonces las más mayores ya se relajaron y dijeron “ah, bueno, podemos hablar de esto”. El puntapié lo dimos las más chicas y las más grandes dijeron “bueno, es el momento de hablar estas cuestiones”, que quizá en otro momento ni locas lo pensaban, de hecho, nunca lo habían charlado. (F. 26 años, Colectiva de la Plaza)

Las narraciones que se organizan temáticamente alrededor de reivindicaciones más generales, como los cambios en las instituciones o en las relaciones desiguales entre varones y mujeres, también recogen la mutua implicación entre lo personal y lo político. Como expresa, J., una mujer de 46 años y madre de dos hijas adolescentes:

Fueron otras cuestiones las que me movilizaron, de activar, más bien conocer y tener respuestas a cosas que hacen a las mujeres en general y conmigo misma. Tal vez todas hemos tenido violencias en los partos, pero también en general, de una misma verse sin lugar a tener palabras, sin poder salir, sin ver lo que está realmente sucediendo y sometiéndose. Son cosas que una las tiene naturalizadas y no son así. Sobre todo, yo veo a las gurisas (chicas) jóvenes, la tienen muy clara, en su estructura ya está configurada otra forma de relaciones con los varones, con las instituciones patriarcales. Y entre nosotras. En cada conversación me hacen ver las cosas de otra manera y lo prehistórica que soy (risas). Lo del feminismo, el parto respetado y la violencia obstétrica lo conocí por charlas entre nosotras y también en actividades que organizamos para la comunidad. (J. 46 años, Brujas Insurrectas)

Por su parte, P. recoge en su relato el conocimiento de testimonios de otras mujeres, para fundamentar un reclamo en términos de derechos y ciudadanía:

Entonces, cada relato y cada cosa que conozco sobre los partos, historias de mi familia, de mis amigas, y demás me hacen dar cuenta que desconocemos totalmente nuestros derechos; que los avasallan constantemente y que el parto es el momento más más más importante; que define un montón de cosas para la persona que va a nacer, que está naciendo y también, para el cuerpo gestante. Necesitamos poner en la agenda eso; que el gobierno haga lo que tenga que hacer que es ejecutar la ley como debe de ser. (P. 34 años. Multisectorial de Mujeres, Gualeguay)

En definitiva, como se aprecia en los ejemplos, las temáticas que aparecen organizando las narrativas activistas son variadas. Sin embargo, todas presentan una argumentación común dada por la interacción dialógica y dialéctica entre lo personal y lo político-social. Los eventos personales se resignifican por la propia participación en movimientos activistas y, a su vez, el activismo da lugar a cambios sociales que impactan en las narrativas biográficas. Otro elemento común lo constituyen los movimientos temporales, que traen al presente las experiencias pasadas y proyectan al futuro las motivaciones de cambio social. Ello es una muestra de lo que Hammack (2014) denomina la performatividad de las narraciones, entendidas como actuaciones políticas.

La circulación de nuevas narrativas, de la mano de colectivos activistas, colabora en la aparición de otros relatos, muchas veces silenciados, como las experiencias de aborto dentro del entorno familiar o social. Por tanto, es pertinente preguntarse si todas las narrativas tienen las mismas posibilidades de producción y uso dentro de las prácticas sociales, y de qué modo se produce la habilitación de esas narrativas —antes silenciadas— para su circulación pública. Esto llevaría a la pregunta acerca de qué significados se ponen en primer plano en las narrativas y cómo se van produciendo los cambios culturales.

Además, las narrativas van tramando elementos biográficos-experienciales con otros de índole más ideológicos. Las narrativas se construyen en, y delinean lo que Bruner (2001) denomina geografías culturales; es decir, una situacionalidad concreta dada por la experiencia vivida y por las claves sociales y culturales en las cuales se da esa experiencia. En ese sentido, parecen centrales las prácticas activistas en las que participan las entrevistadas, en tanto espacios en los cuales se producen las narrativas.

Posicionamientos: la construcción del yo y el nosotras

A lo largo de las diferentes entrevistas se observa una fluidez en los posicionamientos y en los modos de construcción del yo y del nosotras, dado también por la propia participación activista. Los posicionamientos yo-nosotras aparecen vinculados con actuaciones activistas cotidianas y con procesos de toma de conciencia sobre esa propia construcción. Así, I. relata: “creo que ese cambio lo hice [terminar una relación de pareja violenta], tiene que ver con esto, con el activismo, con encontrarme con otras mujeres y poder manifestar cosas que no voy a aceptar y las que sí” […] (I. 27 años, Colectiva de la Plaza, Colón). En este caso, la actuación y la toma de decisión personal se articulan narrativamente en torno a la participación colectiva, lo que permite la elaboración valorativa sobre lo aceptable y lo inaceptable en las relaciones personales. En otros casos, como el de W. de la Multisectorial de Mujeres, su relato pasa del yo al nosotras, al dar cuenta de su activismo contra la violencia obstétrica:

Es muy satisfactorio poder llegar a lograr que las mujeres puedan estar acompañadas a raíz de todo lo que una vivió [se refiere a una situación de violencia durante el nacimiento por cesárea de su hijo] […] y que las mujeres que nos tengamos que juntar nos juntemos, unamos fuerzas y vayamos empujando, que llegue a estos logros, que tienen que ver con todas […]. En el momento en que yo me sentí contenida por otras mujeres y dije “bueno, no estoy sola ni estoy loca” […] en esos encuentros con otras mujeres que también habían sufrido violencia obstétrica, empecé a sanar, también con ellas, entre las mujeres que contaron su experiencia. (W. 37 años. Multisectorial de Mujeres Gualeguay)

Los posicionamientos yo-nosotras son fluidos y se establece un tránsito entre ambos, sin que uno se reduzca al otro. La participación activista refiere a un espacio común, a un nosotras que a su vez se va construyendo en esa misma participación (González, 2020). Esto permite una reorganización de la experiencia personal en términos de quién soy, tal como expresa W. con la frase No estoy sola ni estoy loca”.

Aparecen también unos otros diversos y que juegan diferentes papeles en la actuación activista. En general, se trata de instituciones del estado y de otros movimientos que funcionan como alteridades respecto a las cuales se configuran las actuaciones colectivas. Como explica P. “No solamente abordamos temas feministas en la ciudad, también estamos con otras organizaciones de derechos humanos, tenemos reuniones con el intendente, acompañamos a otras organizaciones que están en otras luchas sociales” (P. 25 años, Brujas Insurrectas).

Como relata R.:

Hasta ahora hemos hecho un montón, la verdad. Lo que se ha ido logrando. Bueno que se reconoce que esta organización existe, lo que fuimos haciendo, tocando puertas del juzgado porque esto también es parte de un juez, con la gente del hospital, y como que también las distintas instituciones y organizaciones van respondiendo, nos van reconociendo como la organización que somos. Bueno más que nada qué se está haciendo, nos van dando respuestas, con el respeto que nos hemos ido ganando. (R. 32 años, Multisectorial de Mujeres de Gualeguay)

En resumen, en este análisis, los posicionamientos yo-nosotras aparecen como los principales organizadores de las narraciones, aunque también aparecen posicionamientos respecto a otros con los que se establecen dinámicas de resistencia y/o de reconocimiento.

Emociones

A lo largo de las narrativas de las activistas, las emociones tienen una presencia importante, van apareciendo la indignación, la rabia, el dolor, la angustia, y también la alegría, el entusiasmo y la gratitud. Estas emociones aparecen vinculadas con la navegación entre el yo y el nosotras, y con las dimensiones personales y políticas de la actuación activista.

El relato de W. trae esos elementos emocionales entretejidos con el incipiente compromiso activista, que surge de un proceso de toma de conciencia de su propia experiencia personal. Luego de comenzar a participar en algunas reuniones con otras mujeres que también habían atravesado situaciones de violencia obstétrica, decide armar una exposición fotográfica sobre cesáreas, aprovechando su profesión de fotógrafa. W. expresa:

Frente a esta angustia, dije: “Bueno, algo tengo que hacer”. Empecé a convocar mujeres, convoqué a diez mujeres en mi casa, armé algo medio improvisado, mujeres que habían tenido cesárea. Y la verdad que también fue fuerte, porque al hablar con todas ellas, todas habían vivido violencia obstétrica, había muchas que lloraban ahí en ese momento. Fue muy fuerte. Yo nunca imaginé que fuera así, tan fuerte, pero bueno, también eso de ir transformando el dolor en lucha, en ir para adelante, de seguir dando información y que podamos elegir. (W. 37 años, Multisectorial de Mujeres, Gualeguay)

Este extracto permite analizar la fuerte relación que se establece entre emoción y actuación personal y política. En el relato de W., la angustia parece mover a una acción que trasciende lo personal para inscribirse en un sentido artístico y colectivo: convocar a otras mujeres y fotografiar sus cesáreas. A su vez, esta acción hace aparecer nuevas emociones y nuevos relatos, esta vez, ya dentro de una práctica grupal como la participación en las sesiones fotográficas. Es así que las emociones vinculadas con las experiencias personales van siendo transformadas dentro de sentidos colectivos, que son políticos, de “lucha”. Desde un punto de vista analítico, estos movimientos muestran el valor que las emociones tienen para la configuración y el mantenimiento de la actuación activista, para la creación de valoraciones comunes y la construcción de un horizonte político común.

En un plano más general, de valoración de la actuación colectiva, V. expresa: “Yo siento orgullo por lo que se ha logrado; se ha sensibilizado (a la sociedad) y hemos puesto en la agenda pública y política de Gualeguay muchos temas con la función de mejorar. De ir a parir y que se nos respete” (Entrevista a V. 34 años, Multisectorial de Mujeres Gualeguay).

En este caso, el orgullo aparece como una emoción moral en relación con los logros de la actuación colectiva.

En términos generales, las emociones aparecen vinculadas narrativamente a experiencias personales y colectivas que dan cuenta del surgimiento y mantenimiento del compromiso activista como compromiso moral. En ese sentido, se las relaciona con algunas experiencias vitales disruptivas, pero también con la valoración a posteriori de la propia actuación y de la acción colectiva. Por ello, aparecen constantemente en las narraciones sobre las actuaciones personales y en las actuaciones colectivas.

Discusión

Las aportaciones empíricas permiten volver sobre algunas ideas presentadas en el inicio de este artículo.

En investigaciones psicológicas previas se encontró que las activistas otorgan sentidos personales a eventos sociales y políticos (Curtin, Stewart & Duncan, 2010) y se identifican con un grupo en nombre del cual desarrollan su activismo (Duncan, 1999). A ello se le suma el papel que determinados eventos vitales disruptivos tienen en la motivación hacia el cambio social (Frederick & Stewart, 2018; Savas & Stewart, 2018). Todos estos fenómenos pueden ser reinterpretados desde la perspectiva de la psicología cultural, que sostiene que la actuación activista busca explícitamente el cambio social, y en este proceso resultan transformados tanto el mundo social como el agente que actúa (Stetsenko, 2018). Las activistas llegan a realizar esas actuaciones transformadoras en nombre de un compromiso moral, que las lleva a transitar del plano personal al político (Haste, 1990). Las narrativas, a su vez, forman parte de estas actuaciones transformadoras, y son ellas mismas, actuaciones políticas que participan en el proceso de cambio social.

Una de las preguntas que guiaron este trabajo empírico se refiere al modo en que se estructuran las narrativas de las activistas. En ese sentido, los resultados muestran que las narrativas se organizan alrededor de varios temas: la lucha por el aborto legal, por el derecho al parto respetado y contra la violencia de género. Aun así, desde la perspectiva analítica adoptada se observa que lo que caracteriza a las narrativas es la presencia de eventos personales resignificados en el contexto de la participación activista. El tema presente, de forma transversal, en las narrativas parece ser la mutua relación que se establece entre lo personal y lo político.

Las narrativas no recogen solo vivencias personales disruptivas, sino que esas vivencias son resignificadas a la luz de nuevos significados y de nuevas narrativas que provienen de la participación en espacios activistas. Es en la participación que lo personal se convierte en político; y es donde, a su vez, algunas narraciones silenciadas comienzan a hacerse públicas. La propia actuación de narrar se convierte en un acto político, con un claro propósito de cambio social.

Algo similar se ha encontrado en el análisis de los posicionamientos, en la mutua relación yo y nosotras. En este caso, quien habla, el yo, va elaborando discursivamente diferentes posiciones en relación con un nosotras colectivo, que permite referenciar al yo y dotarlo de nuevos sentidos. La experiencia común constituye al yo, mientras que el nosotras se elabora en las propias actuaciones personales.

Las emociones acompañan también al proceso de mutua relación entre lo personal y lo colectivo. La propia retórica activista puede hacer aparecer a algunas emociones en clave reivindicativa —lo que sucede con el dolor o la indignación—. Pero, más allá de esa particularidad, lo que se ha encontrado es que las emociones se presentan de modo transversal a lo largo de varios momentos de la participación activista, tanto para dar cuenta del compromiso inicial (por ejemplo, tiñendo algunas vivencias disruptivas) como en la valoración de actuaciones personales y colectivas de mayor duración.

Conclusiones

Este trabajo aporta nuevos elementos teóricos y empíricos para la comprensión de los activismos desde la psicología cultural. En primer lugar, se han podido identificar empíricamente algunos procesos que pueden formar parte del posicionamiento transformador activista descrito por Stetsenko (2014; 2018). Los procesos de transformación de la realidad social y de la propia agencialidad se dan en actuaciones participativas donde la agencialidad individual se ve enriquecida por la conformación de un nosotras, sin que lo colectivo sustituya a lo individual. A su vez, el posicionamiento transformador activista se podría poner en evidencia en la capacidad de disputar sentidos y de construir nuevos relatos con fragmentos de historias y vivencias silenciadas. No sería solo la vivencia de experiencias disruptivas sino también la posibilidad de construir —en lo individual y en lo colectivo— nuevos sentidos para esas vivencias, articulándolas con horizontes de cambio social.

Se han ofrecido algunos indicadores sobre los modos en que se despliega narrativamente la agencialidad o actitud activista transformadora, y el modo en que el compromiso moral se relaciona con las vivencias personales en escenarios de participación social. A su vez, se ha mostrado el lugar que tienen los posicionamientos yo-nosotras y las emociones en el compromiso moral personal y en el mantenimiento de las actuaciones activistas colectivas.

No obstante, se trata de un terreno teórico-empírico que se puede seguir enriqueciendo con nuevos estudios que muestren las interrelaciones entre lo personal y lo político, y que ayuden a comprender los procesos de cambio personal y social provocados por la participación y la actuación activista, entendida como actuación ciudadana.

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Notas

1 Transformative Activist Stance (TAS, por sus siglas en inglés).

2 Se denomina así a un tipo de acción reivindicativa en la cual se exhiben los pañuelos verdes de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, en diferentes lugares públicos (plazas, universidades, hospitales, etc.). Se pueden consultar las acciones en la página web de la organización: www.abortolegal.com.ar

3 El estudio cuenta con la aprobación del comité de Ética de la Facultad de Ciencias de la Salud, UNER, Argentina. Todas las entrevistadas firmaron un acuerdo de participación en el estudio.

4 Los resultados de este trabajo se publicarán en Gonzalez, Garcia Presas y Mattioli (2020).

Notas de autor

* Dirigir correspondencia a María Fernanda González, Facultad de Ciencias de la Salud, Universidad Nacional de Entre Ríos, Argentina. Correo electrónico: gonzalezmfer@gmail.com

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